Cada año vuelve la programación de Líthica, Ses Pedreres de S’Hostal. Un lugar que ya es mágico por sí solo. Una vieja cantera de marés que se salvó del abandono y de convertirse en un agujero donde amontonar residuos. Desde que Leticia Lara y su equipo decidieron que la belleza pétrea del lugar y de esa fabulosa caja de resonancia debían convertirse en un atractivo más de la isla, la Fundación Líthica y su programación de verano son un referente.
Este año, como anunció la propia Leticia Lara al inicio del concierto inaugural este pasado miércoles noche, van imprimiendo un carácter menorquín al programa estival. Así es como le pidieron al afamado pianista de Maó, Marco Mezquida, que interpretara ‘A piano sol‘, un espectáculo de improvisación.
El arranque del concierto no gustó al numeroso público que hacía cola en el bar, que cerró sin contemplaciones sus servicios pese a que había una larga cola. A partir de allí, todo mejoró. Las primeras notas sencillas y delicadas fueron como las primeras gotas de una lluvia que anuncia un chaparrón. Y así, la fuerza interpretativa de Mezquida acabó tornándose un temporal que hizo vibrar el recinto.
Al recuperar la calma musical, los pájaros que habitan el lugar ya estaban haciendo los coros de una sinfonía que bebía de la experiencia que el menorquín ha conseguido a base de años de patearse escenarios y estudios de grabación por medio mundo. En cierta manera, conseguía poner la banda sonora vital de los espectadores al recrear emociones con las composiciones que tenían vida propia, subiendo y bajando como el pulso de un corazón latiendo.
Con el primer silencio llegaron los entusiastas aplausos que volvieron a sentar al maestro. Esto se repitió en varias ocasiones y Mezquida tenía siempre otra carta escondida para sorprender: ya sea con versiones de clásicos, temas más modernos como “Libre” de Nino Bravo o “Eternal Flame” de Bangles, música de jaleo, haciendo cantar al público “Ciutat de Parella”, o músicas que igual salían del teclado como de tocar directamente las cuerdas del piano de cola.
Para acabar de redondear la parte del espectáculo, con su buen amigo Joan Taltavull, la improvisación musical se vistió de la actuación de baile e interpretación, acabando con Taltavull dentro del mismísimo piano. En definitiva, un gran concierto con color, magia y buena música que consigue abrir con un gran nivel la programación de verano de Fosquets de Líthica.