El pasado 4 de octubre, coincidiendo con la festividad de San Francisco, patrón de los Ingenieros Técnicos Forestales, se celebró en Madrid la entrega de premios del Ilustre Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural. En esta edición, se otorgó el Diploma de Honor a los artesanos araders de Menorca, un reconocimiento que resalta la importancia de preservar los oficios tradicionales de la isla.
La distinción, impulsada por la delegación del Colegio en Illes Balears, subraya el valor de estos artesanos en la conservación del patrimonio cultural menorquín. Los araders eran conocidos por la fabricación de herramientas agrícolas, como el arado, empleando madera de acebuche, una especie autóctona de Menorca. Aunque la modernización de las tareas agrícolas ha reducido la demanda de estas herramientas, los artesanos han conseguido adaptarse, destacando en la actualidad por la producción de barreras de acebuche, muy utilizadas en las zonas rurales de la isla.
Este producto ha sido clave para la supervivencia de este antiguo oficio, que ha perdurado a lo largo de los siglos y continúa siendo una parte esencial de la cultura menorquina. Sin embargo, el sector enfrenta un grave problema de relevo generacional, ya que cada vez menos jóvenes se interesan por aprender este arte, poniendo en riesgo su continuidad.
En representación de los araders menorquines, el maestro artesano Ovidi Pons Triay, de Sant Climent, recogió el premio en Madrid. Durante su intervención, Pons agradeció el reconocimiento y destacó la importancia de este oficio para la identidad de Menorca, pero también llamó la atención sobre el futuro incierto que enfrenta debido a la falta de relevo generacional.