En la configuración territorial que tenemos, los resultados de cada comunidad autónoma no son extrapolables a ninguna otra. Tampoco a nivel nacional: ni desde el Estado hacia Extremadura, ni desde Extremadura hacia el Estado.
Este pensamiento lo concreto con Menorca y con el socialismo de Menorca, y hasta lo separo del socialismo de las Baleares, del PSIB. Lo que digo es que el Partido Socialista en Menorca debe ser tratado por los electores sin extrapolar lo que pasa en Extremadura, Andalucía, Asturias o Castilla-La Mancha. Aquí no pasará lo mismo que en Extremadura, sino lo contrario. Un proceso suave de renovación se está produciendo desde hace meses para mejorar líderes, renovar mensajes y transmitir programas a la sociedad menorquina desde una ubicación de oposición. Se está trabajando, y mucho; por suave que sea el ritmo, es válido para llegar a unas elecciones fuertes. Hay tiempo, ayudados por la inoperancia o debilidad del gobierno del PP y del propio PP de la isla. Vox aquí tampoco es el Vox de Extremadura, sino algo extremadamente —por usar el prefijo extrema— residual, minoritario y con problemas internos serios.
Nadie debe esperar que lo ocurrido en Extremadura, o lo que vaya a ocurrir en Aragón o en otra jurisdicción electoral, vaya a ocurrir aquí en Menorca en las elecciones autonómicas y locales. A la evaluación de las generales no soy capaz de llegar aún. Pero a lo que sí soy capaz de llegar es a decir que nadie se equivoque: el PSOE-PSIB de Menorca está muy vivo, muy fuerte y con un camino de renovación integrador de todas las corrientes internas y con capacidad de diálogo, tanto hacia el centro como hacia la izquierda. El centro de la isla ha de confiar en el PSOE de la isla y no pensar que, votando al PP o votando a Vox, van a conseguir políticas de interés general. El PP está volcado al liberalismo empresarial, y Vox está volcado hacia una idea de patria mítica e irreal de “Viva España”, y esto confronta directamente con el modelo menorquín.
En Extremadura, aparte de la disminución de votos del PSOE, el PP no parece que haya sacado mucha rentabilidad al adelanto electoral, ya que sigue aún más cautivo de la extrema derecha, solo que más fuerte de lo que estaba. La izquierda del PSOE parece que también ha crecido, por lo que, en términos generales, las elecciones para el PP extremeño no han servido para nada. No es previsible un aumento de la extrema izquierda aquí; no hay terreno ni causa.
Entonces podemos hablar de algo ya sabido, pero no extrapolable a todas las circunscripciones. El PSOE sufre el desgaste de poder normal después de gobernar desde la ingeniería con demasiadas tuercas para ensamblar en el mecano. Extremadura —y me la he recorrido en bicicleta—, demasiado abandonada, demasiado desértica, demasiado lejos, ha responsabilizado al PSOE de su situación (creo que de manera injusta, olvidando el impulso y la personalidad que le dieron Ibarra y Vara) y ha votado también la Extremadura de la emigración, harta del abandono del bipartidismo. Esto no ocurre aquí. Menorca, por prehistoria y por historia, tiene una peculiaridad diferente y unos biorritmos que no son comparables ni siquiera con Mallorca y muchísimo menos con el caos de Ibiza. Ni siquiera el mundo funcionarial destinado en la isla temporalmente puede mantener en Maó un gobierno de derechas.
No traslademos, pues, a Menorca lo ocurrido en Extremadura ni tengamos miedo del desgaste estatal. Nosotros vamos de otra forma dentro de nuestra isla y las condiciones son diferentes.
El valor del PSOE en Menorca, se verá, es un valor en alza y en progresión; se mueve, discretamente, pero se mueve. No votemos por identidad ni por comparación, no votemos mirando fuera de aquí; votemos por proximidad y mirando dentro. En la comparación, los gobiernos del Consell en su momento y de los ayuntamientos del PSOE merecen la oportunidad del regreso, después de lo que hemos visto con la gestión en los ayuntamientos y en el Consell del PP aquí. El voto personal de los candidatos ha de primar aquí frente al voto proyectivo estatal. En Maó tenemos el ejemplo de Héctor Pons, y en Menorca el de Pepe Mercadal. Son dos líderes fuertes por más que sean de modos suaves, o quizá por eso, y en eso está su fortaleza emergente hacia las próximas elecciones.
El PSOE debe tragar su píldora, pero aquí esa píldora es de crecimiento; no lo olviden y fíjense en su labor de oposición y sus propuestas de futuro para todos. Lo que pasa en Madrid y en Extremadura está muy lejos. La abstención de casi un 50 % del electorado deja todo abierto.
