Esta semana, batas blancas y pijamas de quirófano protestando a la entrada del hospital Mateu Orfila. Quizá esta protesta sea una de las más justificadas que puedan existir en el contexto del Anteproyecto de Ley del nuevo Estatuto marco que la actual Ministra de Sanidad quiere implementar manifestando el rechazo a la propuesta legislativa, vulnerando aún más los derechos laborales de tan importante colectivo y agravando un sistema sanitario que ya está colapsado y degradado a nivel nacional. De aprobarse dicho estatuto, la situación de Menorca sería más precaria de lo que ya es en la actualidad, en el marco de lo que la isla significa para estabilizar plantilla de profesionales sanitarios y evitar fuga de los mismos a la península o fuera de España.
El sistema de retribución médico en España, es irregular e ínfimo. El más bajo de Europa. Se parte de un salario muy bajo, al que los facultativos van añadiendo guardias, actividades complementarias fuera del horario de trabajo ordinario que con sentido del humor llaman “peonadas” y horas extras, muchas veces sin retribución y por pura responsabilidad vocacional de médicos. Pero no se puede olvidar el efecto de disuasión y de falta de motivación que esto genera en los sanitarios aunado al hecho de que toda esta actividad extra para medio completar un salario un poco más decente, no computa en la base de cotización de jubilación, limitándose exclusivamente al sueldo base. Siendo la medicina una profesión de riesgo, no es valorada como tal ni para el médico ni para el paciente. Un colectivo que, además, gracias al Dr. Google, se ve cada vez menos respetado y más cuestionado en sus conocimientos y en su dignidad.
El sistema de sanidad pública en Menorca, funciona mediante una red de atención primaria. Los centros son pocos, las citas incluso las telefónicas, se difieren y los médicos no tienen tiempo suficiente para atender a todos los pacientes en su jornada laboral, lo que afecta la calidad del acto médico. Estamos hablando en promedio entre 7-10 min/paciente diarios y en algunas especialidades unos 15 min/ paciente más los pacientes telefónicos. La enfermería vive la misma situación, y si nos metemos en el área de salud mental, aquí ya podemos afirmar que también resulta ineficaz para un porcentaje altísimo de pacientes, por el tiempo y la secuencia de las consultas, afectando aún más al grupo infantojuvenil que en muchas oportunidades tienen que ser referidos a centros en Mallorca, dependiendo la patología. Las urgencias de los centros de salud están también sobrepasadas, y no pueden contener la asistencia masiva a urgencias hospitalarias del Mateu Orfila. Si las retribuciones son bajas, la isla es cara, y el trabajo es duro, no debe extrañarnos que Menorca no sea un destino buscado por los facultativos o las enfermeras de fuera. Unimos a esto la movilidad en los destinos y la precariedad de los contratos, muchas veces imaginativos, temporales, y que pueden ser objeto de traslados a diferentes destinos que no son Menorca. En resumen, es casi imposible, bajo este contexto, estabilizar plantilla a todo nivel y esto es motivo de queja del paciente que manifiesta constantes cambios de profesionales.
Si subimos el siguiente peldaño, nos ponemos en un hospital que es comarcal, es decir, que tiene un tope de actos médicos que puede realizar. En su momento pudo ser proporcional a las necesidades de la isla, en estos momentos es desproporcionado, especialmente cuando en un mes podemos pasar de 90.000 personas a 190.000, por poner un número, y donde los accidentes traumáticos tanto navales como terrestres se incrementan de manera geométrica. La general y los accidentes de hélices son una trampa mortal durante el verano. El servicio de urgencias, llega a tales niveles de saturación, dentro y en la sala de espera, que no es extraño que los médicos del servicio no puedan dormir en toda la noche, siendo imposible respetar los turnos de descanso nocturno. Este colapso genera estrés tanto para el personal como para los pacientes, para los primeros por el trabajo desproporcionado que no pueden agilizar más, priorizando las urgencias según nivel de complejidad y para el segundo porque además de su enfermedad se ve sometido a largas horas de espera, cansancio y malestar general contra el personal y el sistema.
