A las 19 horas, el Museo de Menorca será el escenario de una fascinante charla a cargo de la arqueóloga Cristina Bravo donde compartirá su conocimiento sobre las intrigantes costumbres romanas en materia de amor y sexo, y cómo estas se reflejan en los vestigios arqueológicos encontrados en Menorca, una isla que se incorporó al Imperio Romano en el año 123 antes de Cristo.
Entre los hallazgos arqueológicos en Menorca, se destacan elementos decorativos que no solo cumplían la función de proporcionar luz, sino que también presentaban escenas eróticas. Estos descubrimientos ofrecen una ventana única para comprender las actitudes y prácticas relacionadas con el amor y el sexo en la Antigua Roma.
En la sociedad romana, el matrimonio era una institución importante y se consideraba esencial para la estabilidad social. La familia era la piedra angular de la sociedad romana, y las relaciones familiares estaban estrechamente ligadas a la estructura social.
La mitología romana atribuía gran importancia al amor, personificado por Eros (Cupido). Este Dios del amor simbolizaba la pasión y el deseo, y su influencia se reflejaba en diversos aspectos de la vida cotidiana.
En Menorca, incluso antes de la llegada de los romanos, ya existía el concepto de gustar o presumir. Buena prueba de ellos son los abalorios, pendientes, colgantes o peines que se encontraron en ajuares o en diferentes lugares de excavaciones o en grutas. La expresión artística en la Roma antigua a menudo incorporaba elementos eróticos. Esculturas, pinturas y objetos de uso diario a menudo representaban escenas íntimas, reflejando una aceptación más abierta de la sexualidad en comparación con algunas culturas contemporáneas.
La vida social en la Antigua Roma incluía una indulgencia en placeres sensuales. Banquetes, eventos sociales y festivales a menudo ofrecían oportunidades para la expresión de la sexualidad y el disfrute de los placeres mundanos.
La esclavitud desempeñaba un papel en las prácticas sexuales en la Antigua Roma. Las relaciones entre amos y esclavos, incluyendo aquellas de naturaleza sexual, eran una realidad en la sociedad de la época.
Bravo también señalará la cuestión de género. En la Antigua Roma, el papel de la mujer estaba intrínsecamente ligado a las expectativas sociales y a menudo se veía influenciado por la posición económica y social de la familia. Mientras que las mujeres de clases más altas podían disfrutar de ciertos privilegios y participar en eventos sociales que promovían la interacción con hombres de su misma posición, las mujeres de clases más bajas tenían roles más restringidos. La condición de género impactaba directamente en las oportunidades y libertades que las mujeres tenían en el ámbito amoroso. Las diferencias de clase también jugaban un papel significativo, ya que las dinámicas sociales y económicas moldeaban las relaciones amorosas de manera distinta entre diferentes estratos sociales. La charla de Cristina Bravo en el Museo de Menorca proporcionará un espacio para explorar estos aspectos más sutiles de la vida romana, revelando cómo la intersección de género y clase contribuyó a la complejidad de las experiencias amorosas en la Antigua Roma.
La prolífica literatura romana, incluyendo obras de autores como Ovidio, proporciona una visión profunda de las actitudes hacia el amor y la sexualidad. La poesía y la prosa a menudo exploraban temas de deseo, pasión y relaciones. Otros autores de aquel tiempo también ayudan a ampliar esta visión.