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Llega la noche de los muertos. ¿A qué le tenemos miedo?

La psicología explica que hay algunos temas comunes con los que es fácil infundir miedo a cualquiera de nosotros

Solo es una calabaza
Solo es una calabaza
Foto: Pixabay

Cuando llega el final de octubre y recordamos de manera especial a los que ya no están, una parte de la cultura se ha preocupado de hacer entretenido (a veces incluso divertido) el mundo de los muertos. Así, Halloween es una fiesta en la que asustar o asustarse forma parte de una manera de afrontar nuestros propios miedos.

En toda Menorca hay túneles del terror, fiestas terroríficas (en el sentido de ocio al que nos referimos), se estrenan películas del género,…

El miedo es un mecanismo de defensa natural. Nos pone en alerta. Pero también es un método de control puesto que infundir miedo a otra persona es también una manera de someterla. En la historia hay muchos ejemplos, algunos muy actuales, que pueden explicar esto.

La psicología habla de algunos miedos comunes o universales. Conocerlos, es también saber controlarlos mejor.
El miedo a la muerte es uno de ellos. Es una sensación primaria de todos los seres humanos por la supervivencia. De este miedo se derivan otros como el miedo a las alturas, viajar en avión o cualquiera que suponga un riesgo por nuestra integridad.

Luego hay un miedo a quedarnos faltos de alguna cualidad física elemental, es decir, perder la capacidad de caminar, de hablar, de libertad… Cualquier circunstancia que escape de nuestro control. La claustrofobia, o el miedo a los espacios pequeños, entra dentro de esta categoría. Se relaciona con este tipo de miedo también lo que se conoce como miedo al compromiso. Por el contrario, si nos vamos al otro extremo, el miedo a la soledad también es uno de aquellos momentos que a muchos nos aterra. Sentirse abandonado o repudiado. Hay toda una serie de miedos derivados que generan angustia por sentirnos no queridos. Según los psicólogos podemos poner dentro de este mismo saco a los celos y a la envidia.

Si antes hemos hablado del miedo a que no nos funcione nuestro cuerpo, otro miedo similar (pero no exactamente igual) es el de la mutilación. La pérdida de conexión con el mundo genera sensaciones de angustia. La sensación de ansiedad al estar acerca de animales venenosos o considerados peligrosos como insectos, arañas o serpientes, así como tener fobia a otras cosas o situaciones que puedan suponer un daño físico como trabajar o exponernos a sierras mecánicas, hachas o machetes o estar viviendo una catástrofe natural,… son miedos asociados a una misma raíz.
Igualmente, los derivados del miedo a la muerte como el vértigo, el temor a morir ahogados o cualquier otro que un riesgo para nuestra integridad física están relacionados con el miedo a perder o dañar alguna parte de nuestro cuerpo.

Para cerrar el catálogo de los miedos más comunes, citemos al miedo a sentirnos humillados o pasar vergüenza.

De nuevo la literatura, el cine y la historia nos llenan de ejemplos que ilustran a la perfección lo que supone sentirse fatal si hay que pasar por estas circunstancias. Algunos lo llaman también el miedo a la muerte del ego.

El fanatismo religioso y la intolerancia pueden expresar el miedo a la muerte del ego. En general, las religiones dan respuesta o cobertura a estos cinco grandes miedos existenciales compartidos, lo que explicaría que se extiendan tanto las religiones. A más conocimiento y seguridad en uno mismo, menos fe profesamos.


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