Skip to content

“Lumbalgias te dé la vida”

Un artículo de Miguel Lázaro

Dolor de lumbago.
Dolor de lumbago.

No tiene lumbalgias el que quiere, solo las padece quien puede. Mira que a veces giro, doblo, contorsiono mi espalda, comprimo mis lumbares a conciencia, pongo a prueba la fortaleza de mis vértebras sacras y tengo un chute de adrenalina y regocijo al descubrir, que aunque quiera no aparece la depredadora lumbalgia, esa silente enemiga, que permanece agazapada y que cuando menos te lo esperas, en un santiamén, sin avisos previos, cuando te agachas a coger una zapatilla, emerge en forma de crujido inmisericorde y te impide ponerte de pie.

Confieso que es una de las patologías , que a lo largo de mis 66 años , me hace sentir más vulnerable . Por otra parte es una de las enfermedades que conllevan un alto nivel de autodiagnóstico personal. No precisas que el médico te lo diga. Y ya sabes que muchas veces tal como ha venido se irá. En muchas ocasiones, tras un periplo de pruebas diagnósticas, no se encuentran causas objetivas. Pero eso no te consuela, porque no hay acomodo postural que mejore el dolor que te para, que te hace dependiente y que te genera una gran irritabilidad.

Quien no haya tenido algún ataque de lumbalgia que tire la primera piedra. No hay malestar más universal. Y además uno tiene que estar agradecido de tener una simple lumbalgia, porque todo puede complicarse cuando aparece la invalidante ciática afectando a una o a las dos piernas.

Daniel Flichtentrei es un famoso médico argentino que escribe unos magníficos y originales artículos en un foro médico. Hay uno que les recomiendo y se llama el Elogio de la lumbalgia. Es muy bueno y confieso que desde que lo leí, convivo mucho mejor con mis crisis lumbálgicas, porque la visión y el humor del Dr. Flichtentrei, cuando elogia la lumbalgia, me permite construir un relato mucho más resiliente y agridulce de mi padecimiento.

Si además le sumo los ejercicios que me ha enseñado mi monitora Cristina, la crema que me ha recetado mi admirado amigo, el Dr. Juan Urieta y el bendito Espidifen los periodos de lumbalgia me parecen una bendición.

Me conforta el relato del médico argentino, por eso comparto con ustedes algunas de sus sublimes perlas: “Si el planeta tuviese la gentileza de inclinarse unos treinta grados a estribor yo volvería a ver las cosas en su lugar. La lumbalgia te cambia la perspectiva del mundo. Te rescata de la dictadura de lo vertical. El dolor te humaniza. Todo se vuelve estúpido, insignificante. Comprendes a fuerza de latigazos en el lomo, que tienes un cuerpo. Que no gobiernas su caprichosa fisiología. Que estás a su merced. Te come la voluntad. Te tiras en la cama evitando el más mínimo desplazamiento. El aleteo de las alas de una mariposa desencadena una tempestad de rayos que te atraviesan la espalda. Advertís la contundencia de lo sutil, la furia desatada por lo minúsculo. El movimiento es tu enemigo. Eres un primate pagando la deuda milenaria de la bipedestación. Deseas que el homínido nunca se hubiera puesto de pie. Aunque eso te privara de la idea de horizonte y del sexo frontal, de los besos mirándose a los ojos. Quisieras caminar en cuatro patas”.

No me digan que no es un relato que rescata, que ilumina, que da esperanza y que trascendentaliza la experiencia. Cuanto me libera de la quejorrea con la que encaraba y me acompañaba en mis crisis. Mediten esta frase mágica e hipnotizadora tu lumbalgia es el precio que pagas porque puedes ponerte erecto, porque la genuflexión y el vivir arrodillado han sucumbido ante tu bipedestación. Maravilloso.

Y ya para acabar, ahí va otro fragmento de un artículo que tenemos que leer, releer e interiorizar los que tenemos la suerte de poder tener y construirnos nuestras benditas lumbalgias:

Apoyas una mano sobre el muslo y empujás hacia arriba. Pero tu cuerpo se resiste. Se rinde a la gravedad. Te condena al ridículo. Al dolor incesante y a la curiosidad ajena. La gente hace muecas de dolor cuando te mira. Fruncen la boquita, elevan las comisuras de los labios. Entrecierran los ojos y dicen ¡ayyyy!.

Todos tienen un remedio para ofrecerte: calor, frío, elongación, reposo, kinesiología, tapping, masoterapia, osteopatía, baños termales, colchones ergonómicos, reflexología, acupuntura. Te ofrecen una interpretación al paso: ansiedad, falta de descanso, angustia existencial, conflictos no verbalizados, alexitimia, adicción al trabajo, sentimientos no confesados, amores no correspondidos, acrobacias sexuales o abstinencia forzada, culpas, deudas, remordimientos.

A mis vértebras les importa un carajo lo que digan acerca de ellas. Me clavan su puñal. Me ponen un límite. Me recuerdan que el peso del mundo es más de lo que puedo cargar sobre los hombros.

Aguantas. Apretás los dientes y seguís adelante”

Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.

Gracias, maestro.


Comments (4)

  1. … a alguien le traiciona el subconsciente cuando anatemiza la libertad contestataria del andar orgullosamente erguido, como ser humano… loando la genuflexión y el vivir arrodillado de la que denomina “bendita” lumbalgia… lo dicho, las personas religiosas son básicamente masoquistas… sin acritud…

Deja un comentario

Your email address will not be published.