Es una de las estampas más bellas que deja Menorca en esta época del año. A pesar de que no son exclusivas del otoño, los flamencos han dejado verse por las aguas de Ses Salines de Mongofre, uno de los parajes más idílicos de la Isla. La zona húmeda ha albergado la presencia de estas aves, cada vez más frecuentes aquí.
En los últimos tiempos es probable que uno pueda encontrarse con algunos miembros de la población, en busca de espacios como el de las salinas: “Quieren zonas húmedas de aguas de agua salobre o salada”, explica Tòfol Mascaró, coordinador del Grup d’Ornitologia Balear (GOB) en Menorca. “Cuando han acabado la cría, como ahora, se dispersa la población y es cuando en la Isla pueden verse más”.
Mascaró detalla que los flamencos “no son propiamente aves migratorias, en el sentido de pasar el invierno en una región o el verano en otra, si no que siempre circulan por la misma área geográfica. En la época de cría, los adultos reproductores se juntan en unas pocas colonias de muchísimas parejas (Delta de l’Ebre, La Camarga, Fuente de Piedra…), pero los jóvenes no reproductores divagan por cualquier zona húmeda”.
Y aquí entra en escena la zona norte de la Isla. “Aquí no crían, pero en los últimos años se ven cada vez más. En 2022 empezaron a criar en Mallorca y este año lo han vuelto a hacer. Es una señal de que la especie parece en expansión, pero también evidencia el problema de que las zonas húmedas cada vez están más salinizadas, porque les llega cada vez menos agua dulce”, relata Mascaró.
Durante estos días, con mucha agua acumulada todavía en Ses Salines, pueden verse en Mongofre. Este enclave de casi 3.000 metros cuadrados ya fue considerado como una de las siete maravillas que uno puede encontrar si recorre el Camí de Cavalls que rodea Menorca.