Con este dato sobre la mesa, ¿en qué punto estamos las mujeres en Balears?
Los datos hablan de las denuncias y no todas las mujeres que sufren violencia de género lo hacen: el 40 por ciento de las que vienen aquí por consultas, luego no han denunciado. Se informan, se asesoran, no quieren pasar por el proceso de denuncia pero necesitan ayuda. Por eso, la ley que aprobamos en Balears habla de violencias machistas: queríamos incluir todas las que sufrimos las mujeres, más allá de la violencia en la pareja, es decir, el machismo del día a día. Por otro lado, decir que es difícil analizar estos datos porque no podemos saber si hay más que antes o es que se denuncia más. El único referente que tenemos es una macroencuesta que hace el Ministerio cada ciertos años y con 10.000 mujeres de todo el país, por lo que las conclusiones no son aplicables para las mujeres de las islas.
Pero ¿cuál es su sensación?
Yo creo que hay más conciencia social de que existe violencia de género pero también tengo la sensación de que no damos la importancia que deberíamos al sistema estructural, es decir, no está instalada bien la idea de que esa violencia viene del machismo y de una sociedad patriarcal. Y es que la violencia machista se combate con feminismo. No puede ser que las mujeres seamos penalizadas por salir a la calle. Todavía se nos dice que el espacio público no es para nosotras y nos dictan cómo comportarnos.
¿Les dan aviso ellas o también familiares?
Cada vez nos llaman más familiares. Hermanas, madres y amigas.
¿Y padres?
Cuando son jóvenes, sí.
¿Ve un cambio en el rol del padre?
Yo creo que sí, además en los hombres se nota mucho cuando tienen una hija. Se dan cuenta de lo mal que está el mundo para las mujeres con la paternidad. No sé hasta qué punto se revisan su masculinidad -que tampoco estaría mal- pero sí que les abre los ojos. No olvidemos que la violencia machista es un problema que tienen los hombres y que sufrimos las mujeres. Los que deben cambiar son ellos.
¿Conoce casos de hombres machistas que hayan cambiado radicalmente?
Que no era consciente de que era machista, sí. Y que luego, al tener una hija, se ha dado cuenta de lo mal que está el mundo por el hecho de ser mujer, también. Cuando resulta que la niña quiere participar en un deporte “de chicos”, y no puede, por ejemplo.
¿Hay algún fenómeno que le preocupe especialmente con los más jóvenes?
Es verdad es que vemos conductas y comportamientos machistas muy explícitas entre los jóvenes, y además hay nuevas maneras de ejercerlo como el control con el móvil. Pero eso no significa que antes no existiese. De todas formas, los que construimos los referentes sociales somos los adultos. Somos los mayores quienes les decimos a las niñas que han de ser princesas y en sus cumpleaños les llevamos a Princesslandia para maquillarlas y ponerlas guapas. Les decimos que tienen que ser así, en vez de empoderarlas estimulando su inteligencia, su creatividad… A los niños, en cambio, nos los llevamos a Piratalandia, o sea, a la tierra de saqueadores. Esos de “yo vengo aquí a salvarte”.
Consumen muchísimo Youtube, internet, publicidad…
Un 70 por ciento de la educcaion que reciben los jóvenes viene de internet, publicidad, televisión… La familia será un 15 por ciento y la escuela otro 15. Y luego están programas de televisión como ‘Hombres, mujeres y viceversa’ que se emite a las 14.30, justo salen del instituto, y que claramente refuerzan esa base machista. Antes los referentes venían a través de la familia, de la escuela. Ahora viene a través de estas pantallas. Las grandes corporaciones saben qué mensajes quieren lanzar. Cuando una cadena de televisión apuesta por un programa así en esa franja horaria no es por casualidad, ni por la demanda. Luego la irá creando. Pero cuando lo lanzan, saben lo que quieren contar y cómo.
¿Le preocupa el porno?
Es un problema porque es una perversión: la mujer es un objeto. Y no solo eso, sino que que educa sexualmente. Muchas de las agresiones que conocemos son imitaciones o exigencias con los que han visto.
¿Cómo ve el papel de la mujer en el Islam, una realidad en nuestra sociedad?
El islam es muy amplio y variado y también ha tenido sus Ilustraciones, como Occidente. Además, todas las religiones son patriarcales: tanto el islam como el cristianimo e incluso el laicismo, también son patriarcal. En cualquier caso, también hay feministas de países islámicos que claramente piden un cambio y un empoderamiento de la mujer y muchas de ellas nos alertan de que esa transformación social les corresponden a ellas. No se puede caer en la islamofobia ni tampoco dejar de hacer crítica, ni autocrítica ni impedir que nos hagan crítica a lo nuestro.
¿Cree que las palabras patriarcado o feminismo han adquirido connotaciones negativas?
Claro. Es un interés del patriarcado.
También hay mujeres que piensan así.
Porque las mujeres crecen en este sistema patriarcal. Desde siempre, el Pater era el propietario de los bienes productivos, de los hijos y de la mujer.
Habrá quien le haya dicho que usted, o el resto de feministas, odian a los hombres.
No odio a los hombres, pero creo que la sociedad, que es patriarcal los educa para ser depredadores. Que no significa que todos lo sean, la inmensa mayoría no lo son.
¿Cómo se relacionan ellos con usted, que es una cara más que visible en este ámbito?
Me he dado cuenta de que se cuidan mucho de hacer según qué afirmaciones delante de mí, cuando al final es un problema suyo, no mío.
¿Un chiste verde?
O con una broma fuera de tono, resulta que después me piden disculpas. Eso sí que me lo encuentro. Y también muchos otros que no tienen ni la más mínima idea de lo que es el feminismo y hablan como si fuesen eruditos.