En mis espacios de vida en Madrid, había un lugar, Titulcia, en la cuenca del Jarama. Ir allí era volver a muchas cosas. A la prehistoria, a la historia de la resistencia de los iberos contra los romanos, a la encomienda templaria sumergida bajo el nivel de la tierra en la “Cueva de la Luna”, a la guerra civil 1.936-1939, (el pueblo había sido destruido) y también a un espacio de exhibición de animales, llamado “animalia”. Encerrados en una nave a la orilla del río.
No entré nunca. Había, según decían, serpientes, reptiles, pero a mí no me interesaba verlos encerrados, en jaulas, como tampoco me interesaba ver a ningún animal privado de libertad y exhibido en un zoo. Yo adoro la libertad, para mí y para todos los seres vivos.
Cuando estoy triste me acerco a ver a Jaume, del Club Hípic de Maó, para poder montar a caballo, o al menos poder acariciarlos, o darles la comida, o ir a recoger a los ponis, como he hecho esta mañana. Jaume organiza actividades de equinoterapia, actividades equinas para personas con dificultades de audición y comunicación o personas con algún tipo de discapacidad psicológica y lo hace sin ayuda oficial alguna. Jaume tuvo un accidente de moto, y necesitó volver a sentir lo que es una cuchara y cómo la comida baja por el esófago, pero los caballos le estaban esperando, y volvió a montar a caballo, y los caballos le dieron el sentido de la vida otra vez. Volver a montar, ayudar a otros, a los más necesitados, con sus caballos, y sus ponis, y ahí sigue sin subvención oficial de ninguna clase, ni del Consell de Menorca, ni del Govern balear ni del ayuntamiento correspondiente.
Los animales solo trasmiten lealtad y cariño, pero la relación neolítica entre animal y ser humano, se ha corrompido con los reglamentos municipales y las legislaciones estatales o autonómicas. Tenemos tantos reglamentos por tantos lados que nos estamos olvidando que quienes somos, de dónde venimos, y no tenemos ni idea de a dónde vamos.
El animal ha perdido el espacio de tú a tú, de aliado, que tenía con el ser humano desde hace miles de años. Los reglamentos correspondientes han establecido distancia entre nosotros. Primero enemigo, hasta hace 9.000 años, después aliado, compañero leal, amigo, para muchas funciones que nos han ayudado a sobrevivir como primates homínidos. Nosotros “Tarzán” ellos “Chita”, aves, mamíferos, anfibios, reptiles, peces e invertebrados: artrópodos (insectos, arácnidos, miriápodos, crustáceos), anélidos (lombrices, sanguijuelas), moluscos (bivalvos, gasterópodos, cefalópodos), poríferos (esponjas), canidarios… Pero entre tanta ordenanza municipal, nos olvidamos que nosotros, los homínidos, somos los descendientes de Lucy, la que apareció en Tanzania en el Valle de Alduway , entre 3,5 y 3,2 millones de años atrás. Hasta el día de hoy, “Eva”.
La legislación sobre animales, lleva a aberraciones del tipo de que alguien ponga trampas en su casa, para cazar a gatos que entran en su terreno en el campo. El precio es ensuciar, si lo hacen, a cambio de cazar y establecer el equilibrio del territorio como se viene haciendo, en contraprestación a este equilibrio emocional y del ecosistema, está la entrega a la “protectora” de animales.
Me ha pasado una cosa bellísima que quiero compartir con todos.
Al recibir un mensaje de una amiga desolada porque tenía tres gatos en adopción y había tenido que desprenderse de ellos, además de castrarlos, por la interpretación literal y sin alma de un vecino, de las ordenanzas municipales, a la que molestaba no ya ver a los gatos, sino que pasasen por su terreno, los viese o no, se me ocurrió pedir a los socios del Foto-Club del Ateneu de Maó, fotos de animales, y me he encontrado con un aluvión de fotos todas bellísimas de nuestros amigos los animales. En esas fotos había amor, cariño, respeto, belleza, amistad, camaradería, compañerismo, recíprocos entre el fotógrafo y el amigo o ya el familiar. Vida en positivo. Gatos, perros, con sus miradas de afecto, con sus miradas de amigo, de compañero de familia, de lealtad. Y pensé que era una forma de reivindicar el amor y el afecto de los humanos con nuestros compañeros de existencia. Sin las gallinas, sin los caballos, sin los perros, sin los gatos, sin tantos compañeros de evolución, no estaríamos aquí. Me encantaría poner todas las fotos con este artículo, porque sería una colección que hablaría más que yo y expresaría más de lo que yo puedo decir con mis palabras. Las imágenes, las fotos, y más si están hechas desde el amor y desde el sentido del arte, valen mucho más que mis letras en un artículo. Me sentí emocionado por la belleza de todas las fotos, pero también por lo que suponía de afecto hacia nuestros amigos, y de orgullo y unidad con ellos. Me gustaría transmitirles a ustedes todas las fotos para que entiendan lo que quiero decir.
El modelo “animalia” o “zoo” de Titulcia, exposición, no se corresponde ni con la justicia, ni con el afecto, ni con la amistad, ni el compañerismo con nuestra gente de los llamados animales, igual de animales como nosotros por cierto o menos incluso. Si tenemos que limpiar sus mínimas deposiciones, es un precio ridículo en relación con lo que nos aportan.
El que no entiende a los animales, ni su función en nuestra sociedad, y en nuestra vida no se entiende como ser humano.
“Esta semana he tenido mucha llorera y os lo cuento por si me podéis ayudar. Tengo un vecino que según él mis gatos le molestan. Puso trampas y atrapó a un gato y después a otro, y están en la perrera ahora. Conseguí recuperar a uno, porque he conseguido adoptante, pero se lo quedan si está castrado. Ayer le hice la operación. En mi casa los gatos han salido a la calle y en 20 años no he tenido ni una queja ni un comentario. Estoy buscando una casa para mi gato. Tiene 7 años, castrado.”
Este mensaje es terrible para el ser humano. Un homínido que pone trampas para cazar gatos, castración de animales…perrera…., pero ¿quiénes nos creemos que somos? ¿Un jinete del apocalipsis?
A mí me gustaría reivindicar la convivencia entre todas las especies que convivimos en este planeta, en el fondo todos somos hermanos evolucionados de diferente forma, pero nadie es el rey de la creación.
Recuerdo aquí a Mowgli, del “Libro de la Selva”, libro escrito por un masón inglés, Rudyard Kipling, en donde reivindica la vida en paz entre todas las especies.
El precio que algún primate deba pagar por la convivencia con otras especies, es mínimo en relación con lo que nuestros amigos nos aportan a nuestras vidas y a la especie.
Las ordenanzas están, pero la flexibilidad del ser humano y la equidad también existen, para que cada uno lo aplique de acuerdo con su ser y con su corazón. Si nos compramos trampas para cazar gatos, estamos desenfocando la fotografía. Menos mal que el Foto-Club Ateneu de Maó, está enfocado y envía en sus fotos, un mensaje de realidad y de cariño sobre nuestros amigos, para centrarnos el objetivo.
No nos perdamos. A lo mejor, el que está equilibrado, y sabe dónde está, es el gato y no el primate homínido. Es fácil, solo hay que ver las fotos. .- Nota. Todas las fotografías pertenecen a miembros del Foto-Club del Ateneu de Maó que las han cedido para este artículo de opinión.
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