Es un tema recurrente en las escuelas de coach, de psicología o de la vida cotidiana puesto que a la mayoría nos suena esa cantinela de que al acabar el año nos fijamos nuevas y mejores metas para, al cabo de un tiempo, aparcar esos objetivos en el cajón.
Cada vez que nos despedimos de un año y damos la bienvenida al siguiente, es común que nos planteemos una serie de propósitos para mejorar aspectos de nuestra vida, como ir al gimnasio, perder peso, aprender un nuevo idioma, ser más organizados o fortalecer nuestras relaciones personales. Sin embargo, a menudo, estos deseos y proyectos no llegan a concretarse como esperamos, a pesar de la buena intención inicial.
Para evitar que esto suceda, es esencial entender por qué no logramos cumplir nuestros propósitos de Año Nuevo y corregir nuestra actitud. El coach Bernat Fortuny, en su espacio de Radio Menorca, explicaba que un error común es establecer objetivos demasiado generales, como dejar de fumar o hacer ejercicio, que a la hora de la verdad no abordamos de manera efectiva. En lugar de enfocarnos en metas tan amplias, es crucial identificar los obstáculos específicos que nos impiden avanzar y realizar los cambios necesarios.
Un problema recurrente es la falta de una estrategia clara. Muchos propósitos se quedan en simples deseos porque carecemos de un plan detallado y adaptado a nuestras circunstancias. Establecer objetivos trimestrales puede ser una forma efectiva de dividir metas a largo plazo en pasos más manejables, adaptando el plan a medida que avanza el año.
La falta de especificidad también puede ser un inconveniente. En el mismo espacio, Carola Lamberdi explicaba que los objetivos deben definirse de manera precisa y alcanzable. Asimismo, cuidar las relaciones personales puede concretarse mediante acciones prácticas, como llamar a nuestros padres a diario o contactar regularmente con amigos lejanos.
La falta de compromiso es otro factor determinante en el fracaso de los propósitos. Si no estamos verdaderamente comprometidos con nuestras metas realistas y alcanzables, el esfuerzo y la tenacidad necesarios para alcanzarlas serán insuficientes. Es fundamental recordar las razones y motivaciones que nos impulsaron a establecer esos propósitos, celebrar los pequeños logros y no desviarnos del camino cuando enfrentemos dificultades.
Es crucial definir metas específicas, elaborar estrategias adaptadas a nuestras circunstancias, ser realistas en nuestros objetivos y comprometernos con perseverancia y esfuerzo. Valorar los pequeños logros y mantener el compromiso a lo largo del tiempo son claves para el éxito en el cumplimiento de nuestros propósitos. Y si no lo logramos, que la caída no nos suponga ni estrés ni sentirnos mal. Solo se trata de volverse a levantar y seguir caminando.
… el problema es precisamente ese… sentirse en la OBLIGACIÓN de marcarse objetivos ineludibles… lo mejor pues, para sentirse mejor, es procrastinar y NO marcarse objetivo ninguno… así, todo lo bueno que vaya ocurriendo será una agradable sorpresa, y viviremos más felices… y lo mejor, este consejo es GRATIS…