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“Es básico educar a los niños desde muy pequeños en lo afectivo-sexual”

Entrevista a Jordi Fuster, presidente del Colegio de Educadores y Educadoras Sociales de las Islas Baleares

Un momento de la entrevista (Foto: mallorcadiario.com)
Un momento de la entrevista (Foto: mallorcadiario.com)

El presidente del Colegio de Educadores y Educadoras Sociales de las Islas Baleares (CEESIB), Jordi Fuster (Palma, 1980), lleva casi tres años en el cargo. Diplomado en Educación Social por la UIB y licenciado en Pedagogía por la UB, su experiencia laboral abarca diferentes ámbitos, como por ejemplo centros de protección de menores, Atención Primaria, servicios sociales, orientación laboral u ocio. En la entrevista, resulta inevitable preguntarle sobre los 16 casos de explotación sexual infantil confirmados por el Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (IMAS) o sobre el caso de la niña de 13 años que el día de Nochebuena se escapó por unas horas del centro de acogida en el que se encuentra y que, esa misma noche, fue violada en grupo por seis menores en un piso de Palma.

 

¿Qué le ha parecido el tratamiento que han dado los medios a esos casos?

Teniendo en cuenta que los menores tienen un derecho a la intimidad, que está regulado por la ley, deberíamos ver si algunas de las informaciones aparecidas están de acuerdo con los preceptos de la ley. Por otra parte, no debemos olvidar que en los centros de menores hay niños vulnerables, niños que han sufrido abusos o niños que han abusado. Algunos de esos niños están envueltos además en problemáticas de maltrato o de drogas. Desgraciadamente, eso ha existido antes y existirá en el futuro. En ese sentido, algunos medios están tratando ahora estos temas del mismo modo en que lo haría alguien que de repente hubiera descubierto que en los hospitales hay enfermos. En cualquier caso, bienvenido sea el debate si eso sirve para cuestionarnos cosas y para que todos seamos conscientes de una realidad, pero siempre desde la responsabilidad y la ética.

Algunos educadores sociales llevaban ya un tiempo denunciando una posible deficiente atención institucional…

Entiendo la frustración de un profesional que intenta hacer su trabajo y que ve que no tiene los resultados que él querría. Desde el CEESIB, somos conscientes de que hay carencias, pero no sólo en los centros de protección de menores, sino también en el ámbito ya más amplio de los servicios sociales. Un educador social que ve que pasan determinadas cosas y que no se resuelven las situaciones que denuncia, puede sufrir una frustración muy grande. Evidentemente, entiendo que eso pueda haberse dado por parte de algunos profesionales porque no hayan encontrado una respuesta adecuada. Más allá de eso, no entraré a valorar lo que cada profesional diga o deje de decir.

¿Qué se podría hacer para mejorar?

Hace falta una mejor coordinación entre todos los agentes implicados de una manera o de otra en la protección de los menores, como los educadores sociales, el IMAS, la Policía o la Fiscalía. Si falla un escalón, toda la cadena falla. Por otra parte, hacen falta más recursos, pero no sólo materiales, sino también por lo que respecta a la formación y a la prevención. Nosotros hablamos con la Administración para que las carencias que pueda haber se puedan solventar.

¿Los casos de explotación sexual pueden darse en el propio entorno del menor?

La posibilidad de que pueda ser una persona cercana a un menor no es extraña, dentro de lo que sería la tipología de maltrato y de abusos. En cualquier caso, sea o no una persona cercana, de lo que se trata es de ver qué solución se busca para los casos de abusos y de explotación sexual.

¿Hace falta, en general, una mejor educación afectivo-sexual de los menores?

Creo que deberíamos empezar por ahí, sí. Ahora ha salido en los medios lo más grave que podría pasar, la violación de una menor, pero tendríamos que ver cómo transmitimos hoy en día a los menores los referentes de relaciones sexuales. Es básico educar a los niños, desde muy pequeños, en la educación afectivo-sexual, y además no sólo en los centros de menores. Hay ya estudios que hablan, por ejemplo, de la influencia negativa que tiene sobre los menores el hecho de que hoy puedan acceder fácilmente a la pornografía. Ese y otros factores de riesgo han de intentar evitarse.

¿Cómo funciona un centro de acogida?

Un centro de protección de menores, que es el nombre correcto, es un centro que acoge a menores de edad cuyas familias no pueden hacerse cargo de ellos por determinadas circunstancias. Ese centro es su casa de forma temporal o permanente. En principio, esos menores no tienen antecedentes delictivos, y si alguno los tiene, su estancia en un centro de protección de menores no se debe a esa razón. Dichos centros dependen de los consells insulares. En el caso de Mallorca, del IMAS.

