Incluso antes de convertirse en presentador a nivel nacional, Andrés Gómez tenía claro que Menorca no debía quedar tapada al mostrar el tiempo. Y no es casualidad: su fuerte conexión familiar con la isla, a la que define como su “coordenada 0,0”, explica ese gesto de deferencia. Nacido en Valencia, vivió en primera persona la fatídica DANA que asoló su tierra y, desde 2014, se ha volcado en el mundo de la comunicación meteorológica. En Menorcaaldia hemos querido hablar con él para descubrir tanto su estrecha relación con la isla como su visión sobre el presente y futuro de la meteorología.
P.- Para empezar, ¿podrías presentarte y contarnos cuál es tu relación con Menorca?
R.- Soy Andrés Gómez, papá a tiempo completo y meteorólogo y presentador de “El Tiempo” en mis ratos libres. Empecé mi carrera profesional en 2014 en Castilla y León TV y 4 años más tarde pasé a formar parte del equipo de El Tiempo de TVE.
Aunque nací en Valencia y he vivido en diferentes ciudades de España, siempre digo que en Menorca están mis coordenadas 0,0. En Menorca vive gran parte de mi familia, incluyendo mis padres, ambos menorquines. Aquí están muchos de mis amigos y me siento bien, en casa, en paz y feliz. Que mis hijos y mi mujer pasen parte de sus veranos en la isla es de los mejores regalos que les puedo dar. Menorca es un tesoro que hay que cuidar, mantener, proteger y querer. Nos va la vida en ello.
P.- Desde tu salto a nivel nacional, ¿qué ha cambiado en tu manera de trabajar con respecto a la televisión autonómica?
R.- Trabajar en TVE ha sido sin duda un sueño cumplido. El espacio de “El Tiempo” de esta casa siempre ha sido referencia y un ejemplo de rigor, seriedad y compromiso con el servicio público. Pero, en realidad, mi trabajo en Castilla y León no era muy diferente. Aprendí mi profesión en esa televisión autonómica a la que sigo considerando mi casa. En medios de comunicación más pequeños hay grandísimos profesionales haciendo un trabajo magnífico.
Pasar a una cadena nacional supuso nuevos retos y también me permitió trabajar y aprender de unos compañeros que estos años me han aportado muchísimo. En cualquier caso, la esencia de lo que hago sigue siendo la misma: informar a los telespectadores con rigor y de la forma más directa, clara y amable posible.
P.- Muchos espacios meteorológicos de alcance nacional cuentan con profesionales muy jóvenes. ¿Cómo valoras esa renovación generacional?
R.- Creo que en realidad hay variedad de perfiles y que los más jóvenes vamos aprendiendo de los más experimentados. Las nuevas generaciones tienen, en muchos aspectos, una preparación sobresaliente y, por tanto, un potencial extraordinario. Pero, en todas las profesiones, la experiencia es un grado y son los más veteranos quienes pueden liderar el relevo y garantizar la continuidad de buenos comunicadores de meteorología en nuestro país.
P.- Como valenciano, viviste de cerca la devastadora DANA que afectó a tu tierra ¿Qué supuso para ti informar sobre un evento de esa magnitud y con un impacto tan cercano a tu lugar de origen?
R.- Es difícil de explicar porque lo viví muy de cerca. Tan cerca como que estuve en Valencia ese mismo día. Aunque no solemos salir del plató, TVE me envió allí de forma excepcional ante la previsión de posibles inundaciones. La idea era cubrir sobre el terreno un episodio que se anticipaba como potencialmente extremo. Lo que viví daría para un libro que, ojalá, algún día pueda escribir.
Desde el punto de vista meteorológico, jamás había presenciado nada parecido. Fue tan intenso, tan brutal, que por momentos llegué a sentir miedo. Esa noche acabé atrapado en L’Alcúdia, sin poder salir, durmiendo en el coche y viendo como el agua subía y mi teléfono móvil perdía toda la cobertura. La sensación de aislamiento, de vulnerabilidad y de impotencia fue absoluta.
Al día siguiente fue aún más duro. Jamás olvidaré los rostros de todos aquellos vecinos, desbordados por la angustia, sin noticias de sus seres queridos, tratando de aferrarse a cualquier esperanza en medio del caos. No me arrepiento de haber ido. Ha sido una experiencia extrema pero me ha dejado aprendizajes profundos, tanto en lo personal como en lo profesional. Eso sí, el precio emocional fue muy alto: tras regresar a Madrid, pasaron varias semanas antes de que pudiera volver a dormir con normalidad. Ha sido una tragedia pésimamente gestionada de la que debemos aprender sí o sí.
P.- ¿Crees que la DANA que golpeó el Levante supuso un antes y un después en la forma en que los medios informan sobre fenómenos meteorológicos extremos?
R.- Sin duda. Después de haber estado en Valencia estos últimos meses han sido todavía más frenéticos. De hecho, lo que pasó en Valencia es un tema que todavía está encima de la mesa. Todas las situaciones de lluvias e inundaciones posteriores han estado muy condicionadas por lo que pasó en octubre de 2024.
Siempre ha habido “gotas frías” o DANAs en Valencia y en otros puntos del Mediterráneo. Sin embargo, estamos en un nuevo escenario. El clima ya ha cambiado y el planeta seguirá calentándose irremediablemente en las próximas décadas. Además, sabemos que la cuenca Mediterránea va a ser una de las zonas más afectadas por el cambio climático y este tipo de eventos extremos van a ser cada vez más frecuentes y más devastadores. Lo que ha pasado en Valencia es una prueba más de lo vulnerables que somos. Las consecuencias de este episodio han sido tan graves que parece que la sociedad y los políticos empiezan a tomarse más en serio los avisos y advertencias.
En cualquier caso, queda mucho por hacer. Hay que mejorar los protocolos, los sistemas de alerta temprana y la educación para riesgos. Nuestros niños deberían aprender en el colegio qué deben hacer en caso de incendio, inundación, terremoto… Saber tomar buenas decisiones en situaciones de riesgo, salva vidas.
P.- Hemos visto una sucesión de borrascas muy intensas (Jana, Konrad, Laurence, Martinho) en las últimas semanas. Cómo valoras el impacto acumulado que han tenido estas borrascas en el país, particularmente en Baleares?
R.- Sí, ¡han sido tres semanas frenéticas! Es verdad que de vez en cuando se “abren las puertas del Atlántico” y tenemos estos trenes de borrascas que nos van dejando lluvias más o menos continuas durante días. Pero, en esta ocasión, ha sido realmente extraordinario. En primer lugar porque apenas ha habido paréntesis entre una borrasca y otra, ha llovido muy seguido. Y, en segundo lugar, porque las acumulaciones de lluvia han sido espectaculares.
En este tipo de situaciones en las que todo viene por el oeste, las lluvias más abundantes siempre se las lleva la zona occidental de la Península, pero esta vez las borrascas y sus frentes asociados han sido tan activos que han llegado “vivos” también a la vertiente mediterránea. No ha llovido tanto como en el oeste del país, pero ha sido una lluvia muy buena. En el Aeropuerto de Menorca este marzo de 2025 ya acumulamos más de 45 litros por metro cuadrado, lo que supera la media habitual de este mes (38 l/m2). ¡Eso siempre es una buena noticia! El verano luego es muy largo…