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“Los jóvenes actuales no saben sufrir y frustrarse”

Un problema generalizado.
Un problema generalizado.
Las ponentes señalan que los jóvenes actuales tienen más dificultades para gestionar sus emociones lo que genera problemas de salud mental. (Fotos: J.R.T.)

“Los jóvenes actuales no saben sufrir y frustrarse. Padecen una incapacidad para gestionar el dolor por el modelo de sociedad y las emociones negativas son necesarias”. Así se expresaba este viernes la psicóloga Beatriz Reparaz en el Foro de Salud Mental organizado por Ràdio Menorca en el Museu de Menorca.

Junto con otras tres ponentes, han analizado los problemas  psicológicos que afectan a la juventud actual y hubo concidencia en aspectos como la existencia de  un problema generalizado en la adolescencia por la socialización y aceptación que se ve muy condicionada por el exceso de presencia en las redes sociales y de acceso a las pantallas.

La consellera menorquina de Benestar Social, Carmen Reynés, abría el fuego destacando que el problema de exceso de conexiones a aparatos tecnológicos estaba latente y el hecho de no poder salir de casa por la pandemia de Covid hizo aflorar la situación. Pilar Gomila,  coordinadora comunitaria  de Salud Mental  de la Infancia y la  Adolescencia, señalaba que el confinamiento en las casas quitó a los jóvenes la socialización que realizan en los centros docentes. se les privó del contacto humano que no puede ser sustituido por las redes sociales y esto les generó un gran estrés y miedo.

También apuntaron las ponentes que los padres tienen que disponer de canales de comunicación con sus hijos y esto pasa por tener un mayor contacto con ellos. Para lograrlo, deben  controlar toda la tecnología, también la que utilizan los progenitores, para dar ejemplo. En este sentido, Pilar destacó el caso de una niña de primaria que llegaba a pasar una media de 11 horas al día con el móvil “sin control de horarios, ni de los contenidos a los que accedía, por parte de sus padres”.

Beatriz Reparaz incidió  en el hecho de que a más tiempo mirando pantallas, los padres menos están con sus hijos y por ello hay menos comunicación lo que les dificulta poder explicarles los problemas que puedan tener y esto deriva hacia frustración o miedo y, sobre todo, esta última emoción es la que más paraliza a la gente y su capacidad de reacción.

 

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