Cuando en el Ajuntament de Sant Lluís, se pusieron en marcha los Encuentros Camus, y se edificó un auditorio, me sorprendió la vinculación entre Menorca y Argelia. Camus era descendiente de una santlluisera. Ciertamente, había perdido su apellido menorquín por cuestiones de legislación sobre parentesco, pero se utilizó su figura. Para mí fue el primer contacto con la emigración menorquina.
El segundo fue el contacto con la emigración a USA. Llegué por primera vez a la calle de Maó. Vivía allí Magaly una amiga. Pensé que el nombre vendría de una antigua construcción de un fuerte francés en la zona, donde se haría aguada o cerca del agua. Me pareció extraño, sí, el nombre. No me encajaba en la calle.: “Fort de l´Eau”.
A los años, conocí que el fuerte no había estado en Maó sino en Argelia. Se llamaba “bordj el Kiffan” construido entre 1.556 y 1.582, por los turcos y que los franceses en el siglo XIX llamaron Fort de l´Eau. El puerto de llegada fue “Sidi Ferruch”, solo desde noviembre de 1.836, para más de 1.900 mahoneses de todas las edades.
Corrían los años 1830 a 1.850, los franceses empezaban a ir a Argelia y pasaban por Menorca, por mejor decir, Maó, el puerto. Y en la isla las cosas no iban bien a nivel económico. Miseria. Se corrió la noticia de que había un lugar donde se podía trabajar y construir, y muchos mahoneses decidieron montar en los barcos franceses o incluso en sus propios ‘llaüts’ e irse y emigrar al norte de África. Cerca de Argel, había una zona insalubre, pantanosa, a orillas del Mediterráneo, llamada la “mitidja”. Allí se instalaron los mahoneses. Se les siguió conociendo así y no con el nombre de la isla, y comenzaron a trabajar las duras tierras.
Se ganaron fama de trabajadores fuertes y buenos y ellos renunciaron a Maó, y se adaptaron e incorporaron la lengua y la cultura francesa como elemento de comunicación y de identidad. Aunque las raíces se conservaron, el menorquín se fue perdiendo y sustituyendo por el francés.
El 11 de enero de 1850, Napoleón III firma el decreto de fundación de “Fort de l’Eau”, con 500 Hectáreas de superficie, 45 familias, y entre 250 y 300 habitantes. Sus descendientes lucharon en la Primera Guerra Mundial con Francia. Lucharon en la Segunda Guerra Mundial con Francia y dejaron de tener la isla como algo presente, quizá la conservaron como Ítaca en el recuerdo o en el mito, pero su vida fue por caminos diferentes.
Pero es que los menorquines y los mahoneses también los olvidaron a ellos. Se cortaron las comunicaciones. Era como si les reprochasen haberse ido de la isla. Miles de mahoneses quedaron sin cordón umbilical con su origen.
Yo vengo de una tierra de emigrantes, y la forma que tiene mi tierra de relacionarse con su gente del otro lado, es de unidad, y de raíces, sin embargo, en la isla, se olvidaron estas raíces. Se les ha dejado marchar, y lo que ha ocurrido es que terminada la guerra de liberación nacional de Argelia en el Siglo XX, los descendientes no volvieron a Menorca, se fueron a Francia o a otros lugares y algunos se quedaron en Argelia, vivos y muertos. Solo a día de hoy alguno de sus descendientes ha vuelto a la isla como Gilles Román Vinent. En los cementerios se quedaron la familia de Jean Mercadal, la Familia Antoine Seguí, Famille J. Cardona, Famille P. Orfila, Famille Tudurí,o la topografía del pueblo “Pte Vidal”, “granja Tuduri”, “granja Pons”, Llorens, Camps, Avenida de Mahón, Colina Llorens, Llull, Casa Mercadal, granja Bagur, Pte. Llorens, Granja Pons, Granja Sintes, y así toda la ciudad.
La importancia de la emigración mahonesa, fue tan patente, que a los menorquines no se les llamaba así, sino “mahonneses” (en francés), en Argelia.
He investigado gracias a Gilles Román Vinent. Gilles es como Jesús Méndez Mateu, son tesoros que hay en la isla. El otro día, en un taxi en Mallorca hablaba con otra víctima de Iberia, que se apellidaba Vinent, y no sabía nada de la emigración de su familia a Argelia. Esta memoria debe ser recuperada, y este artículo, además de reivindicar el trato digno, intelectual, político y físico a la emigración que recibimos, trata de aportar algo a la memoria histórica menorquina y a las familias de Maó.
Gracias al Club de Fotografía del Ateneu de Maó, he podido acceder, a fotografías de “Fort de l´Eau” y de las tumbas de su cementerio. De otro lado, he podido acceder a un plano del pueblo de los años 60 del siglo XX. Creo que Maó no reconoce suficientemente esta parte de su historia con una calle.
Una de las cosas tristes de la vida es la desconexión de la tierra y de los orígenes. La ruptura entre Maó y Fort de l´Eau tendría que ser sellada y cerrada, y de la misma forma que se recuerda todos los años al Almirante Farragut, o se pone una escultura en Monte Toro de la emigración menorquina a USA, debería recordarse todos los años a los “mahoneses”, que se vieron forzados a dejar su tierra y a olvidarla. No tiene sentido conmemorar a Camus, que jamás ha estado en la isla, y olvidar a los antecesores de Camus y de tantos otros, como los de Fort de l´Eau.
Menorca debe invertir el diálogo de la isla con sus emigrantes y con su historia y no olvidarlos cuando planteemos pateras y cuestiones de emigración. |