Martín Ramos. 24 años, de A Coruña.Llegó a Menorca acompañando a una amiga que vino a hacer un curso de clown. Ahora le vemos tocando el acordeón en la entrada del Mercat del Claustre en Maó a cambio de unas monedas. “No estoy por gusto. Está prohibido interpretar música en la calle. La policía no me deja tocar, pero contra las leyes injustas hay que pedir que las regulen” explica Martín.
Él no comprende porque no quieren que toque su acordeón allí. “Ellos me querrían buscando en los contenedores en vez de tocando. Parece que quieren que la cultura acabe en la basura y yo creo que es mejor el acordeón que el contenedor”.
Afirma que llegó a Menorca “por casualidad acompañando a una maiga. Pero no he visto en todos mis viajes un sitio tan bonito como este y la gente me trata de lujo”.
Martín ha trabajado de animador sociocultural , administrativo “y mil cosas más. Pero ahora estoy con esto y es lo más gratificante que he hecho”.
En sus encuentros con los agentes municipales considera que “me tratan como una mierda. Yo me limito a decirles que sí a todo. Aunque hubo uno que me dijo que pidiera permiso en el ayuntamiento para poder tocar en la calle. Así lo hice. Formalicé una petición por escrito pero se que tardarán eones en contestarme. Entiendo a los policías municipales. Ellos hacen su trabajo. Quienes de verdad aplican leyes injustas son quienes les mandan”.
Martín se plantea una protesta en los próximos días para reivindicar el poder tocar en la calle. Pero señala también que su estancia en la Isla tiene fecha de caducidad ya que en marzo se irá a la península
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