l actual Presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, parece que nos trae el reencuentro de la política con la filosofía.
Recientemente, reflexionaba en un artículo de menorcaldia sobre la desconexión actual entre la filosofía y la política, abogando por su reconciliación, pues la política es parte inherente, debería serlo, de la filosofía clásica representada por filósofos como Aristóteles y Platón. Pero se ha desgajado para ir por los territorios de la estrategia, la tensión y de la detentación del poder casi como fin en sí mismo.
El anterior político a Illa, de formación filosófica, fue Ángel Gabilondo, actual Defensor del Pueblo que ocupó cargos en el ámbito educativo y ministerial. Con Salvador Illa, lo mismo que con Gabilondo, la filosofía regresa a la política de la mano del socialismo. Illa se distingue por ser un catalanista intelectual, caracterizado por un perfil conciliador, dialogante y tolerante, fomentando el debate de ideas, su estrategia apunta a terminar el “procés” y buscar la unidad social en Cataluña a través del diálogo y la construcción de un nuevo escenario dentro del estado constitucional que tenemos. Me ha sorprendido la invocación inicial por su parte al humanismo cristiano. Representa un paso significativo en la promoción de valores e ideales en la política actual, esto ya es una novedad
por sí misma. Esta corriente de pensamiento, que fusiona la filosofía clásica con la doctrina cristiana, aboga por la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social y la convivencia pacífica, desde y a partir de la figura de
Jesucristo. Asimismo la posición política del Presidente plantea un enfoque integrador entre el socialismo y el humanismo cristiano, buscando generar bienestar y equidad en la sociedad. Salvador Illa, a través de su propuesta de socialismo y humanismo cristiano, trasmite un mensaje, construir una Cataluña inclusiva y cohesionada, fortaleciendo la convivencia entre todos los ciudadanos. La invitación al debate de ideas, que se deduce de sus primeras palabras, más que a confrontaciones patrióticas, se erige como un pilar para lograr consensos y resolver los desafíos actuales en materia fiscal y territorial.
La historia del humanismo cristiano se remonta a la Edad Media, donde filósofos y teólogos como Santo Tomás de Aquino comenzaron a conciliar la filosofía clásica (principalmente la de Aristóteles) con la doctrina cristiana.
Durante el Renacimiento, esta corriente de pensamiento experimentó un resurgimiento significativo, con pensadores como Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro enfatizando la importancia de la dignidad y la libertad. Evidentemente en donde se produce la discrepancia entre socialismo y humanismo cristiano es en la figura de Cristo como inspirador o de Marx como ideólogo del socialismo. pero hoy en día, no hay inconciliabilidad esencial entre socialismo y cristianismo en su doctrina social. Recordar el movimiento de los curas obreros, o la teología de la liberación, o las órdenes religiosas , frailes, padres, y monjas, y su trabajo social, puede también ayudar a lo que quiero expresar.
Lo que está proponiendo Illa a la sociedad catalana, desde el socialismo y el humanismo cristiano, es una convivencia basada en el bienestar de la sociedad y en la defensa de la misma dignidad humana de todos, en el amor al diferente, solidaridad, y justicia social. Esto es un mensaje contrario radicalmente al de la confrontación y al de la separación social. La relación entre el socialismo y el humanismo cristiano es un tema complejo que ha generado debates y discusiones a lo largo de la historia. Tanto el socialismo como el humanismo cristiano tienen como objetivo central la promoción del bienestar de la sociedad y la defensa de la dignidad humana, pero desde enfoques diferentes. El socialismo se basa en la idea de la igualdad social, la justicia económica y la distribución equitativa de la riqueza. Busca eliminar las desigualdades inherentes al sistema capitalista y promover la solidaridad y la cooperación entre los individuos. Por otro lado, el humanismo cristiano se fundamenta en los principios de amor al prójimo, la solidaridad, la compasión y la justicia social, en línea con los valores enseñados por Jesucristo.