La medicina privada en la isla no acompaña a la pública. Tiene sus limitaciones y carece de medios suficientes para atender las necesidades de los usuarios por lo que tampoco resulta extraño que en lugar de servir para relajar los servicios públicos, contribuya al aumento de las dificultades, del colapso de los servicios y los retrasos llamativos que se sufren en la isla en la atención a los pacientes. Otro grupo de pacientes de la privada en casos complejos es derivado a otros centros privados de referencia en Mallorca.
Debido a la fuga de médicos españoles a la península o, en su mayoría, a otros países de Europa donde son mejor pagados, la sanidad en Menorca ha tenido que contratar médicos extracomunitarios. Gracias a ellos se van cubriendo las necesidades. Son médicos excelentemente preparados, que por circunstancias de sus países no pueden seguir practicando la medicina de alto nivel hospitalario que venían ejerciendo. Algunos, incluso por las propias necesidades, no pueden ejercer su especialidad y tienen que integrarse en otras, para reforzarlas. No es atractiva Menorca desde el punto de vista médico y no ofrece oportunidades a los galenos que vienen aquí. Las retribuciones de la medicina privada, en casos de que puedan compatibilizar, en toda Baleares, menos quizá Mallorca en algún hospital puntual, son retribuciones muy desproporcionadas a la baja respecto de su trabajo y su cualificación profesional.
Volvemos al mismo punto de la red de asistencia primaria. Mal pagados, excedidos, con un hospital sobrepasado, el primer impacto se recibe en unas urgencias normalmente colapsadas y con retrasos. Muchas veces esto tiene una explicación fácil. Se acude a Urgencias por el paciente de una forma innecesaria, para casos o cosas que pueden esperar. Esto lo que hace es quitar tiempo a los facultativos que han de priorizar las urgencias sobre las “urgencias”. Una vez dentro y revisado el paciente puede ser dado de alta por no verse causa alguna que justifique la presencia, pero el paciente que ya se va no es igual que el médico de urgencias que se queda, y que ha de destinar tiempo al proceso administrativo derivado de la asistencia, datos del paciente, historia clínica, diagnostico, etc. Esto quita tiempo de asistencia médica neta al paciente, y aumentan los tiempos de espera en las salas y la llegada de nuevos pacientes, en una espiral que difícilmente puede ser soportada por los facultativos de guardia.
El tercer nivel es aquel que excede al ámbito de un hospital comarcal, y entonces viene la cuestión del helicóptero medicalizado y el traslado a Son Espases, o la derivación hacia Mallorca para operación o tratamiento. En materia de explantes, para llegar aquí a por los órganos es necesario mucho más tiempo y organizar todo un equipo a nivel nacional, que han de venir a realizarlo conjuntamente con algunas especialidades de la sanidad pública. Pero la organización conlleva las dificultades que implica la condición insular.
La solución no es traer más facultativos, si no se incrementa todo lo demás. Traer a más facultativos a la isla si no hay una reforma estructural de la sanidad pública y privada en Menorca, no sirve de nada.
Traer uno o dos médicos para los servicios con la situación que hay no afecta al paciente y si afecta a nivel económico a los médicos de la plantilla, por lo que puede generarse un movimiento de abandono y movimiento desde Menorca hasta la península en busca de nuevos horizontes más próximos al centro y más incentivadores.
Dotar los presupuestos con más dinero, plantearse nuevas infraestructuras, una organización distinta es necesario. Pero, no como ahora, hacer recaer con poco dinero el mantenimiento de la sanidad sobres los riñones de los medicos/as enfermeros/as, celadores, personal de limpieza, y todos los que trabajan en la sanidad y la paciencia de los usuarios dentro de un progresivo proceso de degradación.
Yo creo que, cuando hablamos de sanidad, todo el mundo, sea del partido político que sea, quiere hacer bien las cosas. La concertación con la medicina privada en Menorca no creo que sirva, pero como sistema, no debemos descartar analizar que, si lo público no funciona, quizá haya que cambiar el modelo, hacia una privatización con las empresas, sean de donde sean, que mejor relación mantengan calidad precio.
Así que me pongo una bata blanca y voy a la huelga.