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“¡Qué grande es ser médico!”

Un artículo de Miguel Lázaro

Imagen de un médico.
Imagen de un médico.
(Foto: Pixabay)

Como el objeto de lucro de la profesión médica es la salud de las personas y su mayor compromiso la preservación de la vida humana se trata de un oficio de altísima responsabilidad, que exige de quien lo ejerce un alto gradiente ético, una sólida formación técnica y científica que le permita decidir correctamente en situaciones de incertidumbre y una condición moral que le sirva de guía al enfrentarse a las fronteras del conocimiento.

El médico debe ser objetivo y debe ser compasivo; debe aprender a respetar las creencias de sus pacientes, así no las comparta; debe tener sentido de solidaridad social; debe saber conservar una prudente distancia afectiva en su actuación profesional, pero sin olvidar la condición humana de los enfermos y sus familiares; debe ejercer liderazgo sobre el resto del equipo de la salud, sin actitud despótica, pero con firmeza; debe ser tolerante, comprensivo y flexible con los pacientes, familiares y colegas, sin renunciar por eso a sus opiniones y sin perder nunca de vista que el único fin de su actuación es buscar el beneficio del enfermo ; debe ser plenamente consciente de sus limitaciones como profesional y sobre todo, debe ser consciente de su capacidad de error, sin permitir que esta percepción deteriore la calidad de su ejercicio profesional por pérdida de la confianza en sí mismo.

Sólo no se equivoca quien no actúa, y no actuar, ya es una equivocación. Estas condiciones no son innatas. Estas son condiciones que se cultivan durante años, y se retroalimentan y perfeccionan en la medida en que, con constancia y motivación, el médico aprende del contacto diario con sus pacientes, sus colegas, las diversas instituciones en las que trabaja, en fin, de la sociedad entera. Estas condiciones requieren, como todo lo relacionado con la medicina, de predisposición vocacional y dedicación de por vida, y el costo de su aprendizaje es invaluable, ya que “el arte es largo y la vida corta”. El ejercicio profesional del médico es una causa bien reconocida de estrés y desgaste no sólo físico sino también psíquico, pues la enfermedad no conoce de horas de descanso, de horarios nocturnos ni de días festivos.

Por otra parte en la relación entre el paciente y su médico puede darse a veces lo que se llama el Síndrome de Hermógenes que ha sido definido como cualquier clase de padecimiento del paciente que sea ocasionado por una actitud deshumanizada del médico o del sistema de salud ante la enfermedad y el sufrimiento humanos.

Y también lo opuesto, el llamado Síndrome de Adriano que describiría toda actitud prepotente, arrogante o deshumanizada del paciente, sus familiares, los responsables sanitarios u otros, que pretenda menoscabar injustamente la importancia y la calidad del acto médico realizado por un profesional ético y competente, cualquiera que sea su fin o intención.

La relación médico-paciente es una alianza, cada vez más horizontalizada y menos paternalista, en la que se respeta la autonomía del paciente en la toma de decisiones. Clave el consentimiento informado. El paciente está cada vez más informado y quiere que, aunque no sabe medicina, se respeten sus valores. De ahí la necesaria deliberación entre el médico y el paciente. Ese es el arte del quehacer médico: la confianza en la relación entre el médico y el paciente

La profesión médica se caracteriza por un elevado profesionalismo, responsabilidad, ciencia y conciencia. Sabemos que tenemos un alto grado de reconocimiento social, que los pacientes confían en nosotros, que nuestro compromiso ha sido total en tiempos difíciles, pero exigiremos el respeto que nos merecemos a los nuevos dirigentes políticos. Tolerancia cero ante medidas anti-profesionalismo médico. Los médicos han cumplido, cumplen y seguirán cumpliendo.

Debemos de ser muy confrontativos defendiendo el ADN del médico porque abundan muchos francotiradores que okupan las administraciones, ideologizando y politizando el principal eje del estado del bienestar. La secta gerencial no descansa en su empeño de agraviar y desvalorizar al colectivo médico , que representa y asume la responsabilidad del liderazgo asistencial . Y sino que se lo pregunten a los pacientes y a los ciudadanos.

Recuerden que no estamos en derrota y mucho menos en doma.


Comment

  1. … las gentes respetan a los médicos… mucho más que a los miembros del clero… porque la sociedad evoluciona, y hace tiempo ya que giraron las tornas, desde tiempos medievales en que el pueblo llano prefería una rogativa o poner una vela, un rezo o mortificar sus rodillas durante kilómetros, antes de llevar a su hijo enfermo a un matasanos, con resultados siempre desastrosos… los chamanes siempre han envidiado a los doctos doctores, siendo como son meros prestidigitadores oportunistas… por eso hay dos frases en su escrito que chirrían… por un lado cuando dice que el paciente quiere que se respeten sus valores… hay que ver qué valores son esos… si son en contra del sentido y bienestar común, como que no, no se ha de permitir que la ignorancia y el desconocimiento prime sobre la información y el método empírico… la otra es cuando apela a que el médico debe respetar las creencias de sus pacientes… vamos a ver, seamos serios, todos habéis hecho el juramento hipocrático, no vaya a justificar ahora que si unos padres que son testigos de Jehová de las narices, en cuanto le pidan que deje morir a su joven hija por no practicarle una transfusión por unos dogmas estrambóticos que aquí no pintan nada, debe primar el bienestar del paciente, no las creencias, menuda memez. Va a resultar que tendremos que confiar más en la segunda ley de la robótica de una máquina, que nos salvará a nuestro pesar, que de un doctor que se va a abstener por dar más crédito a unas estúpidas creencias religiosas aún sabiendo que son ilusorias??!… la excepción sería la eutanasia, pero ese ya es otro tema, en el que por cierto, los jodidos religiosos profesionales también han intentado meter sus zarpas…

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