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“Elías Díaz”

Un obituario de Adolfo Alonso

La Justicia.
La Justicia.
(Foto: PIXABAY)

Me gustaría no escribir necrológicas, pero tampoco puedo dejar en el olvido a personas que han servido a dos o más generaciones de nuestro pueblo.  No por panegírico, sino por una mínima gota de recuerdo en el universo.

 

Corría el año 1974 o 1975. El régimen franquista llegaba a su fin.  Una parte de la represión de las libertades, se había proyectado sobre la universidad, alumnos  y algunos profesores, en Madrid, Barcelona, Santiago, y Oviedo. Con los alumnos, bastaba con utilizar la porra para disolver las “manifas” y los jeeps atropellando a los de la manifestación. Con los profesores, era más difícil, aunque no imposible. Se les impedía dar clase, se les suspendía la docencia o se les echaba de la universidad.  En el curso 1975-1976 se produjo una inversión de uno de los dos sistemas. Los estudiantes seguían recibiendo palos, pero los profesores comenzaron a regresar a la universidad. Entre los retornados, dos llegaron a Oviedo, Raúl Morodo, del PSP, como catedrático de Derecho Político, y Elías Diaz, como catedrático de Filosofía del Derecho. A Morodo. Del PSP, ni se le veía. No creo que me haya dado clase ni una sola vez. Con Elías Días, del PSOE,  teníamos clase a primera hora de la mañana en el Aula Clarín. También por allí estaba Enrique Curiel, como profesor de Derecho Romano, que se decía era miembro del Partido Comunista, Manuel Atienza,  Francisco Sosa Wagner. Julio Diego González Campos, (el único que me puso un “0” en toda mi carrera. Julio me acuerdo de ti con “Love”).

 

Con Elías Diaz vimos lo que era un maestro. Daba clase de forma pausada, con una sonrisa,  y una voz suave. Por poner alguien de tono parecido, Juan Carlos Ortego tenía un aire a él. Siempre me lo recordaba. Nos intentaba enseñar lo que era el Derecho con mayúsculas y para que servía, con un punto central en su teoría filosófica, la diferencia entre sistema de legalidad y sistema de legitimidad. Era difícil entender a unos chavales en aquellos tiempos, lo que en la diferencia se nos transmitía. Una cosa es el derecho y otra cosa es la legitimidad del derecho. Estábamos con un sistema franquista de derecho cuya legitimidad era una dictadura por lo que claramente cuestionaba desde el punto de vista filosófico todo el sistema de leyes políticas que por entonces existía, una forma de rebelarse contra las que le habían aplicado.

El sistema de legitimidad de Elías Diaz, apuntaba a una legitimación democrática, como sustento y base de un nuevo sistema de legalidad. Venía anunciando la transición política, la desaparición de un régimen y el establecimiento de un sistema constitucional basado en el respeto a los derechos fundamentales. Con él vino Manuel Atienza que con el tiempo llegaría a ser catedrático o profesor titular, pero que era de su escuela socialista y democrática.  Yo me volví un adicto a sus clases. Esto me suponía hacer auto-stop 28 Km a primera hora de la mañana. Era la primera clase de las 9,00 y suponía ponerse en la autopista en torno a las 6,30 ó ,007 . Años después, aún conservaba los apuntes que le había cogido en clase, encuadernados. Me compré su libro “Sociología y filosofía del Derecho”, como libro de cabecera y de clase. Aún lo conservo también en mi biblioteca personal. A pesar de las mudanzas ha resistido al igual que su libro “Un itinerario intelectual de filosofía jurídica y política”.

