El reconocido fotógrafo Alberto García-Alix, una de las figuras más importantes de la fotografía europea contemporánea, presentará en Maó una exposición retrospectiva con imágenes capturadas a lo largo de las últimas cuatro décadas. La muestra podrá visitarse en la galería Albarrán Bourdais, en su sede de Maó, entre el 26 de abril y el 31 de mayo, ofreciendo un recorrido por la evolución de su obra y su particular visión artística.
Premio Nacional de Fotografía en 1999, su trayectoria constituye un documento de los cambios sociales en España desde los años ochenta y establece a la vez un universo complejo en el que cada imagen adquiere un carácter poético y trascendental.
La muestra se conforma por un total de 58 imágenes en blanco y negro, tomadas a lo largo de las últimas cuatro décadas. En su conjunto, desvelan el desarrollo y la evolución de la mirada y de la técnica fotográfica de su autor.
Se exponen desde sus primeras fotografías, de carácter más intimista y autobiográfico, realizadas con película analógica de 35 mm, a las más recientes, en medio formato y mediante la utilización de la múltiple exposición fotográfica, que manifiestan la evolución de García-Alix hacia posturas más expresionistas, abstractas y poéticas.
Toman protagonismo en la planta baja de la galería las fotografías que llevan la naturaleza y el paisaje como temática. Realizadas entre 1990 y la primera década del 2000, son imágenes realistas que, al estar reinterpretadas bajo la mirada del fotógrafo, desprenden tensión y carácter propio. “Una forma de ver es una forma de ser”, explica el fotógrafo.
En la primera planta, se despliegan imágenes de tinte más autobiográfico, las que reflejan su mundo, sus vivencias y su círculo más cercano. Destilan la agitación cultural del Madrid de los años ochenta. En esta etapa prima el retrato, disciplina que es una constante en su obra y que se manifiesta a lo largo de la exposición.
Se muestran retratos tanto de su entorno íntimo como de personalidades de la época, capturados desde una óptica autobiográfica y alejada de estereotipos. “Entiendo el retrato como un diálogo, un singular pulso entre fotógrafo y modelo. Este encuentro y sus consecuencias es muchas veces mágico”, afirma el autor. Ana Curra, Alaska, Santiago Auserón y Edi Clavo son algunos de los personajes que aparecen retratados.
Avanzando hacia el segundo piso de la casa histórica que alberga la galería de Menorca, nos adentramos en la vertiente más expresionista del fotógrafo: un conjunto de imágenes de sus proyectos más recientes, tomadas en gran parte con la técnica de la múltiple exposición fotográfica en film analógico. Con esta práctica, García-Alix superpone rostros, cuerpos, pinturas, paisajes y diferentes objetos para crear su propio imaginario, construir su propio mundo inventado, sugiriendo otros significados y texturas.
Quedan expuestas en esta sala algunas de las fotografías que conforman la evocadora serie “Fantasías en el Prado”, resultado de cuatro años de fotografiar obras maestras de la pinacoteca del Museo del Prado. Con su cámara, García-Alix repinta las obras maestras, otorgándoles misterio, tensión y movimiento, desde un ligero sfumato a un movimiento perturbador.
“Fotografié inmerso en un sinfín de resonancias y fantasmagorías. Percibiendo en lo subjetivo y en lo intuitivo. Busqué darle respiración a los retratados y carne a las estatuas. Miré, además, en comunicación con la historia, la política y el arte, apropiándome de tiempo, luz y pinceladas”, explica Alberto García-Alix sobre esta serie.
Diseminados por la galería, nos encontramos también con autorretratos de distintas épocas. Es una disciplina con la que ha experimentado desde el inicio de su carrera, en un ejercicio de encontrarse consigo mismo a través de la fotografía. García-Alix se ha fotografiado constantemente, a veces crudo y nítido en escenas de gran intimidad, y otras oculto tras el desenfoque o la doble exposición.
“Mirar también es mirarse”, dice el artista. “El autorretrato es otro ejercicio fotográfico constante en mi obra. Las imágenes son espejo. Veo en ellas mis tensiones y hasta el devenir del momento en que fueron hechas”.
La exposición en Albarrán Bourdais celebra la trayectoria de una figura clave para la fotografía, reconocido por fotografías que han huido de las censuras para construir un universo complejo, en el que cada imagen adquiere un carácter poético y trascendental.