Estos días hemos leído al concejal Pedro Tudurí presumiendo de haber propuesto la instalación de contenedores inteligentes como si fuera una gran innovación personal. En su relato, estos contenedores aparecen como la solución mágica, casi heroica, frente al sistema de recogida puerta a puerta, al que tacha de ineficaz, incómodo y contrario —según él— a la libertad de los vecinos para decidir cuándo sacar la basura.
Pero seamos claros: están mintiendo.
Y lo hacen a propósito. No es desconocimiento, es estrategia política. Saben perfectamente que los contenedores inteligentes no son una alternativa milagrosa, ni mucho menos una idea nueva. Se utilizan desde hace años en numerosos municipios europeos —y también en España— como complemento al puerta a puerta. No son lo contrario: son parte de una misma estrategia global para mejorar la gestión de residuos.
Yo mismo viví más de un año en Sant Andreu, un barrio de Barcelona, donde este sistema combinado lleva funcionando más de tres años. Al principio hubo quejas, claro, sobre todo por la rigidez de los horarios. Precisamente por eso se instalaron contenedores inteligentes: para ofrecer flexibilidad sin renunciar al sistema de recogida selectiva eficiente. Y funcionó. Mejoraron los índices de reciclaje y el sistema se integró en la vida cotidiana. Todo esto, promovido por el mismo grupo político de Ada Colau. El puerta a puerta siguió adelante, con mejoras y ajustes, no con regresos al pasado.
Pero lo más importante es que el puerta a puerta no es ningún experimento. Se lleva aplicando con éxito desde hace décadas en numerosos países europeos. En Bruselas, por ejemplo, es una práctica común desde hace más de treinta años. Si no funciona aquí, no es por el sistema, sino por quienes lo implantan sin convicción ni recursos. Lo que falla no es la idea, es la gestión.
Por eso me indigna que aquí se manipule la realidad sin el menor pudor. En la última reunión vecinal, Tudurí mintió descaradamente. Exageró, omitió información clave, y construyó un relato tramposo para presentarse como defensor de una supuesta libertad horaria, enfrentándose a un modelo que ni siquiera se está aplicando como él lo describe.
Lo más grave: lo dijo delante de los vecinos, con toda la seguridad del que pretende estar informado… mientras desinformaba.
Y no es la primera vez. Su discurso se basa siempre en lo mismo: echar balones fuera. Si algo no funciona, es culpa de los vecinos. Si la limpieza va mal, culpa de la empresa. Si el sistema no cuaja, culpa de los técnicos. Nunca es responsabilidad suya. Nunca construyen, solo señalan.
Lo mismo ocurrió con la licitación del bar Los Bucaneros. Desde varios grupos exigimos unas bases más sostenibles, que defendieran el empleo local y garantizaran precios asequibles. ¿Y qué respondió la alcaldesa? Tal cual, y lo podéis comprobar en los vídeos: “No tenemos experiencia, así que lo dejamos tal cual.”Como si gobernar fuera simplemente ocupar un cargo y limitarse a no estorbar. Como si bastara con estar, sin transformar nada.
De hecho, un concejal del PP llegó a decírmelo sin rodeos, en los pasillos del Ayuntamiento: “Si total, los funcionarios ya lo hacen todo muy bien sin nosotros.” Esa frase, que parece una confesión cínica, es en realidad su programa político. Están, pero no hacen. Cobran, pero no asumen. Y encima tienen la osadía de presumir de gestión cuando ni siquiera participan.
Yo no quiero formar parte del oficialismo. No vine aquí a calentar una silla. También tengo mis peleas con los míos, y no me escondo. Pero no pienso callar ante quienes usan la política como disfraz, ante quienes la vacían de contenido y la convierten en puro teatro institucional.
Estoy aquí porque creo, con toda la sinceridad del mundo, que la ciudadanía debe organizarse. Que esta isla no se cuida sola. Y que si no participamos, si no exigimos, otros seguirán mintiendo con impunidad, mientras aparentan preocuparse por nosotros.
La derecha ganó las últimas municipales entre una abstención vergonzosa. Y yo me pregunto: ¿qué nos pasa en Menorca? ¿Dónde está la acción, la conciencia, la implicación? Demasiada gente actúa como si nada fuera con ellos. Pero lo sepamos o no, la inacción también decide. No esperéis que otros arreglen lo que dejasteis pudrir.
Mientras hablamos de residuos, ellos seleccionan muy bien qué verdades reciclan… y cuáles esconden.