Más allá de las comisiones bancarias habituales, las entidades financieras pueden cobrar al cliente por otros servicios que no estaban contemplados expresamente en su contrato, aunque tienen la obligación de informar sobre esta comisión antes de cobrarla.
Por definición, las comisiones siempre responden a un servicio prestado por las entidades a sus clientes y es importante tener en cuenta que la banca solo puede aplicar estos cargos si informa previamente al cliente sobre sus condiciones y éste las acepta expresa o tácitamente.
Enviar una transferencia, cambiar divisas, administrar una cuenta, estudiar la viabilidad de un préstamo o tener una tarjeta de crédito son algunos de los ejemplos de servicios por los que la banca generalmente aplica una comisión a sus clientes.
Sin embargo, en ocasiones se producen otras situaciones que generan un mayor rechazo social o al menos la sorpresa de muchos, como el cobro de comisiones por la retirada de efectivo en ventanilla o de cualquier otro servicio que el cliente podría hacer por sí solo en el cajero o en la web de la entidad.
E incluso supuestos que se podrían considerar comisiones “raras”, por ejemplo, según señalan desde el comparador kelisto.es, el cobro por uso de las oficinas, comisiones por inactividad, por rechazo de recibos domiciliados o por solicitar un extracto de los movimientos.
No obstante, en el caso de la banca española es frecuente que no se apliquen al cliente comisiones básicas como la de mantenimiento de la cuenta o la emisión y mantenimiento de tarjetas si se tiene domiciliada una nómina o ingresos recurrentes.
De hecho, a tenor de los datos es algo “residual”. Analizada la oferta de los bancos que ofrecen cuentas nómina, todos incluyen una tarjeta de débito y transferencias gratis, ninguno aplica comisiones de administración y solo un 12 % cobra comisión de mantenimiento.
El 76 % de las entidades, además, incluye sin ningún coste una tarjeta de crédito.
Además, librarse de las comisiones más frecuentes resulta aun más sencillo en las entidades exclusivamente digitales.
La situación cambia si se trata de cuentas corrientes en las que el cliente no tiene la nómina, pensión o unos ingresos recurrentes domiciliados, pues un 37 % de las entidades cobra una comisión mensual que ronda de media los 10 euros, aunque en algunos casos no llega al euro y en otros puede alcanzar los 45 euros.
El Banco de España, en el portal del Cliente Bancario, indica que hay que tener en cuenta que las tarifas o precios de las comisiones bancarias son “libres” y el supervisor no autoriza ni consiente, no puede denegar, ni limitar, el importe de las comisiones bancarias.
Es decir, los bancos pueden poner el importe o precio que estimen oportuno, salvo en aquellas operaciones bancarias en las que los importes estén limitados por norma, como sucede –por ejemplo- con la cancelación o amortización anticipada de un préstamo hipotecario o de un crédito al consumo.
La clave está en que las comisiones bancarias deben responder a servicios efectivamente prestados o gastos y no se pueden cobrar al cliente por servicios que no haya solicitado o aceptado.
Comisiones “raras”
Aunque las entidades ponen a disposición de sus clientes información estándar de sus comisiones, que varían en función del producto contratado, la vinculación con la entidad y el canal por el que opera, hay otras comisiones que podríamos denominar “raras”.
Una de ellas sería la comisión por uso de oficinas, ya que no todas las cuentas online, aunque estén comercializadas por bancos tradicionales, dan soporte al cliente en las sucursales y si lo hacen, puede que nos cobren por ello.
Por ejemplo, Abanca, con su Cuenta Clara, solo permite que el cliente realice operaciones en sucursales por valor de menos de 600 euros. Si se supera esta cifra, la entidad transformaría esta cuenta en una cuenta corriente que sí tendría comisiones de administración, mantenimiento y transferencias, explican desde kelisto.es.
Otra comisión que resulta curiosa es la que algunas entidades como Bnext cobran por inactividad de una cuenta o por el rechazo de recibos domiciliados, a la que se sumaría la que aplican otros bancos por emitir extractos de movimientos pedidos por el cliente, en lugar de descargárselo de la web o la app.
Cajamar, según la información aportado por el comparador, aplica un coste de 7,5 euros, más 0,02 euros por apunte si el extracto tiene una antigüedad de hasta 6 meses. El coste por apunte no varía, pero sí el coste fijo, que aumenta al tiempo que aumente la antigüedad del documento, hasta llegar a los 20 euros que se cobra si el extracto tiene más de 5 años de antigüedad.
Por otro lado, sin ser una comisión “rara”, resulta llamativo que algunas entidades, como es el caso del Banco Santander con su cuenta online, cobren un gasto por reclamación de posiciones deudoras de hasta 49 euros, cuando es una comunicación que en la mayoría de los casos se hace por carta.