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“Sinfonía catalana con Pedro Sánchez de obertura”

Un artículo de Adolfo Alonso


Comienza la sinfonía  para Catalunya, después de la vasca con una obertura imprevista pero previsible de una crisis política general: la carta de Pedro Sánchez.

 

Desde luego después de las elecciones vascas, acudir a la visceralidad y al sistema de la Transición y al hecho del terrorismo pasado para enfrentar el problema no va a ser suficiente. Dos interpretaciones, la primera es que el camino hacia la independencia del País vasco es tangible, y la segunda es que una parte de la sociedad vasca, por las razones que sea, culpa o mala conciencia, quiere olvidarse del pasado, y cerrar cuanto más rápido mejor. Es un cierre en falso, pero es lo que hay.

 

La situación de Catalunya  y su panorama político no es comparable con el de las recientes elecciones del País vasco ni con sus actores ni resultados. Ni la situación ni los operadores políticos son los mismos, aunque existe el mismo problema de fondo que es el del nacionalismo y el secesionismo independentista. Y esto ha de llevarnos a comprender que la lucha es política, y no de buenos y malos, ni de leales ni traidores. Habrá que hacer política con la cabeza y no con la testosterona o las hormonas, 

 

Según las encuestas el PSC de Salvador Illa el que ganará, pero la obertura de la sinfonía catalana ha empezado con dos movimientos de rondó, muy en modo sinfonía para violín y orquesta de Beethoven. El primero es el Caso Koldo de las mascarillas y la investigación por comisiones del Senado y del Congreso. El segundo, con más pasión del romanticismo, es el periodo de reflexión que se ha dado el Presidente del Gobierno en relación con sus dudas sobre si merece o no la pena seguir en política, por la denuncia contra su esposa.

 

De la primera, Illa saldrá bien, es un hombre tenido por honesto e inteligente. No estará metido en nada raro en el tema de la pandemia. Sin tener ni idea de Sanidad, se vio en el lío, cuando estaba destinado al Gobierno para otras funciones, la mesa ente el Gobierno y la Generalitat. 

 

De la segunda nadie sabe cómo saldrá porque aparentemente ha sido una sorpresa y tampoco nadie conoce cuál va a ser el desenlace. Y esto me paraliza a mí también porque pensaba comenzar una serie sobre las elecciones catalanas y ahora me veo metido en el género epistolar, que es a lo que dedico este artículo.

 

La carta ha tenido una reacción doble. Por un lado el PP, que con Ayuso, totalmente fuera de juego ya para el futuro después de cómo ha gestionado su propia crisis romántica, y con Feijoo pasado de vueltas totalmente, secundado por sus dos mamporreros (al menos Cayetana tiene talento y oratoria), y por otro lado el PSOE y sus socios de gobierno, que han optado por un ‘prietas las filas’. En medio, Pedro Sánchez guarda silencio y deshoja la margarita en la tensión política.

 

No voy a opinar, y no opinar es una forma de opinar. Llevo mucho tiempo escribiendo en este periódico, que la situación política entre el gobierno y la oposición es irrespirable. Algo tenía que pasar y pasó esto como podía haber pasado otra cosa, como un Ábalos, un Óscar,  otro Koldo bis, etc. Por cierto, impresionante Koldo en el Congreso, asusta. Dice Puigdemont que de casa se sale llorado, y es cierto esto, no se puede llorar por que se metan con la familia cuando se han metido con la familia de otros, sin decir nada, y los otros con los unos.

 

Yo prefiero creerme que es un tema estrictamente personal. ¿Qué hay de malo en que lo sea?. Todos podemos entender que si te tocan a alguien que quieres, te enfades, des un golpe encima de la mesa, llames la atención, entres en crisis acerca de si todo esto merece la pena, y lo que no entiendo es que se dude como hace el PP de que esto puede no ser así.  Por lo tanto prefiero, y lo creo, que se trata de una cuestión personal, de verdad. O sea, la denuncia de su esposa, ha tocado fibra personal, y como tal Pedro Sánchez ha reaccionado y en este sentido no cabe más que respeto y silencio. Tiene derecho a ello. 

Cada uno reacciona personalmente cómo reacciona ante cuestiones que afectan a los sentimientos y especialmente a la pareja, el silencio la introversión o el puñetazo. Es algo personal, y rechazo todo lo que desde el PP sin la más mínima empatía se está diciendo, porque creo que la discrepancia política merece un respeto, y aunque este se haya perdido hubiera sido un momento muy adecuado para Feijoo de callarse la boca. También es cierto que hace tiempo que le he dado por amortizado y que le he recomendado que vuelva a Galicia, porque le falta duende. Quizás tenga meigas, pero lo que se dice ángel no lo tiene, no. Ni él, ni su portavoz, ni alguno de sus miembros más próximos del equipo que parecen más la Señorita Rottenmeier que el abuelo de Heidi. Pero si entro como lo hago en una cuestión personal, odio las adhesiones inquebrantables, en las que parece está cayendo el PSOE. Hay miedo y despiste y esto significa que Pedro Sánchez está funcionando de manera personal y por libre.

 

Lo que se debería hacer es normalizar el dolor personal, y admitirlo como posible en lugar de entrar como un dron por control remoto en el alma de Pedro Sánchez.

 

Son unos pocos días, es comprensible, dejemos el tema en periodo de reflexión en lugar de decir barbaridades ni montar concentraciones al más puro estilo caudillista, y dejemos que las cosas fluyan sin incendiarlas, porque de este incendio nos vamos a quemar todos y tenemos una lucha política por delante en el País vasco y en Catalunya muy muy muy dura.  Todo camina hacia una reforma constitucional, en unos años y hacia una nueva configuración a la inglesa de la corona. Las cosas si siguen así no serán igual que antes y es necesario comprender que esto puede pasar y hacer política sana para que no pase. Dejemos pues reflexionar a Pedro Sánchez persona , tocada; no politicemos la carta y esperemos.

 

¿Qué es lo que puede suceder? Dejado el tema dentro del ámbito personal y rechazado como hago también con las barbaridades que Feijoo, Ayuso y la Sra. Gamarra están diciendo, desperdiciada la posibilidad de distender la política que ha tenido el PP, perdido en sus montes como los maquis, y saliéndome precisamente por ser un tema personal de las adhesiones inquebrantables del PSOE al gran líder, me debo centrar en el día después del periodo de reflexión. 

 

Y este día después pinta a que se le trata de dar la coartada del yo quería pero mi sentido de la responsabilidad y mis compañeros me han hecho decidirme a aguantar la porquería de política que estamos haciendo todos. Cargar contra la derecha, la ultraderecha, y todo lo que quieras. Seguir en la misma línea embarrada, parece que será lo que pase después del lunes, y sería para mí una sorpresa mayúscula lo contrario. Pensar en que la vicepresidenta accede a la presidencia en funciones, me asusta, así que se pararía el Gobierno y todo quedaría en interinidad, y esto no beneficia a la conexión interior.

Se puede estar en contra de la política del Presidente del Gobierno pero no sería responsable a niveles de cumplimiento del deber, una dimisión, que no veo se vaya a producir. La política con mayúsculas, los pactos, las leyes básicas que estamos haciendo no me gustan, pero me gusta menos aún ceder terreno de incertidumbre con Catalunya de fondo y con el País vasco de trastienda.

 


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