Hace pocos años, llegó el mar Mediterráneo y golpeó el paseo de S Algar , rompió el asfalto. Nadie hizo después nada para evitar que volviese a golpear y proteger la calle y las casas. Volverá a hacerlo en algún momento. Vivimos con la esperanza de que Menorca no sea como nos han descrito lo de Valencia, pero habrá que vivir de algo más. En Alcaufar el torrente da a la playa y el mar también golpea duro a la entrada del abrigo, es un cuello de botella. Ya hemos visto lo que pasó este verano en Mercadal o en Alaior, y en Cala en Porter. Son muchos avisos como para no hacer nada.
En Asturias, en el Pindal hay corbatas de Unquera y una cueva prehistórica famosa por una pintura, El “Mamut enamorado” ¿Qué hace, un animal de clima frio y de nieve, pintado en una cueva de Asturias?, y ¿Qué tiene que ver S’Algar con el Pindal? Son la prueba de lo que nos dicen los científicos del CSIC. El clima cambia, el mar sube, y es preciso adaptarse a este cambio mediante los gastos presupuestarios necesarios preventivos. Mejor que con los medios que tenemos nos lo tomemos en serio, porque en cinco minutos puede venir el “puto desastre” y el “puto infierno”.
Ya he dicho que después del Camino de Santiago iba a repasar mis estudios de prehistoria. La latitud, distancia al mar, topografía, vegetación, han matizado en todas las épocas las tendencias generales del clima, las latitudes altas de ambos hemisferios y las zonas de alta montaña han conocido épocas de frío intenso con masas de hielo permanentes. En torno a estas zonas existió un cinturón de terreno con clima periglaciar, caracterizado por suelo permanentemente helado y el predominio de las formas de erosión ligadas al hielo y a las alternancias entre hielo y deshielo.
En las bajas latitudes se reflejaron más sobre las precipitaciones que sobre las temperaturas. Alternaron periodos de precipitaciones intensas con otros áridos Ahí coloco a nuestro mamut enamorado y a los golpes de mar sobre el paseo de S Algar. Maó es producto de un movimiento de subida del nivel del mar. En algún momento no solo la isla se configuró en dos partes orográficas diferentes, sino que el proceso erosivo de torrentes fue configurándolo hasta que progresivamente el mar subió de nivel y cubrió el lecho, formando lo que hoy es el puerto.
Esto es lo que estamos viviendo, con diferencias, con más información y con más medios de prevención. Otra oscilación climática en la historia de la humanidad que dará paso a un periodo interpluvial, y así sucesivamente. No me impresiona, pues, el cambio climático que es un viejo compañero del ser humano.
Tampoco me voy a meter en la discusión política de las responsabilidades, si se pudo o no avisar antes, qué más da ya, o si las presas de Franco salvaron vidas, esto es obsceno. Si se debió suspender un pleno en el Congreso, resulta insulso, pues a los ciudadanos en estos momentos lo que haga el Congreso le importa de “0” a “-1”. Lo que me impacta, además de la tragedia, es la gestión del día dos y siguientes y el tratamiento informativo del desastre.
Irá para largo y hay tiempo de afinar, pero la gestión da malísima impresión. No se llega a todas las necesidades, y discutimos por un soldado arriba o abajo. Es como la llamada de Gila. “Oiga ¿es el Ejército? Es que necesitamos muchos soldados….”….”pero hombre haber llamado antes , si los tenemos en existencias.”
El presidente de la Comunidad Valenciana se irá al hoyo con esto. No está pudiendo con la situación y no trasmite fuerza ni liderazgo. El PP está entre perder las elecciones o que se vaya y ya le ha pasado el primer mensaje para apartarlo de la gestión. No se irá. Cargará contra Interior, Defensa, Transportes, Hacienda, por lo tanto, el PP perderá las elecciones en Valencia o tendrá que presentar a otro candidato.
Hasta cierto punto hemos tenido tregua en las broncas políticas, pero un poco tarde. Hemos visto el incidente del barro y la salida a escape. También lo venía diciendo aquí. Algunos políticos parece que están representando una función de teatro, ellos son actores, pero el público, el ciudadano, no se lo cree y está harto. Se acumula la tensión y saliendo de su estado durmiente a la primera y más que con el estallido de un volcán. El incidente del barro con el Rey no es más que una consecuencia de la política del barro, la política “kusthi” que dije hace meses.
Llevamos días de noticias continuas sobre el desastre de la riada de Valencia. Catorce personas en la cafetería, que no miran la tele ni las escuchan y uno, yo, que los cuenta y si las mira, el único. Lo sienten, lo lamentan, están doloridos, estoy seguro, pero el flujo de noticias ha superado su umbral por repetición. Las noticias que nos servían para desayunar han desaparecido casi o son imperceptibles: la esposa del presidente, Ábalos y las mascarillas, Errejón, Yolanda haciendo de niña del exorcista, el juez no se quién, Ucrania, Gaza, elecciones USA, cayucos. Nada. Han desaparecido.
Una vez más la información se convierte en un instrumento de direccionamiento colectivo, pero además de saqueadores físicos han aparecido los saqueadores del pensamiento, los generadores de intoxicaciones informativas. A veces con las desgracias más que informar lo que se hace es dirigir la escena. Un parking que posiblemente tenga personas desaparecidas dentro, no hay ninguna cuando se accede. El Ejército no está, 7.800 soldados trabajando, hasta de Infantería de Marina de Cádiz; voluntarios, caminando, efecto llamada, pero no hay autobuses para todos, ni organización, imágenes preciosas desde el punto de vista plástico. Hasta si no es un bulo, un periodista o un reportero manchándose de barro para salir en el reportaje.
Manipulación, como antes fue el Covid, o el vertido del Prestige, para hacer un efecto llamada. Unos días, unos voluntarios, es bonito para la conciencia y los reportajes y para mantener el tema constantemente como sea con periodistas buscando la noticia o fabricando las hipótesis. Tan solo nos quedan por venir las imágenes de los Funerales. Será la apoteosis final. ¿Quince días después quién quedará? Nadie. Los que tienen el problema, que desgraciadamente ya no interesan ni son noticiables. Y pasará como el Covid, y como con la lava del volcán, llegará un día en el que saturada la noticia , agotada y manoseada, sin que nadie la mire en un café, súbitamente y sin explicaciones no se hablará ya de ello. Quedará como un recuerdo que la mayor parte de nosotros olvidará. Ni siquiera es un reproche, solo es un comentario.
Se habrá ayudado y se habrá sabido lo pasado. Cada uno habrá cumplido con su trabajo, pero quizá se podría elegir un planteamiento de información diferente, más ponderado y menos amarillista. La libertad de expresión es lo que tiene, es libre, pero no perdamos la capacidad de crítica ni de pensamiento personal. No olvidemos que la información es la que nos dan, y sin faltar a la verdad, puede tener sesgos.
Nos quedamos con que el clima no solo es para salir a navegar en el verano
