¿Por qué está de moda el ‘coaching’?
¿Cuál es la diferencia con la psicología?
La diferencia entre psicólogo y ‘coach’ radica en la manera de afrontar esos problemas. El psicólogo acude al pasado para averiguar tus traumas y trabajar en base a ellos en el presente y el ‘coach’ te ayuda a modificar tu presente para generar cambios en el futuro; podríamos decir que entrena la consecución de objetivos pero no cura patologías y me gustaría que quedase claro porque es muy importante.
Es usted experta en ‘coaching’ de personajes públicos y de grandes empresas del IBEX35. ¿Qué le demandan?
Principalmente habilidades sociales; puedes ser muy bueno en tu trabajo pero no saber liderar bien o no saber motivar a tu equipo, por ejemplo, con lo que se entrena a los directivos de estas empresas para que tengan un alto rendimiento. Si pensamos cómo se mueve el mundo realmente, lo hace con personas y, desde mi punto de vista, quién entiende a las personas conquista el mundo. Otro punto importante es la privacidad; cuando acuden a mi y desnudan su alma, por decirlo de alguna manera, son vulnerable. Les ofrezco un espacio en el que pueden ser ellos mismos; muchas veces están sobreexpuestos y necesitan intimidad y privacidad.
Viviendo en la época de la inmediatez, ¿cómo podemos conseguir tiempo para pensar en uno mismo y cuidarse?
Nos situamos en un punto al que llamo ‘la rueda del hámster’; creemos que avanzamos, que nos movemos, pero estamos en el mismo sitio porque para avanzar es imprescindible pararse y mirar hacia uno mismo. Debemos ser capaces de conseguir extraer un tiempo sólo para nosotros. Las vacaciones, por ejemplo, son un momento ideal para reflexionar sobre qué queremos y hacia dónde queremos avanzar. Debemos hacernos preguntas, muchas veces incómodas de responder, para logarlo. Muchas veces vivimos la vida que los demás esperan que vivamos, no la que queremos.
¿Qué podemos encontrar en “El pequeño libro que hará grande tu vida”?
La diferencia entre este libro de otro de desarrollo personal és que es tremendamente práctico; es decir, cuenta con una serie de ejercicios y preguntas que te llevan a un estado de reflexión al que no llegaríamos de forma habitual; sí lo haríamos si nos fuésemos a meditar dos meses a la montaña (ríe), pero por desgracia no tenemos ese tiempo. En el libro planteo una serie de preguntas que le haría a un cliente para que llegase él mismo a una resolución. Encontramos conceptos de desarrollo personal, ejercicios prácticos, preguntas para reflexionar y, por tanto, generar cambios, con lo que se ‘acorrala’ al lector para que haga esos cambios y que éstos provoquen que su vida cambie. Este libro te obliga, de alguna manera, a realizar estos cambios. Además, podemos encontrar historias de superación como las de Carlos Jean o de Jorge Blas, pero también de otras personas que han cambiado sus vidas; pero ojo, no ayudo a convertirlos en ‘coach’, me gustaría dejarlo claro.
¿El éxito es sinónimo de felicidad?
No. Partiendo de la premisa de que todos tenemos nuestra idea de lo que es el éxito, si identificamos el éxito como el reconocimiento exterior es imposible que sea sinónimo de felicidad ya que puedes ser admirado pero si no te sientes pleno contigo se trata de un éxito vacío. Hay personas que, a primera vista, parece que no han conseguido grandes cosas pero que son plenamente felices.
¿Cuál es la pregunta clave que uno debe hacerse para saber si está en el camino correcto del autoconocimiento?
La primera y la más importante es, ¿llevo la vida que deseo tener?. Creo que todos deberíamos cuestionarnos si la vida que hemos creado es la que siempre hemos soñado o si, por el contrario, es la inercia la que nos ha llevado a dónde estamos ahora mismo; si decimos que sí, genial, y si es que no, existe la siguiente pregunta, que es cómo puedo mejorarla. Otra pregunta muy importante es, ¿qué da sentido a nuestras vidas. La respuesta es ese único objetivo del que estemos realmente hambrientos y asumiríamos casi cualquier coste por conseguirlo para que diera sentido a nuestras vidas. Eso es lo que debemos perseguir para ser felices, al menos, con nosotros mismos. Las preguntas hay que hacérselas al corazón y no a la mente, aunque puede sonar a cursilada.
Suena muy fácil escuchándola pero no es así ¿cómo lo hacemos?