Este es el marco filosófico que parece que nos quiere diseñar Salvador Illa, y a mí me parece muy bien. En este contexto, la figura de Illa y su enfoque filosófico en la política abren nuevas posibilidades para la construcción de una sociedad más justa y solidaria, donde la diversidad de pensamientos y enfoques se conviertan en herramientas para el progreso y la armonía social. Su llamado al humanismo cristiano y al socialismo como ejes de pensamiento
invita a reflexionar sobre la importancia de la ética y los valores en la toma de decisiones políticas, aspirando a un futuro más inclusivo y equitativo para todos los ciudadanos.
Otra cosa es que lo consiga, porque la dificultad va a estar en pasar del mundo de las ideas al mundo de las obras, y el mundo de las obras se llama el pacto fiscal, ¿concierto fiscal? y su incidencia en la igualdad entre todos los
territorios de España.
El resto de España debería hacer un esfuerzo por entender esta posición y revisar los mecanismos de solidaridad, para equilibrar lo que ya son dos divisiones, la fiscal y la territorial. La División territorial se instauraba en la constitución de 1.978 con tres territorios concretos, esto establecía diferencias con el resto de territorios y de ahí salieron todas las autonomías, más que discutibles territorialmente e históricamente, con la formula “café para todos”. No ha funcionado en términos de suficiencia y seguimos pelándonos. Ahora nos encontramos con una situación similar, solo que en materia fiscal. A la cuestión fiscal catalana seguirá la gallega en cualquier momento, y otra vez el “café para todos”. No me gusta que se rompa un modelo de solidaridad económica entre los territorios del estado, creo que es un paso más al establecimiento de la quiebra de un destino común como pueblo. Tendremos que hacer números y buscar soluciones para resolver este nuevo factor. Deberá ser o el “café fiscal para todos” o la solidaridad equilibrada entre los diferentes. Lo que no podemos permitir es que esta situación genere más pobreza en territorios pobres o más presión fiscal en territorios fiscalmente no concertados para cubrir las pérdidas de solidaridad de las regiones más pobres. Cada territorio ha de espabilar, pero el socialismo es reequilibrador de las desigualdades y esto no puede ser olvidado. Hay que resolverlo. Salvador Illa y su humanismo Cristiano ha de ser no solo para Catalunya sino para todos los territorios, especialmente los más pobres económicamente. Esto también es humanismo cristiano y socialismo y el debate de ideas ha de ponerse en marcha. El movimiento del pacto fiscal es demasiado fuerte como para dejarlo pasar, pero en debate de ideas no en debate de misticismos patrióticos.
Confío en que de la misma forma que la filosofía ha llegado a Catalunya llegue al conjunto de la sociedad española, como un instrumento para rebajar la tensión actual pero también en que si se pacta algo en un acuerdo se cumpla por las dos partes firmantes, sin esquinazos ni juegos malabares. ERC no se fía en absoluto del PSC, ni del PSOE ni del gobierno de la nación y ha pagado precio interior y pagará aún más, por este pacto. Si la filosofía vuelve a la política, la palabra de honor y la lealtad a los pactos, como algo que afecta a la moral, también ha de volver. Puigdemont firmó un gobierno a cambio de un papel, ERC no puede firmar un gobierno a cambio de otro papel, esto sería inmoral. La filosofía ha de volver con todas las consecuencia. No me gusta nada, y no creo que se termine el nacionalismo catalán, volverán las oscuras golondrinas, pero se ha terminado una etapa y se ha firmado un acuerdo. Ahora toca cumplir, y cuidar las declaraciones de los ministros porque hay ministras que donde más pueden ayudar es fuera del gobierno.
Illa marca un camino nuevo para el PSOE, hay más dirigentes del PSOE que están en un camino semejante. Demasiados ya, confiemos que el socialismo democrático vuelva al PSOE y que se desarrolle una corriente de izquierda moderada intelectual al modo que el PSC de Tierno Galván, filosofo, lo hizo y al modo en que Besterio, también filósofo, sostuvo la dignidad de todo un partido y una filosofía en los momentos duros.