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“Resucitando a Descartes”

Un artículo de Adolfo Alonso

René Descartes.
René Descartes.
(Imagen generada por canva.com)

En la política interior y en la internacional no hay nada nuevo que resulte llamativo. Es decir estoy en un más de lo mismo sobre lo que ya he escrito antes aquí. Se producen cosas, claro, Mazón, la pelea por los impuestos, la intervención del expresidente Zapatero con Junts, el estrellón del PP en Europa. Escrito está aquí que Feijoo y su portavoz  deben volver a Galicia, por el bien del PP. No tengo nada nuevo que opinar en relación con lo que me interesa y no soy un comentarista ni un analista, solo escribo artículos. La posición de Sánchez dentro del Partido Socialista parece clara después de su movimiento de convocatoria de congreso. 

 

Pero este aburrimiento de situación general me permite la introspección, que no es tanto opinar sobre la realidad sino bucear intelectualmente en el pasado, buscando explicaciones o razones para comprender el presente y para intentar proyectar esa comprensión hacia el futuro.

 

El presente tanto a nivel interior como internacional, está más que comentado, sabido y clarificado. Para mi estamos en una Tercera guerra Mundial, para definir el sucesor hegemónico de USA, que se desarrolla en diferentes frentes, el económico, el político y el bélico, y este último en diferentes espacios geográficos.

 

No hay un campo de batalla, como en la primera guerra mundial. No hay varios enormes campos de batalla como en la segunda guerra mundial. Hay muchos pequeños campos de batalla en diferentes espacios geográficos y continentes. Es como una cadena unida de conflictos. A fecha 23 de septiembre del 2024, teníamos 56 conflictos armados según Wikipedia. No se habla en prensa de todos ellos , sino de unos pocos, y o se desconocen o se omiten o no presentan suficiente entidad informativa. Pero estas guerras de mayor o menor intensidad están activas. Estamos en una guerra mundial por focos que se avivan o se hacen rescoldo y no se apagan, y que por lógica de equilibrios aparecen supervisados por alguien en un lado y en otro, que van soltando ayudas según convenga o no para los intereses de la partida.

 

El futuro por definición es inexistente, no sabemos si habrá futuro para nadie, solo conocemos el instante presente porque pensamos. Aquí, ahora, estoy pensando, luego tengo presente. Si estoy pensando es que estoy  existiendo.

 

El pasado es apasionante. Cada siglo, año, o situación de la humanidad ha presentado características comunes, pero con medios diferentes. El hombre no ha cambiado en esencia, sigue siendo el mismo, lo que han cambiado son las circunstancias, lo que le rodea en concepto de Ortega y Gasset, lo que llamamos historia. La prehistoria es aún más apasionante porque no existen registros escritos entre el momento en que apareció el Australopithecus, especie de homínido primitivo, de entre 1 y 1,25 metros de estatura y 20 o 30 Kgms de peso, y entre 430 y 500 cc de capacidad craneana. Está celebrando su 6,1 millón de cumpleaños. Hay un cambio geográfico en la humanidad, pasamos de África a Babilonia, y de ahí a todo el mundo terrestre y extraterrestre y hemos crecido algún centímetro  y aumentado la capacidad craneana pero, en lo demás, igualitos.

 

El relato del pasado es objeto de la ciencia, la historia y la prehistoria, pero muy tocada por la política que ha buscado relatos acordes con los intereses ideológicos para organizar mitos fundacionales o interpretaciones de causas. La filosofía de la Historia, en el concepto de Heguel, es la aproximación de un ser pensante, el hombre, a lo acontecido. Es la revisión de lo pasado bajo el prisma de la razón, en el presente. Traemos al presente una revision del pasado. Un mito interesado puede ser la batalla de Covadonga o las consecuencias políticas del matrimonio entre la Reina de Castilla, Isabel,  y el Rey de Aragón, Fernando, o el descubrimiento de América.  Todo esto nos lo han enseñado en los institutos, pero ¿Nos lo han enseñado bien? ¿Era la verdad todo lo que nos han enseñado los profesores de historia o era una verdad?. La historia que se enseña en escuelas vinculadas al nacionalismo del presente, el temario ¿es la verdad? ¿O es un mito interesado por un sesgo político determinado? ¿Cuántas historias existen? ¿Cuántas revisiones tenemos?