En primer lugar, debemos definir con la mayor claridad y precisión nuestro objetivo; hay que escribirlo porque debe materializarse, no vale pensarlo, y debe estar acotado en plazos, cortos o largos, eso no importa. Ese objetivo debe ser un reto que tenga que ver con nuestros valores y con nuestros propósitos en la vida. Una vez delineado y escrito de forma tan nítida y acotada que incluso un niño de cinco años lo entendería, debemos preguntarnos, ¿qué puedo hacer para conseguirlo?, y comenzar a trabajar en ello mediante un plan de acción. No debemos olvidar que lo que nos frena, no es tanto la falta de recursos exteriores o materiales, sino nuestra propia voluntad. El conflicto interior es el impedimento más grande que encontramos a la hora de conseguir nuestros objetivos y el miedo paraliza su desarrollo. Le pondré un ejemplo; si nuestra madre nos decía que para ser feliz había que tener un trabajo seguro y que los sueños no pagan las facturas, posiblemente, esa creencia nos esté limitando. Cuesta mucho deshacerse de esas creencias porque nos las ha inculcado alguien a quién queremos y respetamos y que quiere lo mejor para nosotros; debemos agradecer ese consejo pero también seguir nuestro camino acorde con nuestros sentimientos más profundos. Cuando trabajas mucho tus sueños pueden llegar a pagar muchas más facturas que un trabajo rutinario. Todo lo que nos rodea es consecuencia de cómo vivimos nuestra realidad, de cómo pensamos y de cómo nos autogestionamos.
¿Cómo podemos enfocar su libro de una manera práctica en el día a día?
Una de las cosas de las que hablo en el libro es sobre la diferencia entre motivación y compromiso; cuando alcanzamos un objetivo creemos que es consecuencia de la motivación y no es así, es gracias a nuestro compromiso con el objetivo. Es el eslabón entre la vanidad y el sueño, es decir, cuando estas 100% comprometido con unas metas, significa que estás dispuesto a asumir casi cualquier tipo de coste para conseguirlas. La visualización y el entreno mental ayudan a definir las metas con claridad, y el camino para su consecución se torna más sencillo, al igual que lo hacen los deportistas de élite. La fórmula es levantarse cada mañana y visualizar el objetivo a conseguir con todo lujo de detalles y, sobre todo, qué sentimos al visualizarlo, porque eso será lo que nos llevará a conseguirlo. Debemos seleccionar aquellas cosas y también personas que sumen en el camino hacia el objetivo.
¿Felicidad o resiliencia?
Las dos cosas. Imagina que te encuentras en un estado de felicidad que, del 1 al 10, está en un 8 y, el día de mañana, te quedas en silla de ruedas; tu nivel de felicidad va a bajar pero con el tiempo vas a volver a estar en un estado 8 si has entrenado tu mente para la felicidad. Sin embargo, si una persona tiene un nivel de felicidad 4 y le toca la lotería, rápidamente, su felicidad subirá a un 8, pero con el tiempo volverá al 4. La resiliencia es nuestra capacidad para remontar los momentos difíciles y de volver a nuestro estado natural, por eso es tan importante preguntarnos cuál es nuestro estado natural.
Parece que las redes sociales son el canal que se usa bien para volcar frustraciones o para mostrar una vida que no es real. ¿Cómo afecta a la salud emocional esa exposición de pensamientos y sentimientos?
Creo que debemos educar mejor a la sociedad; nos queda mucho trabajo por hacer. Estamos siendo como los conejillos de indias de internet y se confunde, en muchas ocasiones, la libertad de expresión con denigrar, insultar e incluso humillar públicamente; se trata de una nueva inquisición: la plaza del pueblo, el humilladero, son las redes sociales. No creo que internet sea el culpable, sino que el uso que le damos los seres humanos no es el correcto. Debemos educar a la sociedad en que hay un límite entre la libertad de expresión con respeto y la denigración; además, creo que también se debería legislar, porque no podemos estar hablando de ‘bulling’ por un lado cuando en redes sociales se practica el ciber acoso. Creo que cuando eres muy feliz no te apetece estar todo el día criticando en redes sociales, con lo que me lleva a pensar que, detrás de esos linchamientos virtuales, hay una frustración mal gestionada; atacamos al otro para que su moral baje a costa de subir la nuestra y detrás de un linchamiento virtual hay gente que está sufriendo; el linchador es un infeliz. Si ese tiempo se usase para construir y no para destruir el mundo funcionaría de otra manera. Otro aspecto a tener en cuenta es que, muchas veces, la frialdad del castigo que se le da en redes a un político o a un personaje conocido es mucho mayor que el ‘pecado’ cometid, y eso me lleva a pensar en el concepto de ‘justiciero’: gente que lincha virtualmente para defender una causa. Es un capítulo que debí incluir en el libro: “keep calm and be tolerant in social media”, porque empatizo mucho con las víctimas de acoso virtual. Muchos presentadores o periodistas, por poner un ejemplo, están perdiendo espontaneidad por miedo a que se pueda malinterpretar sus mensajes, por lo que no son libres. A veces no estamos tan lejos de ‘Black Mirror’.