 

La vida nos llena de caminos cruzados.  Cuando empezó el proceso de transición, vino al Ateneo de Gijón a dar una conferencia sobre el Estado de las Autonomías, y entré en debate con él ya que me parecía que el “café para todos” no servía para la vertebración sólida del Estado. Yo era más partidario de un sistema francés, descartando el federalismo o la confederación de estados por entender que solo funcionaba en países muy consolidados históricamente. Cosa que no podíamos ser nosotros después de una guerra civil. También mostré mi preocupación por lo que apuntaba a la creación de dos niveles de autonomías, las autonomías pobres y las ricas. Estas últimas eran Cataluña, País Vasco y Galicia, que llevaría a tener un trato más preferencial y las demás eran para encubrir la esencia del Estado de las Autonomias, que eran tres nada más. El resto éramos unos meros comparsas. De hecho se descartó el histórico “Consejo de Asturias y León”. Se olvidó el Reino de Asturias, y se desmembró. El Principado por un lado, pasando León a Castilla, quitando a los castellanos la salida al mar, lo mismo que Cantabria, y cortando un flujo histórico y sociológico tradicional de León a Asturias y viceversa. Él estaba con el PSOE y seguía la política oficial del partido, y ahí, sí es verdad, que discrepé de su punto de vista político. Claro está que él estaba a otros niveles, por Madrid ya, y la Universidad de Oviedo se quedaba como su tren de aterrizaje y de vuelta a la docencia, tras la represión, sin más.

 

Todo esto lo explica bien en su libro sobre su itinerario Intelectual.

 

Y para mi desapareció, durante años, salvo otro cruce de caminos. El día que ETA asesinó  a Tomás y Valiente en su despacho de la Universidad. Se dice que Elías Diaz estaba hablando con él por teléfono. Yo estaba de profesor de Derecho Civil en la Universidad de Oviedo. Al día siguiente, teníamos examen y planteé a los profesores hacer un acto en señal de protesta por el asesinato de Tomás y Valiente. Me quedé solo, fui para el aula y les dije a mis alumnos: “Hoy he decidido cambiar una de las preguntas como homenaje al profesor Tomás y Valiente y, en su memoria, la primera pregunta será ‘La Constitución Española’”. Me arrepiento de la pregunta, porque uno de mis alumnos me contestó que la Constitución venía de los romanos y los visigodos la mejoraron algo. Al menos el gesto lo había hecho, otra cosa fue la crisis personal mía como profesor.

 

Habíamos coincidido, sin saberlo, en la admiración por la libertad de enseñanza y los principios democráticos que sustentaban al asesinado. Él en Madrid y yo en Oviedo, y la filosofía del derecho. El Krausismo, la Institución Libre de Enseñanza, la diferencia entre el derecho que es y el derecho que debe ser, Ortega y Gasset, Unamuno, Julián Besteiro, Fernando de los Ríos…

 

Yo creo que influyó, con su pensamiento y su talante, a las ideas de un momento histórico desde el socialismo del PSOE de aquellos años. Democracia, constitucionalismo, estado social democrático de derecho, iusnaturalismo y positivismo, soberanía popular y derechos humanos, ¿qué es ser de izquierdas hoy?, las nuevas razones éticas, políticas y jurídicas de la modernidad y muchos temas más. Como universitario e intelectual no escapó del planteamiento del debate científico  de las ideas, siempre desde el respeto al adversario. Eran tiempos en donde se confrontaba ideológicamente, en lugar de confrontar judicialmente.

 

Esta semana ha fallecido, y como los viejos profesores, Tierno Galván, Ojanguren, Ruiz Jiménez, Gustavo Bueno, se nos va también a algunos, un trozo de nuestra alma de juristas y de filósofos.  Pero este duelo es obligatorio compartirlo y expresarlo.

 

Se fue en silencio, como él era, suave, de manera educada, sin levantar la voz ni quitarse la sonrisa del recuerdo. 

 

Se nos va una parte de la historia contemporánea Española y un absoluto de la filosofía del derecho.

 

Espero que los libros que ahora se harán, los artículos del País, o del Mundo, La Razón, la Vanguardia, Menorca al día, le hagan justicia y le acompañen en su viaje al universo.

 

Que la tierra te sea leve….

 


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