En ‘El temps habitat’, Maite Salord narra el regreso de Ángela a la casa de su infancia, un majestuoso caserón costero en Menorca donde pasó los veranos de su niñez. Ahora, ella y su hermano han vendido la propiedad a unos compradores franceses, y solo quedan algunos trámites para que la transacción se cierre. Con los padres fallecidos y tras años de vivir en el extranjero, Ángela vuelve a la isla en un momento clave de su vida: su matrimonio ha terminado, y siente que está en una etapa de transición. Este regreso, aunque breve, la enfrenta a los recuerdos de su pasado, ya que la casa, con su patio, porches y la capilla, está cargada de historia familiar. Sin embargo, todo está a punto de desaparecer, al igual que los rastros de quienes habitaron ese lugar. Salord explora con sensibilidad el peso de los recuerdos y la imposibilidad de aferrarse a los espacios que marcaron la infancia, en un relato de gran carga emocional.
Maite Salord, nacida en Ciutadella de Menorca en 1965, combina su labor docente con su actividad política y literaria. Es miembro del Institut Menorquí d’Estudis y ha presidido el Consell Insular de Menorca. Como escritora, ha cosechado reconocimiento con obras como ‘La mort de l’ànima’ (2007), finalista del Premio Sant Jordi, y ‘L’alè de les cendres’ (2014), que recoge testimonios de la Guerra Civil Española en las Islas Baleares.
Temática y tono de la obra
En ‘El temps habitat’, Salord aborda temas profundos como la pérdida y la nostalgia, utilizando como vehículo el regreso de Ángela a la casa familiar. A través de este retorno, la protagonista se enfrenta a los recuerdos de su niñez y al duelo por la muerte de su hermano. El relato muestra cómo el entorno físico, en este caso la casa y el paisaje que la rodea, está impregnado de las vivencias pasadas, convirtiéndose en un refugio y, al mismo tiempo, en un espacio inalcanzable. La obra refleja el esfuerzo de Ángela por reconciliarse con el pasado, justo en un momento de gran transformación personal.
El fragmento inicial de la novela describe a Ángela caminando en plena noche hacia la casa familiar, mientras rememora los veranos de su juventud y cómo la muerte de su hermano marcó un punto de inflexión en su vida. Se evoca la sensación de encierro en esa finca rodeada de muros altos y cómo, en su adolescencia, encontraba pequeñas fugas nocturnas con sus amigos. Ahora, de adulta, el regreso está teñido de un dolor más profundo, donde ya no quedan amigos ni familiares, solo el eco de lo que una vez fue su vida. Esta carga emocional resalta el contraste entre el presente y el pasado, entre lo que permanece y lo que se pierde.