 

Los valores de la filosofía que también hemos estudiado, son los valores griegos y romanos, con aportaciones filosóficas discrepantes. Siempre ha habido pensadores que se han movido en otros mundos, Cioran, Nietzsche, Marx. Freud, Heidegger, Foucault, Camus, o Michel Onfray, pero han sido inofensivos para la esencia general de los socráticos, los platónicos, los aristotélicos, los estoicos, y no han llevado a cambios universales sino a modas pasajeras que han dejado algunas huellas, pero nada trascendente a lo esencial.

 

Sin embargo en este siglo XXI, estamos asistiendo a un cambio general en todos los paradigmas que nos han servido, al mundo denominado occidental, para vivir y seguir. La eclosión de nuevos nacionalismos, el cuestionamiento político de la organización de las democracias, la corrupción de los sistemas políticos, y de las personas, los populismos, la indignación, las demagogias sin base filosófica o ideológica, las revoluciones desde dentro del sistema, la IA, y la post verdad, la creciente importancia del relato de la prensa, y que Jordi Ribera analiza con brillantez en su trabajo “La necesidad de una prensa libre en la sociedad de la postverdad”, los recientes resultados de las elecciones USA y la aparición de personas capaces de ganar unas elecciones,  llegar a presidencias de gobierno y que hace años sería imposible, nos hacen pensar que debemos cuestionarnos dónde estamos y parar. Hacer una labor de deconstrucción del relato histórico y de los valores. ¿Que está pasando?.

 

Vemos elecciones ganadas  por candidatos que trasmiten un relato repetido alejado de la verdad, carente de empatía por el congenere, despectivo por lo que hemos considerado la esencia de la política, del ser humano y de la rectitud clásica. No hay forma de parar esto. El ser humano sigue siendo el mismo del pasado, pero sus opciones de presente parece que buscan la esencia de siempre. El género “Homo”, llega a Europa hace 1,5 millones de años. Seguimos en el camino de la supervivencia personal y social de la humanidad, pero la cadena se ha interrumpido sustituyendo la prioridad del grupo por la prioridad del individualismo, la  revisión histórica buscando encontrar la diferencia y la represión frente a la contemplación de la historia como algo ya acabado y superado en el presente.

 

Se busca futuro desde la revisión del pasado para cambiar el presente y los valores de supervivencia por otros nuevos.No me gusta el proceso y no lo hubiera deseado pero no podemos negarnos a ver que existe. “Quien controla el pasado, controla el futuro; quien controla el presente, controla el pasado” como decía George Orwell en ‘1984’.

 

René Descartes escribió el Discurso del método en 1637 , y estableció la duda metódica en un periodo en que se estaban reexaminando las creencias más profundas de la sociedad y que le llevó a dudar de todo, a buscar la certeza en algo, hasta llegar a su afirmación de “Cogito ergo sum”, pienso luego existo. Negando todo lo que se consideraba conocido necesitaba construir partiendo siempre de una certeza, esto es, “pensamos” y existimos y ahí ¿qué encontramos?  Que en nuestra mente tenemos ideas, unas provienen del exterior, otras provienen de la mente a partir de otras ideas, y otras son innatas, que son aquellas con las que nacemos todos los seres humanos, como por ejemplo la idea de causa o la idea de Dios.

Así que no tenemos más solución que dudar de todo en estos momentos, resucitar a Descartes, reiniciar su método y encontrar la realidad del presente del siglo XXI.

 


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