La primera pregunta que quiero hacerle deben habérsela hecho cientos de veces, y aún así sigue siendo obligada. ¿Se venden los coches diésel?
La bajada de ventas de los vehículos diésel es una realidad. Las declaraciones del Gobierno central, del Govern, de Europa, han creado una inquietud en el consumidor que le lleva a decantarse por el vehículo de gasolina. Hay un claro cambio de tendencia. El año pasado, a nivel nacional, se vendían en España el 60 por ciento de los coches diésel, ahora estamos en torno al 44 por ciento. Este dato en Baleares es incluso más bajo. El 28 por ciento de los coches que se venden son diésel.
El diésel, por decirlo de alguna manera, ha sido el chivo expiatorio. También se dice que el diésel de hoy no contamina como el de hace quince años. ¿Es eso cierto?
Sí, es verdad. El diésel se ha demonizado de una forma injusta. Es cierto que el diésel antiguo contamina mucho, pero no es cierto que el diésel de hoy contamine tanto, o no más que el motor de gasolina. Los coches modernos diésel contaminan menos que los de gasolina.
Más coches de gasolina en las calles se traduce en mayor contaminación. Producimos más CO2. Es un contrasentido demonizar el diésel
¿Y eso?
Hay varios tipos de emisiones: de partículas, de óxidos de nitrógeno (NOX) y de dióxido de carbono (CO2). Los diésel van equipados con filtros de partículas, catalizadores y ureas que hacen que la emisión de partículas en suspensión y el NOX sea prácticamente igual a la de un gasolina. ¿Qué pasa con el CO2, que es por lo que nos mide Europa? Esa emisión va directamente ligada al consumo del vehículo, más consumes, más emites. Si cogemos un diésel y lo comparamos en cubicaje y potencia con un motor similar de gasolina, veremos que consume alrededor de un 25 por ciento menos y por tanto emite un 25 por ciento menos de CO2. Esto se demuestra ya que, debido a que hay más vehículos de gasolina por ese cambio de tendencia del que hablábamos, se ha incrementado un 1,8 por ciento las emisiones de CO2. Más coches de gasolina en las calles se traduce en mayor contaminación. Producimos más CO2. Es un contrasentido demonizar el diésel.
Hay clientes que compran un coche pensando en su valor de recompra. Si uno decide no agotar la vida útil del coche y venderlo en cuatro o cinco años puede ver como se hunde el valor de su adquisición. Y volvemos al principio, optará por la gasolina.
El cambio de tendencia refleja precisamente eso. El consumidor tiene una gran incertidumbre, una gran falta de información. No sabe cómo evolucionarán las políticas y ello hace que opte por la gasolina cuando no es, técnicamente, la mejor opción.
¿Es posible cumplir con los plazos de la Ley de Cambio climático del Govern y sus socios? Me refiero a las limitaciones impuestas a los diésel a partir del año 2025.
Yo creo que los plazos que maneja el Govern son demasiado ambiciosos. Han decidido que el diésel es el malo de la película, y no es así, eso lo afirmo de forma categórica. Se habla del diésel moderno, pero no se dice nada de los diésel antiguos que son los que contaminan. Si el objetivo es disminuir la contaminación se ha de actuar sobre los coches antiguos y el Govern no prevé nada al respecto. Esa es nuestra gran reivindicación. Pedimos a la Consellería que no legisle por corazonadas, creencias o buscando titulares en la prensa. Debe legislar en base a criterios técnicos, regular desde una neutralidad tecnológica. Estaría bien que la Consellería dijera que, por ejemplo, a partir del año 2025 no se matricularan coches que emitieran más de una determinada contaminación, que marquen un parámetro y que deje a la industria desarrollar los productos que se adapten a esa normativa. No entendemos que se dé como tecnología ganadora en un primer momento a la gasolina y después al coche eléctrico.
¿Cuadra este panorama con las normativas europeas?
Debe quedar que nosotros somos unos firmes defensores de los objetivos que persigue la Ley de Cambio Climático. Estamos totalmente a favor. Minimizar la contaminación en nuestras islas es fundamental. Lo es para nuestro modelo económico y para nuestra forma de vida. En lo que no estamos de acuerdo es en el desarrollo de la ley. El Govern dice que quiere ser punta de lanza en Europa. Y nos parece bien adelantarnos, ser los primeros. Lo que sucede es que los fabricantes de coches no fabrican sólo para Baleares, fabrican para toda Europa y lo hacen según las normas le permiten. Si vamos por delante de Europa, los concesionarios tendremos una perdida de competitividad… Sometemos al ciudadano a un estrés económico al obligarle a comprar coches que son más caros.
Hoy el coche eléctrico es más caro que el de motor de combustión.
Absolutamente.
El modelo eléctrico si tiene sentido en algún lugar es en Baleares. Somos islas, tenemos recursos limitados, las distancias son cortas
¿Qué pasará con los ciudadanos que no se lo puedan comprar porque no les llega el dinero?
Eso es lo que yo me pregunto, no lo sé… Eso debería contestarlo el Govern. El cambio debe hacerse de una forma escalonada. Hay que esperar a que la tecnología eléctrica sea más asequible, que los coches tengan más autonomía, que haya más puntos de recarga… Con todo ello en el mercado podremos hacer una política de cambio más agresiva. Adelantar la compra del ciudadano antes de que estén disponibles todas las infraestructuras del coche eléctrico… Todos tendremos problemas.
