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“La vida es como la bici”

Un artículo de Adolfo Alonso

La generación que saboreó la libertad.
La generación que saboreó la libertad.
Adolfo Alonso y un grupo de sus compañeros de la facultad cuando estudiaban en la Universidad de Oviedo. (Foto: A.A.)

“…mientras das pedales no te caes.” Esta frase no es mía, la veo en una tienda en el Aeropuerto de Asturias de vuelta a Menorca. Me pilla en un espacio de días ubicado entre la ida a Oviedo, para asistir a la cena quinquenal de mi promoción de la Facultad de Derecho, y la partida hacia Mérida para hacer en bicicleta la “Vía de la Plata” del Camino de Santiago de Compostela.

 

En mi promoción universitaria, hay muy buena gente, buenos compañeros y compañeras, tanto en el plano personal como en el plano profesional. Debe ser el periodo histórico de  “bullít”, el hervor, que hemos tenido. 

 

Ellas, luchadoras por la igualdad de la mujer de primera generación en una sociedad española que recién había corrido por la universidad delante de la policía , color gris, de Franco. Una generación rompedora, alegre  y creativa; sin redes sociales ni inteligencia artificial. La sociabilidad y la inteligencia que teníamos era natural, pero complicada, pues la libertad se estrenaba, y la extrema derecha se nos metía en la facultad, en pleno centro de Oviedo, a dar palos. Momentos en que el PSOE, tenía de delegado de facultad o subdelegado no recuerdo ya bien,  a Álvaro Cuesta, después diputado y miembro del Consejo General del Poder Judicial y a Javier Riera. En los que la ORT o el MC, o la LCR, los “troskos”, los maoístas, hacían los carteles artesanales a mano y la AUPEM ,la asociación feminista de las compañeras, ponían globos en las concentraciones personales en la calle y en el patio de la facultad bajo  la estatua del obispo Valdés Salas. Por eso venían los palos de la extrema derecha, porque su suponía que la Facultad de Derecho era de rojos y rojas. Y allí entraban diez o más tipos a pegar físicamente , literalmente, “a dar palos”.  Eran los “Guerrilleros de Cristo Rey”, falangistas de camisa azul, que metían al pobre  Jesucristo en el reparto de  “ostias” que seguro no hubiera querido dar ni mencionar. Aún me acuerdo de sus nombres y de sus caras. 

 

El día que Santiago Carrillo, PCE, vino a la facultad, llena a rebosar, aparecieron a pegar. Pero no eran tiempos para la violencia sino para la flor en los fusiles, y desaparecieron. Cuestión de formas, porque parece que resucitan en toda Europa.

 

Los chicos éramos menos activos que ellas, posiblemente por tenerlo mejor contemporáneamente. Pero compartíamos visiblemente el tiempo con esperanza.  Muchos de los actos de concentración real y no virtual , eran por el boca a boca, o el panfletillo de imprenta o “vietnamita” o fotocopias. No solo se sacaban apuntes de clase en fotocopia en el “mercado negro” sino ideas políticas y anonimato. También vivíamos la cultura de una forma intensa, si se quiere con marginalidad y provocación, pero era lo que tocaba en aquellos tiempos para salir de la cultura franquista de Sánchez Mazas, José María Pemán, Agustin de Foxa o el Padre Urtega.

 

Un quinquenio más para celebrar nuestra memoria y nuestra existencia. Pero  también el presente. Reencontrarnos, ahí estamos y la vida sigue sin podernos, aunque viene la tristeza de los que se van marchando.: Santiago, Luis, Montxu, Kike, Arturo, José Luis. Enrique, Aurelio, y algunos más. Con Montxu, fui  compañero de colegio desde niños en la escuela de los Jesuitas, y compartí muchos viajes en coche durante años para ir a la facultad todos los “días del Seat seicientos”. Cuando llovía se inundaba el coche , nunca supimos por dónde, aquello era el “Titanic” , y los de atrás o los de adelante teníamos que levantar las piernas según se subía o se bajaba por la carretera. Cuando no había dinero para gasolina teníamos que apagar el motor cuesta abajo para no gastar. Fuimos otros días compañeros de auto-stop para ir o volver de la facultad.

