Sant Lluís despidió con gran dolor a Camestortes tras unos días de frenesí que han llevado al pobre hombre hasta la tumba. El vecino más divertido, responsable del desenfreno de las últimas jornadas, yace inerte (aunque no lo parecía demasiado durante el recorrido del cortejo fúnebre) y descansa en paz aunque se sospecha que regresará dentro de un año.
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