Es el concierto del verano. David Bisbal ha llegado a Menorca con el reto de superarse a sí mismo- ha arrasado allí por donde ha pasado- y con el añadido de dejar el mismo o mejor sabor de boca que Pablo Alborán, quien protagonizó el año pasado la cita musical del estío.
La expectación es máxima, aunque lo eléctrico del ambiente poco tiene que ver con el despliegue técnico del almeriense: un escenario de 16,5 metros de ancho por 14,1 metros de profundidad, dos torres para el sistema de sonorización, pantallas en las que se verán imágenes del concierto, una treintena de técnicos de luz y sonido…
La emoción se palpa en el Estadi Maonès. Hay más o menos nervios, dependiendo de la edad y la condición de los fans, pero todos y cada uno de ellos esperan ansiosos a que Bisbal aparezca en el escenario. Son las 22.15 horas y una apasionada ovación recibe al artista.
Más de 4.000 personas se han dado cita en el recinto. Menorca se prepara para vivir una noche mágica, la que prometen los primeros acordes de un espectáculo que se prolongará hasta pasada la media noche.
