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¿El hecho de proceder del mundo de la enseñanza influye en su manera de afrontar su actividad política?
Bueno —sonríe—, este plus pedagógico y profesional nunca desaparece. Y además yo intento potenciar que no desaparezca, porque me permite ver las cosas con una perspectiva que creo que es necesaria. Por otra parte, me hace sentir muy cómodo tener la formación teórica necesaria para entender todo aquello que a mí me toca ahora gestionar. Paralelamente, intento no perder el ansia de querer aprender cosas nuevas, que es algo también muy ligado a mi formación académica y a mi trayectoria investigadora. Por último, también le diría que creo que es imprescindible tener una cierta capacidad pedagógica y didáctica a la hora de ejercer un cargo, pues hemos de ser capaces de trasladar con mensajes claros y nítidos los pormenores de nuestra gestión a los ciudadanos.
¿Cuáles serán los ejes de actuación sobre los que prevé trabajar en esta legislatura?
Básicamente, seguiremos la línea iniciada ya en la pasada legislatura, trabajando para dignificar nuestros espacios naturales protegidos y la conservación del país. Luego hay también, evidentemente, algunas sublíneas estratégicas. Una de ellas es desarrollar la pionera Ley de Residuos, que prevé reducir a su mínima expresión el plástico de un solo uso. Otra línea será seguir trabajando para la conservación del mar, desarrollando por ejemplo el decreto de la posidonia. Y una tercera lína será buscar que el medio ambiente se siga situando como primera línea de actuación política de este Govern progresista. Ese será el marco sobre el que llevaremos a cabo nuestra labor.
¿Cómo valora que en este mandato Medio Ambiente y Agricultura no formen parte de una misma consejería?
Fue una decisión política en su momento, en cuanto a estructura de un Govern. Recuerde que en esta comunidad autónoma y en otras muchas, a veces esas dos áreas han estado dentro de una misma consejería y a veces no. Es obvio que por temática pueden ir separadas sin ningún tipo de problemas, ya que Medio Ambiente puede tener, evidentemente, relación con Agricultura, pero también la tiene con otras muchísimas áreas que históricamente nunca han estado ligadas a mi consejería. En cualquier caso, las relaciones temáticas entre Medio Ambiente y Agricultura seguirán siendo en este mandato las necesarias para que estas dos áreas puedan prosperar.
¿Cree que ahora hay ya una conciencia generalizada sobre el cambio climático?
Afortunadamente hoy hay más conciencia que hace unos años sobre el cambio climático, una conciencia que sobre todo ha venido porque los efectos negativos que hoy en día tenemos sobre nuestro territorio son cada vez más visibles y contundentes. Por tanto, eso hace que a la gente le cueste cada vez más negar esa realidad. A ello hay que añadir el creciente interés de los movimientos sociales y de los jóvenes por este problema, lo cual nos debería indicar al resto de la población y a las administraciones que hemos de actuar de una manera improrrogable. En cualquier caso, sí quisiera destacar el trabajo hecho en estos últimos cinco años en esta Comunidad autónoma.
El hecho de que haya discrepancias en el seno del Govern es lo más normal y lo más democrático del mundo
¿En qué sentido lo dice?
Ha habido una línea normativa que está muy enfocada a poder revertir ciertas tendencias negativas. Estoy hablando, básicamente, de cuatro normativas. En concreto, de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, de la Ley de Residuos, del decreto para la conservación de la posidonia y de la Ley Agraria. En Baleares hemos aprobado de una forma decidida y convencida medidas pioneras para paliar el cambio climático, pero también es importante que esa corresponsabilidad la asumamos todos desde nuestras casas, en nuestro día a día, con nuestras familias, para sumar sinergias de manera individual con acciones que puedan ayudar a mitigar los efectos del cambio climático.
¿Cree que el actual modelo turístico de Baleares afecta al medio ambiente?
