He salido temporalmente del búnker para ir a trabajar a Madrid. Un auténtico desastre como está la administración de justicia en este país, jueces, juezas, fiscales, fiscalas, de verdad que cuando vamos a trabajar ya no vamos a un juzgado, vamos a la versión del siglo XXI del Castillo de Kafka. Pero lo malo es que ya ni me preocupo ni me ocupo, solo acepto que un juzgado es como cualquier otra oficina de la administración de justicia y que un juez no es un juez sino un funcionario con su oficina atascada, con obligación de sacar resoluciones judiciales controladas por estadística.
La justicia era una cosa bonita , una virtud clásica de los griegos o los antiguos en general, pero que ahora no se aplica más que como función pero no como virtud. También les digo que hay alguna excepción en esto.
Por la tarde a la Casa del Libro en Gran Vía a nutrirme. Soy antiguo y me gusta el libro de papel y pastas bonitas, y cuanto más antiguo mejor. Soy un coleccionista de libros antiguos, creo que el mas viejo que tengo es un Fuero del siglo XVIII, pero también los del siglo XX me gustan. Lo que no me agrada son los libros digitales ni comprar por Amazon. Prefiero los rastros, las librerías de viejo, las casetas de madera, la cuesta Moyano , Sant Jordi y la feria del libro.
Otra vida fuera de la administración
Al día siguiente, en una notaría del extrarradio de Madrid, absolutamente cutre en instalaciones y en imagen y presencia -¿ya se nota la crisis en el mobiliario de las notarías?- firmo un divorcio dual o sea un divorcio físico y un divorcio de la sociedad mercantil que comparten dos personas. Estos divorcios valen por dos, o sea que si alguien ha pasado por esta experiencia, le reconozco la posibilidad de que se defina en su estado civil como bidivorciado, o divorciado fluido personal y societario.
Mi cliente es español de nacionalidad y cubano de origen. Dice que trabaja en España como un negro, y es cierto. Después de la firma vamos a comer a la Castellana, una lubina al horno para hacer una despedida de casado.
Cuba, igual que Filipinas, son para mí como Etiopia es para los rastafaris: como el paraíso final, sin el Negus. La conversación en el ágape va desde la Constitución de Cádiz de 1812 en la que participaron delegados cubanos, hasta el día de hoy con el actual régimen, y las salidas del régimen. Es una historia, la cubana, apasionante.
Le digo, qué habría pasado -¿te imaginas?- si Cuba en lugar de haber accedido a la independencia permanece en España. Estaría dentro de la Unión Europea. Se habría evitado a Batista, la mafia americana, la colonización yanqui, y todo lo que después ha pasado: Guerra Fría, rusos, guerras de África, financiación por medio de drogas, pero sobre todo sería una sociedad más libre que la que ahora es y tiene.
¿Cómo se soluciona esto? ¿qué hay después del Castrismo? La nada. No hay solución -me dice. Volver a empezar de cero.
Hay más de 2.000.000 de cubanos fuera de Cuba sobre una población de 10.000.000 de cubanos y en Miami hay más de 1.000.000. Los que quedan dentro son unos supervivientes y funcionan como tales.
Los derechos de los cubanos implican más de 2.000.000 de euros mensuales que entran en la isla. “Pero cuando llegas allá, eres extranjero en Cuba por lo que te tratan como tal. Por ejemplo no puedes estar en casa de tu padre -me explica- porque no tiene licencia turística para acoger a extranjeros, (esto me suena). Puedes entrar en zonas reservadas a turistas. Esto lo ha podido hacer con sus dos hijas porque aunque él es cubano ellas no pueden tener la nacionalidad cubana.
En fin, el ciudadano cubano se ha acostumbrado a depender de los cuatro productos alimenticios que da el gobierno y lo demás es simplemente dejar pasar el tiempo y sobrevivir con los turistas.
Me imagino una Cuba y unas Filipinas como las Islas Canarias o como los territorios franceses de ultramar por poner un ejemplo.
Esto de las independencia creo que ha sido mala cosa para todos nosotros, son cuestiones del pasado producto de factores políticos, monarquía absolutista, económicos, una burguesía que quería detentar el poder por ofensas de la metrópoli…
La independencia de Cuba y Filipinas no fue buena ni para ellos, ni para nosotros, creo que a todos nos hubiera dado una dimensión dentro de la Unión Europea extraordinariamente fuerte y positiva.
No son tiempos de independencias, ni de romanticismos con la extrema derecha fuerte en Europa. Son tiempos de unidad, y análisis de soluciones territoriales que excluyan cualquier tentación de división y debilidad.