 

A los que quedamos no parece por ahora que se nos caiga la vida, y seguimos pedaleando.  

 

Éramos una  buena generación, abogados muchos y muchas de ellas brillantes, por no decir todos menos yo. Gente de la cultura y de las artes, secretarios de ayuntamiento, notarios, procuradores, magistrados, escritores, militares, docentes universitarios de primer nivel, fiscales, y más. Compartíamos una facultad, antigua, la del rector Alas o la de Teodoro López Cuesta. Histórica testigo de la revolución del 34 y de la guerra civil. 

 

En pleno centro del Oviedo viejo, se convirtió en un espacio de libertad con nosotros. Hoy ya no es docente, sino protocolaria. 

 

La comparación entre el edificio en el que estudiamos y el edificio de la Facultad de Derecho actual, en un lugar llamado “El Cristo”, nada que ver con los otros, ya nos puede dar idea de todo lo que ha cambiado. Lejanía, mastodóntica urbanística, aislamiento urbano de la ciencia social, dificultades de comunicación, masificación, ausencia de maestros con nombre y apellidos, burocratización de los departamentos y lo que hoy es el país.

 

Nosotros seguimos con la bicicleta, vamos cumpliendo con nuestro destino generacional, con ganas, no libre de nostalgias, y está bien, muy bien que sea así. Esto nos permite mantener la idea de solidaridad comunicación personal, identidad, y memoria entre nosotros, y otra vez subir a la escalera del colegio de abogados para hacernos las fotos del evento.

 

Las despedidas son abrazos y besos, los deseos son de “cuídate”, las respuestas de “tú también” y a ver si en lugar de cada cinco años nos vemos cada dos…

 

No escribo estas líneas, por aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, cada tiempo es bueno y diferente en la cadena de unión generacional. Seguimos en la vida, y con ganas risas y humor. Los que nos hemos reencontrado, y los que no también seguro. Ni quiero comparar nuestra generación con la de nuestros hijos ni la de estos con las de sus hijos. Somos ya dos generaciones las que tenemos detrás, y una aún por delante. 

 

Lo que digo es que esta generación a la que pertenecemos, es una generación especial. Entre la que nos precede, que vivió de cerca o en primera persona la Guerra Civil, y la dictadura de Franco y la que nos sigue, que vivió la democracia consolidada. Somos la generación de la inmediata post transición, que ha tenido la oportunidad de participar en la transición política del post franquismo. Hemos mamado muchas cosas y hemos construido con tolerancia un país, que ha funcionado, que ha aumentado la preparación de nuestros hijos para el trabajo y la vida, que ha votado la Constitución, La OTAN y la Unión Europea, que se ha quitado de encima el 23-F. Somos las fotografías de un álbum no virtual, ni sepia, ni amarillas, de unos valores y una forma de vida, que aun cuando es respetuosa con la de los que nos siguen, también pide respeto y no olvido, como no olvidamos a los que se han marchado de entre nosotros y sus valores. Ahora , más que nunca, o igual que antes, nos tocará recuperar la utilidad que tuvimos, nuestro protagonismo. Nuestra presencia es importante por lo que simbolizamos e hicimos a favor de la libertad y la tolerancia con nuestra vida y nuestro trabajo.

 

No pretendo tampoco decir que somos la mejor promoción de nada, ni de la facultad ni de otras facultades, solo digo que fuimos buenos, y que hemos vivido lo que hemos vivido, como los miembros de otras promociones de las facultades de derecho de entonces. Nosotros hemos hecho lo que tocaba.

 

En estos momentos de tanta tensión social y política, mundial y especialmente interior,  nuestra existencia y nuestro ejemplo está ahí para mirarlo y vamos  seguir dando pedales para que la vida no se nos caiga y para ayudar a lo que somos como sociedad.

 


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