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La información y la formación se alían en la prevención del suicidio

Carolina Ávila, del colectivo 'Desintegrades', ofreció una charla en el Edificio Calabria de Maó

No es imposible aprender a gestionar el dolor
No es imposible aprender a gestionar el dolor
Foto: Pixabay

Una de las principales conclusiones que se abordaron en esta charla fue cómo los tabús y los estigmas no ayudan a diagnosticar o actuar frente a una situación de riesgo en relación al suicidio.

La persona que se enfrenta a pensamientos suicidas se encuentra abrumada por su propio sufrimiento y la falta de perspectivas de un futuro sin tanto dolor. Los trastornos mentales representan uno de los factores de riesgo más significativos debido al intenso sufrimiento que pueden experimentar los pacientes. Entre el 65% y el 85% de los suicidios consumados están vinculados a un diagnóstico psiquiátrico previo.

La depresión es la principal causa de discapacidad a nivel mundial. Sin embargo, la mayoría de las personas que padecen trastornos mentales no llegan a cometer suicidio. Porcentaje aproximado de suicidios según los trastornos principales: depresión (15%), trastorno bipolar (20%), alcoholismo (18%), esquizofrenia (10%) y trastornos de la personalidad (10%).

Es crucial identificar los trastornos mentales sin diagnosticar, ya que representan un alto riesgo de suicidio al no recibir tratamiento, como suele ocurrir con la depresión en personas mayores.

La prevención y la detección temprana son fundamentales. Los programas dirigidos a niños y adultos han demostrado ser efectivos. Además, es importante destacar la relación entre ciertos trastornos, como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), y el aumento del riesgo suicida, lo que resalta la necesidad de una evaluación adecuada.

Los trastornos de la personalidad, el abuso de sustancias y otros factores, como el estrés postraumático y los trastornos de la conducta alimentaria, también se asocian con un mayor riesgo de suicidio.

La prevención del suicidio no se limita al ámbito clínico, sino que también requiere intervenciones a nivel comunitario y político, incluyendo la educación sobre salud mental y la eliminación de estigmas.

En resumen, la comprensión profunda de los factores de riesgo y la promoción de la salud mental son fundamentales para prevenir el suicidio y salvar vidas.


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