Durante décadas, Menorca ha ido abandonando paulatinamente su tejido industrial en favor de un modelo económico cada vez más centrado en el turismo. Este “monocultivo del sector terciario”, como muchos lo denominan, ha traído prosperidad en temporada alta, pero también una fuerte dependencia, inestabilidad laboral y una pérdida progresiva de diversidad productiva. ¿Y si la isla volviera a apostar por la industria? ¿Qué tipo de industrias serían viables hoy en Menorca?
Históricamente, la isla supo combinar agricultura, pesca, manufactura y comercio con notable éxito. Fue una de las primeras regiones de España en industrializarse, en parte gracias a la influencia británica. Sectores como el calzado, la joyería, la alimentación o incluso la construcción naval llegaron a tener peso propio en la economía local. Hoy, buena parte de ese patrimonio industrial permanece latente, a la espera de una posible reinvención.
Industrias con identidad menorquina
Una de las primeras apuestas sería recuperar y modernizar la industria agroalimentaria, con productos de calidad ligados al territorio. El queso Mahón-Menorca, la ginebra artesana, los embutidos tradicionales o las nuevas iniciativas de agricultura ecológica tienen un enorme potencial tanto en el mercado interior como en la exportación gourmet.
El calzado y la moda artesanal también podrían renacer bajo una nueva filosofía: menos producción masiva y más diseño, sostenibilidad y valor añadido. Las abarcas menorquinas, por ejemplo, ya gozan de reconocimiento internacional, y podrían ser emblema de un modelo de slow fashion.
Otras industrias con recorrido serían las tecnologías limpias y la innovación energética, en consonancia con el estatus de Menorca como Reserva de la Biosfera. Iniciativas que apuesten por el reciclaje, la eficiencia energética, la producción solar o el tratamiento de residuos podrían posicionar a la isla como un laboratorio de sostenibilidad. Algunas ideas se han planteado a nivel de producción de hidrógeno verde asociadas a futuros parques de eólica marina.
La industria cultural y creativa —desde la artesanía contemporánea hasta la producción editorial, musical o audiovisual— también encaja en el perfil de isla pequeña, con identidad propia y fuerte arraigo cultural. Añadamos el arte, no en vano hay un creciente mercado de galerías en la isla que sigue creciendo y atrayendo a turistas especializados.
Economía azul: un mar de oportunidades
Menorca no puede obviar el potencial de la economía azul, es decir, el conjunto de actividades económicas relacionadas con el mar que se desarrollan de forma sostenible. Desde la pesca artesanal responsable, hasta la biotecnología marina (investigación de algas y organismos con usos farmacéuticos o cosméticos), pasando por el turismo náutico de bajo impacto, la acuicultura sostenible o incluso la reparación de pequeñas embarcaciones, hay un amplio abanico de posibilidades.
Otras islas que diversifican: el caso de Malta y más allá
Menorca no tendría que inventar el camino desde cero. Otros territorios insulares ya han logrado diversificar sus economías con éxito. Un ejemplo claro es Malta, una isla con una economía mixta, estratégicamente ubicada en el Mediterráneo. Aunque el turismo sigue siendo relevante, Malta ha desarrollado industrias como la producción de microchips, servicios financieros, impresión de moneda, videojuegos, tecnología blockchain y mucho más, apoyándose en una política fiscal atractiva y un entorno estable para la inversión.
También hay casos de islas más pequeñas con una economía altamente especializada:
Las Islas Feroe, cuya economía gira casi en exclusiva en torno a la pesca y acuicultura, responsables de más del 90% de sus exportaciones.
Nueva Caledonia, rica en recursos naturales, basa gran parte de su PIB en la extracción de minerales como níquel o cobalto.
Islas Malvinas, donde el motor económico es la pesca, junto a la producción de lana y carne.
Hawái, si bien es un claro ejemplo de turismo masivo, también ha desarrollado una potente infraestructura hotelera e iniciativas en energías renovables.
Diversificar para resistir
Reactivar la industria en Menorca no significa volver al pasado, sino reinterpretarlo con visión de futuro. Para ello será clave fomentar la formación técnica, ofrecer apoyo institucional y promover una marca “Menorca” que combine tradición, innovación y respeto por el entorno.
La diversificación económica no solo permitiría reducir la dependencia del turismo, sino también generar empleo de calidad, retener talento joven y fortalecer la identidad menorquina en un mundo globalizado. Y sobre todo, demostrar que incluso una pequeña isla puede ser sinónimo de industria, cultura y sostenibilidad.