Los concesionarios, además de vender coches, prestan servicios de taller y mantenimiento. La llegada del coche eléctrico supone un profundo cambio tecnológico. ¿Está preparado el sector, se cuenta con profesionales formados para esta nueva necesidad?
El mantenimiento de un coche eléctrico es menor que el de uno de combustión. Llevan mucha electrónica. Las mecánicas de combustión interna están muy estudiadas y cada vez hay menos averías. Los problemas pueden venir por la parte electrónica. El sector está perfectamente preparado para el cambio. El tradicional cambio de aceite se compensará con otros servicios como cambios de baterías, venta de instalaciones eléctricas de recarga…
Le veo optimista…
El cambio no es una amenaza, no lo vemos así, todo lo contrario. Es una oportunidad que ha de venir. El modelo eléctrico si tiene sentido en algún lugar es en Baleares. Somos islas, tenemos recursos limitados, las distancias son cortas, todo hace que se implante. Pero no creo que sea un modelo excluyente sino que es de convivencia: no todo el mundo puede invertir en un coche eléctrico, los taxistas hacen muchos kilómetros… El coche eléctrico está pensado para las ciudades.
Prevemos que en la venta particular iremos alrededor del 8 por ciento más. Es una buena noticia para la economía
Siempre se considera la venta de coche nuevo como uno de los indicadores de la salud de la economía. 2017 se cerró con la matriculación de 69.722 vehículos en las islas (29.000 diésel), y en 2016 fueron 65.6409 (31.000 diésel). ¿Qué espera del año que acaba?
Estos datos son de la Agencia Tributaria. Nosotros trabajamos con otras cifras. Creemos que este año se estabiliza e incluso creceremos entre el 3 y el 4 por ciento. Aún así los datos son del mercado total y el que indica la salud de la economía es el número de coches que compran los particulares, sin contar con los rent a car y la venta a empresas. El mercado de particulares es el termómetro. Prevemos que en la venta particular iremos alrededor del 8 por ciento más, una cifra similar a la nacional. Creo que esa es una buena noticia para la economía.
Los coches son cada vez más sofisticados… Aún no nos imaginamos a coches autónomos circulando por la ciudad, tal vez en una autopista. ¿Es algo factible o ciencia ficción?
El coche autónomo será una realidad y no hace falta ser un gurú para verlo. Lo que no me atrevo es a decir si será en diez o veinte años. Será una realidad, sin duda. La industria está invirtiendo una enorme cantidad de dinero en desarrollar el coche autónomo y llegará para quedarse. Y eso tiene mucho que ver con la movilidad sostenible.
¿En qué sentido?
La Ley de Cambio Climático habla del coche eléctrico y sin embargo no habla de la movilidad y de lo que aporta el coche autónomo. Por eso, le repito, se debe dejar trabajar a la industria. El coche autónomo es eficiente y ecológico. La industria trabaja en cuatro puntos importantes de la movilidad sostenible: el coche eléctrico; el coche autónomo; el coche conectado; y el coche compartido. Un coche particular apenas se usa el 3 por ciento del día de media, el resto del tiempo está parado. Con el coche autónomo se podría tener un vehículo compartido. Imagine que pudiéramos tener un coche compartido, que a usted le recogiera a una hora y a mí a otra. Eso sería más eficiente, tendríamos menos emisiones y menos congestiones en las carreteras. Tendríamos un coche conectado a Internet, con el resto de coches y plataformas. Tendíamos menos atascos, mejores rutas, conocer la meteorología… Todo ello son mejores ecológicas. La industria se toma muy en serio la movilidad sostenible y trabaja en ello sin ningún miedo a la disrupción y entendiendo que es una oportunidad. Es un reto que tenemos todos los ciudadanos y en eso está la industria. Es una apuesta muy ambiciosa. Lejos de ser el problema, la industria es la solución.
Vamos a incentivar que se cambie el coche por una cuestión medioambiental. Todos queremos unas islas más limpias
Me pregunto si esos cambios de los que habla llegarán por la legislación o por la demanda del cliente.
Llegarán por la demanda del cliente. Esa es otra de las críticas que hacemos al Govern. La legislación no debe ser sancionadora y coaccionadora. Se debe plantear desde la sensibilización y la motivación de la población. Sólo con las noticias del diésel ya han bajado las ventas… Vamos a incentivar que se cambie el coche por una cuestión medioambiental. La sociedad ya está ganada, todos queremos unas islas más limpias. Vamos a poner las medidas para que la gente de forma voluntaria vaya hacia ese cambio.
A fin de cuentas esto va de vender coches, que es lo que los concesionarios quieren.
Nos da igual vender coches eléctricos que de combustión. Mire, si fuéramos egoístas le pediríamos al Govern que fuera más ambicioso en sus planes porque ello nos haría vender más coches. Pero no se trata de que los concesionarios nos miremos el ombligo. Hay que ser honestos y trabajar para que el cambio no suponga un trauma para el consumidor. Y que no nos cambien las normas cada cuatro años. Una ley así debe tener el respaldo total de los partidos, de los agentes económicos y de la ciudadanía. Es tan importante que si no la apoyamos todos al cabo de cuatro años estará en un cajón. Y ese es un lujo que no nos podemos permitir.