El cambio climático y la creciente aridez del planeta se han convertido en una amenaza global para las personas y el medio ambiente. Esta crisis ha sido documentada en un informe publicado recientemente por la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD), en el que el doctor Enrique Morán Tejeda, profesor titular de la Universidad de las Islas Baleares (UIB), ha jugado un papel clave como autor principal.
Titulado *The Global Threat of Drying Lands: regional y global aridity trends and future projections*, el informe detalla cómo la pérdida de humedad a largo plazo afecta a casi todas las regiones del mundo. Presentado el 9 de diciembre en el marco de la Conferencia de las Partes de la UNCCD, celebrada en Riad (Arabia Saudita), este documento ofrece una visión científica de un problema que ya impacta a miles de millones de personas y que, de no tomarse medidas urgentes, podría agravarse dramáticamente.
La expansión global de la aridez
Según el informe, el calentamiento global, impulsado por las actividades humanas como la generación de electricidad, el transporte, la industria y los cambios en el uso del suelo, está alterando los patrones de lluvia, aumentando la evaporación y afectando la vegetación. Estas alteraciones han generado un aumento de la aridez y, en consecuencia, una pérdida significativa de humedad en los climas terrestres.
Los datos son alarmantes: más del 75% del suelo terrestre experimentó un clima más seco entre 1990 y 2020 en comparación con las tres décadas anteriores. Durante ese mismo período, las zonas áridas del mundo se expandieron en 4,3 millones de kilómetros cuadrados, un área equivalente a la mitad del continente de Australia y Oceanía, alcanzando el 40,6% de las tierras globales, excluyendo la Antártida.
Este fenómeno no solo pone en peligro la biodiversidad (Menorca incluida), sino que también agrava problemas como la inseguridad alimentaria e hídrica, la degradación del suelo, la disminución de la productividad agrícola, el aumento de tormentas de arena, incendios forestales y la migración masiva de personas. Actualmente, más de 2.300 millones de personas viven en zonas áridas, una cifra que se ha duplicado en las últimas tres décadas. Según los modelos más pesimistas, esta cifra podría alcanzar los 5.000 millones para el año 2100 si no se toman medidas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. La sequedad y las temperaturas favorecen la elevación de polvo y crea efectos como la calima que en Menorca conocemos bien en su forma de lluvias de tierra o barro.
El papel de Baleares y el doctor Enrique Morán
Desde la Universidad de las Islas Baleares, el doctor Enrique Morán ha liderado el análisis de estas tendencias y las proyecciones futuras. Como miembro del grupo de investigación GLOWATER, especializado en recursos hídricos y cambio global, Morán destacó la importancia de entender la aridez no solo como un problema ambiental, sino también como una cuestión de supervivencia humana.
Según Morán, la expansión de las zonas áridas es una señal de advertencia que no se puede ignorar. El informe subraya que detener este proceso requiere una acción global concertada, enfocada en reducir drásticamente las emisiones y en desarrollar estrategias de adaptación y mitigación resilientes para las regiones más vulnerables.
Mirando hacia el futuro
El informe es un llamado a la acción para gobiernos, científicos y comunidades. El tiempo es crucial, pues se estima que, si el mundo fracasa en la reducción de emisiones, un 3% adicional de los humedales se transformará en zonas áridas para finales de siglo.
Desde Baleares, con la contribución del doctor Morán, se ofrece una base científica sólida para enfrentar este desafío global. La solución pasa por integrar el conocimiento científico con políticas efectivas, y este informe es un paso decisivo hacia un futuro más sostenible.