Cuando hablamos de occidente como destinatario de la cultura judeocristiana, estamos diciendo una realidad incontestable. De la misma forma que si hablamos del mundo árabe, estamos afirmando una cultura basada en el Islam, y si hablamos del mundo judío estamos confirmando en una cultura exclusivamente judía.
Cristiana es más que católica. Es amplia la acepción pero el sustrato bíblico o judío existe en todas, bien que interpretado de diferentes maneras.
En Menorca ha habido etapas de fuerte enfrentamiento laico y religioso. No solo está documentada la carta del Obispo Severo contra los judíos, sino que todo el último cuarto del siglo XIX fue un conflicto entre la Iglesia Católica, los elementos laicos republicanos y las iglesias evangélicas. Evidentemente coexistían pero no se trataban. Especialmente con la parte laica de la población, las confrontaciones entre clericales y anticlericales, fueron notables. Es en realidad algo que está superado en nuestra isla a día de hoy, afortunadamente. Cada uno hace su trabajo y nadie interfiere en el trabajo de los otros. No siempre hay relación o colaboración, desgraciadamente, pero hay respeto y no se trata de fastidiar al otro sino de convivir. Vivimos en un mundo en el que resulta indudable la quiebra del monopolio de la Iglesia Católica en algunos países como Irlanda o Polonia, o el agotamiento por desgaste como en España, pero es también un mundo en el que el mensaje de la Iglesia es cada vez más y más necesario. Todos los hombres de buena voluntad buscan una organización sacramental para relacionarse con el Creador, o simplemente un camino laico de contenido espiritual o filosófico para coincidir en puntos de ética. Por eso las diferencias entre todos, no son un problema de moral, sino de la ética, como parte de la filosofía que estudia aquello que de verdad hace feliz o genera el bienestar al ser humano. La ética impregna la filosofía, pero también la teología y los mandamientos religiosos. Concluida la fase agresiva de evangelización de la Iglesia Católica y de misiones, el único fanatismo religioso que estamos viviendo de forma peligrosa, por su carácter radicalmente expansivo es el Islam.
Las Iglesias han sido lugares de arte y de culto, se puede ver en las fotos del Foto Club del Ateneu de Maó. El Vaticano como centro de la Iglesia es una obra de una belleza extraordinaria que nos dice mucho de la riqueza de la que dispuso o dispone el catolicismo. No solo es construir esta belleza, es mantenerla y generar ingresos para estabilizar los edificios y restaurar, por ejemplo, las pinturas de alguna capilla y mantener a la curia, sacerdotes y personas que allí trabajan. Es algo que ya es patrimonio de todo el mundo. Pero al lado de esas iglesias, hay otras muchas, cerradas, o sin sacerdotes que las atiendan en el lugar, sin perjuicio de que atiendan varias parroquias; o las iglesias rurales de los países del tercer mundo. El desgaste por la edad y por las vocaciones, se ve suplido por las nuevas vocaciones que surgen de América Latina y en África y que vienen a Europa con las órdenes religiosas y las comunidades. Son jóvenes, y creo que vienen de una realidad diferente a la que les ha servido para su vocación y de una religión adaptada a sus países.
Tener un papa jesuita y latinoamericano, como Francisco, es un signo evidente, para mí de lo que digo. Su estado de salud está delicado, ya lo estaba antes de que saltase a la prensa en la forma en que lo ha hecho, y se sabía en el Vaticano, hay ruido de sotanas.
El que le siga nos dará una clave
Vamos a fijarnos en la evolución de los papas. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, el perfil de los papas ha sido un perfil en línea de apertura, salvo alguna excepción, dentro de la evolución general. Hemos pasado de papas italianos Juan XXIII y Pablo VI, que han tirado adelante con el concilio Vaticano II, con muchas reticencias, siempre respetuosas, por parte de los grupos católicos más a la derecha religiosa, como el Opus Dei. Después hemos pasado a un papa polaco, en un momento en el que las relaciones con la Europa del Este estaban cerradas, y procedente de una iglesia muy tradicional, quizá la compensación a Pablo VI y generó la adhesión inquebrantable del Opus Dei. Hubo, previamente, otro papa pero no tuvo tiempo de realizar obra. Luego vino un teólogo alemán tradicional, que fue incapaz de aguantar la presión y dimitió. Entre unas cosas y otras se produce la intervención eclesiástica de la Compañía de Jesús, la Teología de la Liberación, Hans Küng, Ernesto Cardenal, Romero, Wolf, Ellacuría y los jesuitas asesinados, y los intentos de una iglesia de los pobres. Las órdenes religiosas a partir del concilio Vaticano II, se van desplegando en su obra y maneras de la iglesia diocesana y de la jerarquía, pero se mantienen en la Iglesia, a diferencia de algunos movimientos integristas, como Lefebre, que intentan ir por otro lado. La misma Iglesia Católica en Menorca, uno de los poderes históricos de la Isla, mantiene una posición abierta, dialogante, de trabajo social dentro de la doctrina social de la Iglesia, y se ha convertido en un referente en positivo un factor activo de la sociedad, participativo, Hay tradiciones y hay historia en Menorca que no pueden ser suprimidas pero tampoco hay razón alguna para hacerlo, porque forma parte de este pueblo.
Esta evolución de los papas llega y, por último al cambio del péndulo y los jesuitas pasan de estar intervenidos a tener un papa, que es latinoamericano ,argentino, y que está curtido en cuestiones sociales. Y este papa intenta cambiar cosas con un sentido del papado contemporáneo.
¿Qué pasará ahora? Fallezca o no el Papa, su ciclo ha terminado, por edad y por salud. Los movimientos han de seguir, y la Iglesia ha de potenciar sus actuales caladeros. O Latinoamérica, con todo lo que implica de práctica religiosa integrada en las comunidades, o África como iglesia joven emergente, o Asia, China anda por ahí, y órdenes religiosas no diocesanas.
Pronto sabremos cómo enfocará la iglesia católica lo que queda del siglo XXI.
.- Nota: Todas las fotografías pertenecen a integrantes del Foto-Club del Ateneu de Maó. |