La economía balear creció en el tercer trimestre de este año un 3,2 %, un dato que confirma la prolongación de una fase de contención en los meses de temporada alta, entre julio y septiembre, según el último informe de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares (CAEB).
Este resultado supone un ligero retroceso respecto al segundo trimestre, cuando el crecimiento fue del 3,3 %, y una caída más clara frente al primero del año, que alcanzó el 3,6 %.
La presidenta de la CAEB, Carmen Planas, ha señalado que el empleo acumula nuevos máximos, pero la productividad permanece estancada y los márgenes empresariales se estrechan en algunos segmentos, mientras los costes laborales y energéticos siguen elevados.
El crecimiento balear se mantuvo por encima de la media nacional, situada en el 2,8 %, y también de la Unión Europea, que apenas alcanzó el 1,4 %.
Por islas, Mallorca se consolidó como el principal motor de la economía balear con un crecimiento del 3,3 %, idéntico al del trimestre anterior. Ibiza y Formentera se situaron muy cerca, con un 3 % impulsado por la construcción, mientras que Menorca fue la única que logró acelerar su ritmo hasta el 2,8 %, frente al 2,6 % del segundo trimestre.
La generación de empleo también perdió intensidad en el periodo analizado, con un crecimiento del 2,4 % frente al 2,8 % del trimestre anterior, aunque se mantuvo por encima de la media nacional, situada en el 2,3 %.
Los 668.928 trabajadores afiliados a la Seguridad Social a finales de julio constituyen un nuevo récord histórico, mientras que el desempleo se redujo hasta el 3,8 % de la población activa, frente al 4,2 % del mismo trimestre de 2024.
La inflación repuntó durante el tercer trimestre, alcanzando el 3,3 % frente al 2,7 % del trimestre anterior. Desde el punto de vista de la oferta, el tercer trimestre consolidó un crecimiento positivo pero desigual entre sectores.
Los servicios avanzaron un 3,3 %, ligeramente por debajo del trimestre anterior; la construcción se erigió como el sector con mayor capacidad de arrastre con un 3,7 % frente al 3,2 % del segundo trimestre; y la industria mantuvo un crecimiento moderado del 1,6 %.
Respecto a la demanda, el consumo privado creció un 3,2 %, aunque con indicadores que apuntan a una desaceleración.
Se moderaron las matriculaciones de vehículos, que pasaron del 20,4 % al 3,9 %; se frenó el dinamismo de las importaciones ligadas al consumo, que cayeron un 1,1 % frente al avance del 18,8 % del trimestre anterior; y la facturación de la gran distribución alimentaria creció un 4 %, menos que el 5,1 % del segundo trimestre.
El consumo de los hogares residentes se mostró más prudente en un contexto en el que la mejora de las rentas reales convive con la percepción de un encarecimiento generalizado y menor margen para aumentar el gasto.
Las previsiones globales apuntan a un crecimiento cada vez más débil. Los principales organismos internacionales dibujan para 2025 y 2026 una economía mundial atrapada en una “nueva normalidad” de bajo crecimiento, alta deuda y riesgos geopolíticos crecientes.
Europa avanza a un ritmo desigual, Estados Unidos pierde tracción respecto a trimestres anteriores y las principales economías emergentes, como India y Brasil, aunque más dinámicas, también revisan a la baja sus expectativas. EFE
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