El fotoperiodista Gervasio Sánchez, que visita Menorca invitado por la Red de Bibliotecas Públicas y el Archivo de Imagen y Sonido de la isla, considera en una entrevista con EFE que los conflictos de Ucrania y Palestina evidencian una constante histórica: “La guerra sigue siendo un puto negocio”.
(Pregunta) – Además de la charla en la Red de Bibliotecas sobre su trabajo “Vidas minadas”, ha querido dialogar con estudiantes. ¿Por qué?
(Respuesta) – A veces se peca de mucha pacatería con la juventud. Se dice que no hay que mostrar o decir ciertas cosas porque son aún adolescentes, pero la realidad es que una persona que está hoy en ESO o Bachillerato ya tiene una trayectoria larga de consumos muy variados, especialmente con toda la oferta que hay en internet y redes sociales. Hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre y la guerra, la violencia, son parte de este mundo.
Ponerle nombre e imagen al horror es parte de mi trabajo y por eso no quise desaprovechar la oportunidad que me brindó Joana Garau del Archivo y le propuse que además de las bibliotecas invitemos a algunos institutos.
Creo que en este país, absolutamente todos los partidos políticos desde la transición hasta hoy han fracasado en materia educativa. Es fundamental hablar con transparencia y honestidad. Yo siempre lo llevo al terreno de la Guerra Civil para intentar que comprendan el horror que supone y las cicatrices que deja, pero claro, es difícil.
(P) – ¿Qué opinas de la situación en Ucrania y en Medio Oriente?
(R) – La guerra sigue siendo un puto negocio. El 7 de octubre lamentamos y condenamos los ataques de Hamás y el 8 las acciones de las principales empresas de armas de todo el mundo se dispararon en la bolsa. Con Ucrania, lo mismo: Europa se deshace de su arsenal obsoleto vendiéndolo a precio de saldo. La gran UE, que es un gigante financiero y un enano diplomático, tiene a su ala derecha fomentando el rearme y la guerra y a una parte de la izquierda aplaudiendo las medallas que se cuelgan Putin y sus generales.
Lo que pasa en Medio Oriente lo sabe toda la comunidad internacional desde hace 70 años. Israel vive sosteniendo que cualquiera que cuestiona su derecho a matar palestinos es “antisemita”. Por favor, los palestinos son un pueblo que viene delos filisteos, que son semitas, digamos las cosas por su nombre de una vez.
Durante la primera Intifada murieron mil personas a manos del Estado de Israel, la mitad o más eran niños. Ahí no había Hamás, ni Hezbolá ni nada, y la comunidad internacional tampoco movió un dedo. La impunidad de Israel es la misma que les lleva a pedirle la renuncia al secretario de Naciones Unidas por criticar el cerco a Gaza, el castigo colectivo y el cierre de suministros. ¿Pero quién demonios se han creído que son?
(P) – ¿Hay un proceso de espectacularización de la guerra? ¿Cuál es el rol de los medios?
(R) – Cuando me tocó cubrir la desintegración de la antigua Yugoslavia, pasé muchas semanas en el cerco de Sarajevo, fue una experiencia brutal que duró cuatro años y dejó miles de muertos. Poco después me tocó cubrir el conflicto en Sierra Leona, donde me encontré ante un cerco muchísimo peor que el de Sarajevo, donde la gente había tenido que comerse a los animales, perros, gatos, ratas, mascotas, para poder sobrevivir. ¿Crees que eso ocupó algún minuto de televisión o que salió en alguna portada de algún medio internacional? Por supuesto que no.
(P) – Hablemos del mito de la objetividad en el periodismo
(R) – La idea y el discurso de la objetividad habría que envolverlo en un papel y tirarlo a la basura. También hay que diferenciar entre información y comunicación. Una cosa es estar al frente de un espacio corporativo donde tienes que transmitir los valores y la imagen del lugar donde trabajas, y otra cosa es el trabajo de los periodistas, que tenemos que hurgar en los entresijos y las contradicciones del poder para exponer y señalar.