La mente humana se lo monta lo mejor posible y que puede para adaptarse de la forma más adecuada a la realidad. Todo el mundo hace lo que puede, con lo que tiene y dependiendo del contexto que vive. ¿Quién no ha tenido momentos de perplejidad, de asombro ante la vida y de interrupciones de la vida? Todos vivimos situaciones de duelo, de indefensión, de impotencia y de pérdida de sentido. Pero la vida sigue, aunque el alma esté rota. Todos necesitamos amigos que a modo de muletas-parihuelas, nos acompañen en algunos trayectos de nuestra vida. Hay que recordar que en este viaje único, como decía Machado “caminante no hay camino se hace camino al andar”. Y cuidado con los atajos. Admitámoslo no hay respuestas solo hay opciones. La existencia no tiene meta, es simplemente un viaje. Todos buscamos motivaciones para vivir, para luchar, para esperar, para encontrar unas metas, una guía o una directriz en la vida. Solo desde un darse cuenta interna y en el encuentro con los demás se va haciendo el camino. Solo desde la aceptación de los límites, desde el compromiso y desde la responsabilidad es posible construir la vida.! Como me consuela optar por la mirada autocompasiva y la frase de Nietzsche, con la que me autoacompaño: “el que tiene un porque es capaz de soportar casi cualquier cómo “!
Crisis tengan y …
Vivan las crisis individuales y grupales. Solo los que creen en los reyes magos y están instalados en el pensamiento mágico y omnipotente se asustan, rechazan o niegan las posibilidades de cambio de una crisis. Las crisis como la muerte son hechos comunes y universales. Son cosas de la vida. Y lo que no mata, engorda. Si se resuelven bien facilitan la integración, el crecimiento y la maduración evitan la exclusión, disuelven estereotipos y articulan la complementariedad. Tenemos que ser emisores pero también receptores. La función de receptor implica niveles de integración y madurez muy superiores a la función del emisor que suele alterarse en las formas y en las intensidades. Es siempre mucho más fácil hablar que escuchar, que solo lo hacen unos pocos. Disfruten de ella.: aceptándola y compartiéndola , teniendo siempre presente que el vínculo con los demás sostiene nuestra propia vida. Crisis como necesidad y oportunidad. Como dijo una sabia. “todos sabemos que bajo el influjo de la tensión aparecen con frecuencia nuevas soluciones repentinas; que las crisis se convierten a menudo en un aviso de una oportunidad; que el proceso creativo necesita pasar por el caos antes de que surja la forma; que las personas salen con frecuencia fortificadas del sufrimiento y las adversidades”.
Como no existe la vida controlada, pónganle un límite a su aguante.
Ya saben aquello de más vale ponerse una vez rojo que cien colorado. Aguantar no es controlar. El que aguanta somatiza todo el mogollón emocional tóxico que no sabe canalizar adecuadamente. Es relevante aclarar que el cuerpo no siempre sale airoso de las amenazas que recibe. En demasiadas ocasiones el sistema no sólo sufre una sacudida sino que se colapsa, pudiendo instalarse una dolencia crónica o hallar su destino, es decir la muerte. Luego hay que aprender e interiorizar que la clave no es lo que nos pasa sino lo que hacemos con lo que nos pasa. Para sanar las heridas del rechazo tiene que haber amor y perdón mutuo, ya que a veces nos pueden querer mucho y no comprendernos. Y sin embargo no es necesario amar a alguien para escucharlo respetuosamente. Como dijo un psicólogo “no se puede ordenar a alguien que sienta amor por una persona, pero sí que la trate con amor”.
Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.