Varios residentes de Maó, especialmente los de la zona de Andrea Doria y la calle Campamento, han manifestado su descontento y preocupación por el estado de abandono en el que se encuentran sus calles. Las quejas son numerosas y van desde la falta de mantenimiento en infraestructuras básicas hasta el riesgo que suponen para la seguridad de los ciudadanos. Uno de los puntos de conflicto es una puerta oxidada en un edificio de la zona, que ha sido reparada de manera precaria con bridas. Los vecinos alertan de que la puerta, debido a su estado de corrosión, podría causar un accidente, ya que se encuentra en condiciones inestables. Del mismo modo, las vallas de la zona, también oxidadas, representan un peligro constante, sobre todo porque los niños juegan cerca de ellas. A esto se suma el deterioro visible de un edificio cuya fachada muestra grietas crecientes. Según los vecinos, las medidas de seguridad implementadas hasta ahora son insuficientes, consistiendo únicamente en la colocación de vallas provisionales. “La fachada está abombada y cada día parece estar más deteriorada”, afirma uno de los residentes, quien señala que la situación se ha agravado en el último mes, probablemente a causa de las lluvias. Además, las aceras en estas zonas también presentan problemas significativos, con tramos levantados y partes que faltan, lo que incrementa el riesgo de accidentes. “Es una vergüenza cómo está de degradada la zona”, comenta un vecino afectado, quien espera que, al visibilizar estas deficiencias, las autoridades municipales tomen medidas para solucionar el problema. |