El informe FOESSA y Cáritas por un lado y la lista Forbes por otro, nos confrontan dos realidades: la pobreza y la riqueza extrema. La mayoría nos ubicamos en un término medio, considerándonos clase media. Pero, ¿qué significa realmente pertenecer a una clase social?
Karl Marx define las clases sociales por la relación con los medios de producción y la conciencia de clase. La OCDE, por otro lado, las define por el nivel de ingresos.
En España, según la OCDE, la clase baja abarca ingresos inferiores a 11.395 euros anuales (949 euros al mes), la clase media se ubica entre 11.395 y 30.386 euros anuales (949-2.532 euros al mes) y la clase alta supera los 30.386 euros anuales (2.532 euros al mes).
Es crucial considerar que estas cifras varían según el tamaño del hogar.
Pertenecer a una clase social no solo depende de nuestros ingresos, sino también de nuestra educación, patrimonio, trabajo y estilo de vida. ¿Cuántas veces hemos oído que en Menorca se vive muy bien o que hay un alto nivel de vida? (por el coste de la vida). La clase social puede determinar nuestras oportunidades en la vida, como el acceso a la educación, la salud y el trabajo.
El sistema de clasificación por clases sociales puede ser útil para comprender las desigualdades en la sociedad. Sin embargo, es importante recordar que es una herramienta simplificada que no refleja la complejidad de la realidad social.
Un ejemplo; un trabajador que obtiene una renta de 2.000 euros al mes pero que tiene que dedicar más de la mitad a vivienda, ¿es de clase media o dónde le situamos si le queda pocos recursos para el resto de gastos mensuales?
Ser conscientes de las diferentes clases sociales y las desigualdades que existen es el primer paso para construir una sociedad más justa e igualitaria. Y entender que no todo se resume a números. A diario cambian los vientos de la economía y, con ellos, la adaptabilidad a estos cambios de cada cual.
La OCDE ofrece un sistema de clasificación basado en ingresos que puede ser útil para comprender las desigualdades.
Es importante ser conscientes de las limitaciones de este sistema y no utilizarlo para encasillar a las personas.