Bueno, yo diría que hay dos cosas innegables cuando hablamos de turismo. Por una parte, como es bien sabido, la actividad turística ha sido desde los años sesenta la vertebradora de la actividad social y económica de estas islas. Por otra parte, el progresivo incremento de visitantes año tras año ha empezado a dejar efectos negativos para nuestro territorio y para nuestros recursos naturales. Hemos de recordar que la población de Baleares se sitúa en torno al millón de habitantes, mientras que el número total de turistas que llegan anualmente a estas islas está cerca de los veinte millones de personas. Eso hace que se estén poniendo hoy en peligro determinados equilibrios ecológicos de muchos de los recursos naturales de esta tierra, como por ejemplo el agua.
¿Qué se puede hacer entonces con vistas al futuro?
Pienso que se han de revertir ciertas tendencias y ciertas dinámicas acumuladas a lo largo de décadas en esta comunidad autónoma. Para ello, es necesario en primer lugar escuchar la opinión de todos los agentes y sectores sociales, económicos, ecologistas y poblacionales. Mientras tanto, hemos de empezar a hablar ya de límites, porque la realidad nos está llevando a tener que tomar decisiones concretas. En ese sentido, tenemos hoy en Baleares hándicaps de soberanía muy importantes, como por ejemplo que la gestión de los aeropuertos y los puertos no esté en manos de la comunidad autónoma. Por tanto, hemos de trabajar también para intentar lograr esa soberanía legislativa.
¿Es normal que haya discrepancias en el Govern entre el PSOE, Més y Unidas Podemos?
Yo creo que es lo más normal y lo más democrático del mundo. Desavenencias las tenemos todos en nuestras familias y en el día a día, por lo que no debe considerarse extraño que dentro de un Govern de coalición y de pacto pueda haber divergencias. Aun así, recalcaría que este es un Govern extremadamente cohesionado, progresista y de izquierdas, que mira por las personas. Dicho esto, quizás convenga recordar aquí que una cosa es el Govern y otra son los partidos que lo conforman. En ese sentido, sólo faltaría que cualquier partido, sea el que sea, no pueda expresar y defender sus opiniones sobre cualquier asunto de la forma que considere más conveniente.
En turismo hemos de empezar a hablar ya de límites, porque la realidad nos está llevando a tener que tomar decisiones concretas
¿Entiende que haya hoy un sentimiento mayoritario de cansancio ciudadano hacia la política?
Puedo compartir ese sentimiento generalizado, sí, porque uno es político transitoriamente, pero sobre todo es en primer lugar persona y ciudadano. La situación en que se encuentra hoy España es lamentable, como resultado de un fracaso generalizado de la política. Hay una desidia y una falta de entendimiento que genera tensión. De hecho, tenemos una situación de inestabilidad desde 2015 y el Estado aún trabaja con unos Presupuestos prorrogados de la etapa del señor Mariano Rajoy. Esto último está teniendo, además, unos efectos muy perniciosos para todas las comunidades autónomas, ya que el Estado debe cientos de millones de euros a cada comunidad autónoma. A ello hay que añadir que ni siquiera la izquierda española ha sido capaz de ponerse de acuerdo para poder dar continuidad a un gobierno de izquierdas y progresista.
Es una situación compleja, sí…
Además, hay otro factor que está ayudando a que haya esa inestabilidad y ese nivel de crispación, que es la falta de altura política que ha habido en Cataluña y que va más allá de Cataluña. Creo que estamos llegando a unos límites que van más allá de una comunidad autónoma o del sentimiento que un pueblo de manera mayoritaria votó. Todo ello trasciende ya el sistema de libertades y el sistema democrático de este país. Y creo que eso es lo más triste. En ese contexto de inestabilidad, es imprescindible que Baleares pueda tener de una vez una voz propia en Madrid. Hasta que no la tengamos, seguiremos sufriendo determinadas discriminaciones que se basan en la insularidad.