Han pasado cinco años desde aquel fatídico 14 de marzo de 2020, y todos los que vivimos aquella situación recordamos perfectamente dónde estábamos, qué hacíamos y cómo actuamos. La pandemia nos golpeó sin aviso, trastocó nuestras rutinas y nos enfrentó a un enemigo invisible y letal. Pero si alguien tuvo claro su papel en esta crisis fueron los médicos.
Nuestros compañeros olvidaron su vida, sus familias y sus propios riesgos para salvar la vida de sus pacientes. Nadie sabía con certeza a qué nos enfrentábamos; solo comprendimos que el virus se propagaba con una rapidez aterradora.
Pensamos que China estaba lejos, que la distancia nos protegería, pero pronto nos dimos cuenta de que no había frontera que detuviera la tragedia. Antes de entenderla, ya la teníamos encima.
El 31 de diciembre de 2019, la Organización Mundial de la Salud informó sobre un brote de COVID-19 en China. El 11 de marzo de 2020, la OMS declaró la pandemia global por SARS-CoV-2. Y solo unos días después, el 14 de marzo de 2020, nuestro mundo entero dio un giro completo, nuestras puertas y ventanas se cerraron, pero nuestros médicos salieron a primera línea de calle, sin pensarlo y sin contar cómo y cuándo volverían a sus hogares. Cifras bélicas de muertos en tiempos de paz y entre ellos, muchos de los nuestros.
Hoy, cinco años después, recordamos los aplausos desde los balcones, las muestras de apoyo y gratitud que recibieron nuestros compañeros. Pero también recordamos la soledad de aquellos hospitales, la impotencia de no contar con los medios suficientes y el dolor de perder a tantos profesionales que dieron su vida en esta lucha y por supuesto, recordamos “el miedo”.
Hoy, sin embargo, los aplausos han cesado. Nuestros compañeros siguen aquí, pero la situación no ha cambiado. La sociedad ha recuperado su vida normal, pero los médicos seguimos enfrentando las mismas condiciones precarias de trabajo. Acudimos a nuestros puestos cada día, sin faltar, sin rendirnos, con el mismo compromiso de siempre. Pero seguimos sobrecargados, desprotegidos y exhaustos ante un sistema de salud que, cinco años después, no ha mejorado lo suficiente.
Y no solo eso, sino que nuestro futuro parece cada vez más relegado al olvido. Los aplausos de aquellos días se nos han convertido en las lanzas de la ministra Mónica García quien, aún siendo médico, ha olvidado que sus “compañeros de oficio” no miramos las horas de trabajo cuando nuestra profesión lo exige, pero sí parece haber olvidado que es ella quien, como responsable, debe cuidar de su ejército de médicos, pues si no cuida de ello, su ejército se verá rendido.
¡Está en sus manos señora ministra, no se quede sin soldados que nunca se sabe cuándo aparece la desdicha!
Extrañamos aquel reconocimiento a los médicos, hoy perdido entre pasillos, consultas desbordadas de pacientes, listas de espera, situaciones insostenibles, de las que nuestros pacientes, aquellos que nos aplaudían, nos hacen responsables olvidando que nosotros somos los mismos, aquellos que lo dimos todo por todos, y que hoy seguimos al mismo ritmo, con el compromiso de siempre, pero con el ánimo muy decaído.
Hoy recordamos con respeto y tristeza a los 125 médicos que fallecieron durante la pandemia. Su sacrificio no puede quedar en el olvido ni ser un simple número en la historia. La lección que nos dejó la COVID-19 no puede perderse en la indiferencia y en el desprecio al facultativo. Es momento de exigir un sistema sanitario digno, que valore y proteja a sus médicos.
Porque la próxima crisis sanitaria puede estar a la vuelta de la esquina, y no podemos permitirnos volver a cometer los mismos errores.
Que la memoria de nuestros compañeros sea un recordatorio constante de la importancia de la medicina, de la salud y, sobre todo, del respeto que merecen quienes entregan su vida por la de los demás.
Hace 5 años luchamos contra el COVID, hoy los 177.000 médicos de la sanidad pública luchamos por los 48 millones de ciudadanos, por un estatuto propio, que reconozca nuestra singularidad (que demostramos, cuando estuvimos sin Epis, al lado de los pacientes, pagando un elevadísimo precio), que resuelva el grave déficit de médicos que existe y que se agravará con el gran número que se va a jubilar en los próximos años .
Nos lo merecemos a pesar de una médico ministra , que contamina ideológicamente, su gestión sanitaria, llena de fracasos rotundos .
Por los pacientes , por los médicos que murieron , por los que padecen covid persistente , por los médicos que estamos , por los que vendrán y por el futuro de la sanidad pública , la Confederación Española de sindicatos médicos , el Sindicato Médico Andaluz y el Foro de la Profesión Médica nos manifestaremos el día 22 en Madrid. Será el primer aldabonazo .
Por cierto, ¿qué piensa de este bodrio de anteproyecto, el Gobierno de Sánchez ?
En derrota transitoria pero nunca en doma.