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“La lealtad”

Un artículo de Adolfo Alonso

Adolfo Alonso.
Adolfo Alonso.

Las palabras en política llegan traídas por susurros.

Al “diccionario de palabras del verano 2023”,añado “lealtad” a las de “amnistía” “independencia” “dinosaurios” …

“Lealtad” nos llega como reacción por las declaraciones de algunos militantes políticos de la transición.No cito porque no hace falta.

Los hemos descubierto ahora, según dicen los susurros, reubicados por hablar, en “dinosaurio”, “viejo” y “desleal”, Otros los han relanzado pero para apelar al voto disgregado en el congreso, a ver si alguien se equivoca con el dedo. Ni lo uno ni lo otro es bueno ni para la democracia ni para la práctica de la política. Estoy releyendo los discursos y debates de Julián Besteiro, socialista, en el Congreso de los diputados entre los años 1920-1922, y sus polémicas con Dato, y creo que el nivel parlamentario era entonces diferente, mas de ideas discrepantes que de ataques personales. El terrorismo ya estaba en la calle, Dato presidente asesinado, y a ello se refiere reiteradas veces Besteiro rechazándolo Julián hablaba de una revolución proletaria pacífica. Pero en la cámara se discutía con estilo oratorio denso pero con respeto, había incluso cierta gracia, se hablaba desde ideas y principios. Esto se recuperó temporalmente, en la primera etapa democrática post franquista. No quiero idealizar aquello, pero el nivel parlamentario actual resulta uno de los peores que podríamos querer tener para las necesidades de esta sociedad. No hay ideas, solo desprecios, insultos, pactos contra ideologías, o contra principios votados, bloquismos. 

No sé si algunos políticos conocen la historia de la caja de Pandora, pero deberían hacerlos , recordarla o quizá releer a los clásicos griegos, o a los textos originales ideológicos de sus partidos, en lugar de leer a Maquiavelo.

En este artículo de hoy , los nombres y los partidos son irrelevantes, digo unos como podría decir otros, lo que a mí me importa son los ciudadanos, el conjunto de la sociedad que vota. Cuando algunos militantes de un partido comienzan a hablar en contra de la posición oficial de su dirección, vienen las palabras “anti-persona” como las minas , tendentes a la burla, a la destrucción política o al ostracismo interno. Esto se hace con palabras proveídas para que no sea necesario pensar y entonces al usarlas sin pensar se piense ya en lo correcto. Hay algunos que por su edad o por años son inatacables o inalienables, o ya incombustibles por vivir retirados de la política o por haberlo ya conseguido todo o no esperar nada y haberlo perdido todo; otros más jóvenes con ambiciones de carrera política, son vulnerables. Esto hace que no digan lo que piensan a los ciudadanos, aunque se modulan los pensamientos en alguna comida, pero que no se sepa, y al terminar se vuelve a la obediencia debida. Esto en el discurso oficial de las cupulas, sería lo leal al partido, lo que hay que pensar, lo correcto y lo que dará puesto en las listas. Pero para el ciudadano el que habla con ideas, repito con ideas propias, sereno y no con insultos ni ocurrencias, no es execrado por la sociedad sino lo contrario, es respetado y creído y más si mantiene una línea recta y no coyuntural. En parte la culpa la tiene nuestro sistema electoral y de listas, en otra parte la tiene la forma de hacer política que tenemos aquí.

Lo que oigo por la calle es desilusión y desencanto de la política y los políticos. 

No debería ser así, pero lo que deben ser los políticos es leales con su sociedad y con ellos mismos, con el ciudadano que espera que le digan la verdad y que actúen con honestidad hacia el voto y hacia el pueblo. Lo que se les demanda en las fábricas, en el taxi, en la Pime, es que piensen y si pensar lleva a no estar de acuerdo con la política de la dirección, que nos lo digan por directo y por verdad. Esto significa la irrenunciable capacidad y derecho de los militantes de cualquier partido de expresar libremente sus opiniones políticas sobre decisiones concretas, sin miedo a recibir descalificaciones personales o dudas personales sembradas por el aire.  Esto significaría volver a la “política valor” y no a “la política poder”.

Como ciudadano invito a reflexionar sobre la palabra recién susurrada ¿Que es la lealtad política? La lealtad política única que existe es la del pensamiento y la del voto. Para mí un partido no es un bloque de los de “a mí con razón o sin ella”. Un partido tampoco puede ser un espacio de omertá, sino de libertad y de ideología. Pero parece que en los partidos se ha desarrollado un estilo gregario. Trabajar para un líder y ser de su equipo es lo correcto y lo seguro, mientras tanto ya va bien, porque están en la carrera y se ganan muchas cosas.  

Como ciudadanos debemos pedir que la lealtad a un partido debe ser la lealtad a uno mismo porque es desde ella desde donde se puede actuar con claridad para todos los votantes propio y ajenos, y sobre todo desde la credibilidad. La lealtad política es recordar lo que se es, lo que el partido de cada uno es y ha sido en su historia, su ideología, sus principios, y montar la política desde estos principios para ganar o para perder, pero no para gobernar como sea. Cualquiera que sea el ámbito, desde un ayuntamiento a un estado, debe gobernar el que más votos tenga y esto me gustaría que lo aprendiese quien tenga que aprenderlo donde sea y en la elección que sea, Tirios y Troyanos.

La libertad de un sistema depende de la libertad de los militantes de sus partidos y del recuerdo de lo que cada partido es, de su esencia ideológica. Por ejemplo, un partido socialista no puede llevar a pactos que avancen hacia el nacionalismo o hacia la extrema izquierda usando los votos de los ciudadanos en contra de un resultado electoral sea cual sea; y un partido liberal conservador no puede llevar en contra del resultado electoral a pactos que avancen hacia la extrema derecha.  Nos están metiendo a todos en el pozo de arenas movedizas, pero ¿qué soluciona pactar con quien dice honestamente que el pacto no supone renuncia a sus objetivos sino solo un paso hacia delante en estos? Es un pacto absurdo porque no significa la solución definitiva de ningún problema para el conjunto de la sociedad. Primero los votos, después los principios. Esta política no nos lleva a ningún lado bueno, nos lleva al colapso colectivo dentro del colapso de estado que tenemos.

Hoy se habla de cómo conseguir el poder, en lugar de hablar de juzgados, de renovar el poder judicial, de sanidad, de servicios, cultura, presión fiscal, policía y seguridad ciudadana, o subida de hipotecas. Decir una opinión es probable que no se considere ni leal ni políticamente correcta desde un apartado de partido, aunque yo si la considere leal y me resulte indiferente su corrección o incorrección.

Creo que ya debemos tener claro que los partidos políticos no pueden hacer con los votos de los ciudadanos lo que quieran. No están legitimados para este uso de la soberanía popular, las disquisiciones teóricas de Nicolas Sertorius sobre si estamos ante una democracia parlamentaria o una democracia presidencialista, están bien para la facultad y los políticos intelectuales, pero no para la calle de los ciudadanos. La lealtad es cambiar las cosas, cambiar la política que hoy existe en España. 

La lealtad es la cualidad de ser leal, y según el diccionario de las palabras, el de la Real Academia, ser leal supone legalidad verdad y realidad.

 


Comment

  1. Democracia implica que los políticos elegidos deben pasar por el escrutinio del pueblo con votaciones periódicas en temas puntuales y no sólo cada cuatro años.Eso, Democracia directa dado que el Pueblo(s) es soberano no los políticos de turno.

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