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“No es porqué, si no para qué”

Un artículo de Miguel Lázaro

Pareja en bicicleta.
Pareja en bicicleta.

La vida vale la pena ser vivida. La de todos. La tuya joven de 15, 20, 30 y 40 años y la de tus padres de más de 55 o 60 años y la de tus abuelos, mucho más vulnerables, de más de 65 años. Si solo la muerte es lo que da sentido a la vida, ya que al darnos cuenta de que nuestra existencia es breve, tendemos a encontrar la manera de trascender y de dejar “huella”. A lo largo de nuestra biografía, – es un consuelo que la vida nos perdure-, tenemos que lidiar con las cuatro preocupaciones existenciales extremas.

La posición existencial pone de relieve un conflicto que fluye de la confrontación del individuo con las preocupaciones supremas de la existencia del ser humano.

1-La muerte: Existimos ahora, pero un día dejaremos de ser. El conflicto existencial central lo constituye la tensión entre la inevitabilidad de la muerte y el deseo de continuar existiendo El miedo a la muerte es el más injustificado de todos los miedosSin embargo, es ese miedo el que, en parte, nos hace humanos, y nos mueve a levantarnos de la cama, y a inventar la ciencia (y la otra cara de la moneda, las religiones). Conocer a la muerte y sus secretos también nos puede hacer más humanos. De todas formas, lo peor de la muerte es que te amargue la vida.

2-La libertad: El ser humano no entra ni sale a un universo bien estructurado, que tiene un diseño inherente. Somos enteramente responsables, es decir, autores del diseño de la vida, de las elecciones y de las acciones. El choque entre nuestra confrontación con el vacío bajo nuestros pies y nuestro deseo de un terreno firme y una estructura.

3-Aislamiento existencial: Cada uno de nosotros llega solo a la existencia y debe partir también solo. Es la soledad que implica ser y reconocerse único. El conflicto existencial es así, la tensión entre la conciencia que tenemos de nuestro absoluto aislamiento y nuestro deseo de contacto y de protección.

4-El sinsentido: ¿Qué significado tiene la vida? ¿Por qué vivimos? Si no hay un diseño preordenado para nosotros entonces todos nosotros debemos construir nuestros significados en la vida. Este conflicto surge del dilema de una criatura en busca del significado, que es lanzada a un mundo que no tiene significado

Las personas nos planteamos el sentido de la vida solo cuando afrontamos un duro golpe o una adversidad. Sobre el sentido de la vida Xavier Guix, psicólogo y escritor ha escrito un libro titulado: «El sentido de la vida o la vida sentida» afronta la difícil tarea de arrojar luz sobre un asunto tan trascendental y, a la vez, cotidiano.

Guix hace algunas reflexiones que quiero compartir con ustedes «Le damos importancia a la pregunta cuando la cosa va en serio, cuando de golpe todo deja de tener sentido y es precisamente en esos momentos cuando tal vez pueda encontrarse de forma más precisa el sentido que tiene la vida. También, por supuesto, el sinsentido». «Según se mire, la vida no tiene sentido alguno si por ello entendemos que esté ordenada y tenga una dirección precisa. Más bien experimentamos lo contrario, que la vida se mantiene en un extraño equilibrio entre el orden y el caos, en medio del cual cada uno debe encontrar la manera de significar su vida. Así, la vida adquiere sentido muchas veces por los sinsentidos con los que hemos tenido que lidiar». El sentido es el que cada uno le atribuya según lo vivido. Las causas por las que querer, luchar, entregar o crear se convierten en nuestros sentidos. Y para cada uno, las causas por las que vivir son su sentido».

Como decía John Lennon: «La vida es lo que sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes Mientras tanto, tengamos hijos, plantemos árboles y escribamos notas.

Y mientras dure nuestro camino biográfico, e importa más la travesía que el destino, opte por caminar bien acompañado, ya sabe con personas antiinflamatorias.

Nadie, afortunadamente, nos curará de ser humanos.

Vivir solo cuesta vida.

Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.


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