Educadores, IMAS, Policía y Fiscalía deben trabajar coordinadamente. Si falla un eslabón, toda la cadena cae

¿Qué profesionales trabajan en los centros de protección de menores?

Hay muchos profesionales que trabajan en ellos, trabajadores sociales, psicólogos, auxiliares educativos o educadores sociales, así como personal de limpieza o de cocina. Hay muchos perfiles profesionales que están en contacto con el menor, si bien es cierto que es el educador social quien está dentro del piso gestionando el día a día, igual que lo haría una figura parental. En ese sentido, el educador social tiene una vinculación muy fuerte con el niño.

¿Cuáles son las funciones de los educadores sociales en esos centros?

Hay un reglamento, fijado por el IMAS, que determina sus funciones. Partiendo del hecho de que hay muchas tipologías de centros de menores, cada uno con sus normas y su organización, sí podemos decir que el educador social es el referente del menor. El educador social regula cuestiones como la hora de regreso del menor al centro, cuándo debe estar en la escuela o la hora del almuerzo, como ocurriría en una familia. Si se trata de un menor tutelado, un educador social puede ser incluso el tutor legal de ese menor.

Ya veo que está todo bien regulado…

Hemos de tener en cuenta que la medida de acoger a uno de esos menores en un centro es la última medida que aplica el servicio de protección de menores ante una situación de desprotección infantil. Antes hay muchas medidas previas, como por ejemplo acogimientos familiares o acogimientos por familias canguro. La última medida es la de que el niño entre en un centro. A partir de hay, hay niños que están hasta los 18 años en un centro de menores y hay otros que no. Cada caso es diferente.

Deberíamos ver si algunas de las informaciones aparecidas están de acuerdo con los preceptos de la ley

¿Hay algunas características comunes a todos los menores de esos centros?

Yo creo que el elemento común a todos ellos sería la vulnerabilidad. Si no, no estarían en centros de protección o en centros de reforma. Los educadores sociales enfocamos nuestro trabajo siendo conscientes de esa vulnerabilidad. No me atrevería a decir muchas más cosas que puedan tener en común esos menores.

Los centros de internamiento, ¿de qué institución dependen?

Los centros de reforma o de justicia juvenil, que es el nombre correcto, dependen del Govern. En esos centros, hay también medidas de medio abierto, por lo que no todos los niños están encerrados. Los que no lo están, llevan a cabo unas labores o unos trabajos socioeducativos que previamente se han fijado.

¿Cuándo surgió la figura de los educadores sociales?

Surgió en los años noventa. La educación social es, por tanto, una profesión relativamente nueva. Ello supone que todavía hoy no todos los educadores que trabajan en los centros de protección de menores son educadores sociales. En ese sentido, nosotros defendemos que en los ámbitos de protección y de reforma, toda persona que trabaje como educadora social debería estar colegiada, porque así estaría sujeta al código deontológico que tiene el CEESIB.

Perseguimos y denunciamos cualquier mala praxis que se pueda dar por parte de un educador social

¿Tienen entonces un código ético?

Sí, como profesión tenemos un código deontológico y ético, que ya se da a conocer cuando aún somos estudiantes universitarios. Uno de los puntos de ese código determina que la distancia entre el educador social y el usuario siempre ha de ser una distancia profesional, que no lleve a una dependencia personal y afectiva por parte del menor. Si ese punto concreto consta en el código deontológico es porque nuestra profesión, por sus propias características, es susceptible de que puedan llegar a darse esas situaciones de dependencia. Paralelamente, perseguimos y denunciamos cualquier mala conducta o mala praxis que se pueda dar por parte de un educador.

¿Es posible no implicarse personalmente en este trabajo?

Desde el CEESIB siempre decimos que para cuidar a los demás, nos tenemos que cuidar a nosotros, pues en nuestro trabajo hay mucho desgaste personal. Un buen profesional se ha de cuidar para poder afrontar el día a día de su trabajo. En ese contexto, nuestra profesionalidad depende también un poco de esa no implicación, de esa separación en la relación socioeducativa que se establece con el menor, porque si no, al final pierdes la perspectiva. Y hemos de recordar que nuestra perspectiva es profesional, no personal. No somos amigos del menor. Nosotros trabajamos para que una persona consiga ser autónoma y pueda valerse por sí misma, no para que dependa de un educador social. No hay mayor alegría para nosotros que poderle decir a una persona: “¿Lo ves?, tú sola eres capaz sin mí”.


Comment

  1. … todo lo contrario de lo que hacen en la iglesia… y luego pasa lo que pasa, una miriada de casos de abusos a menores y pederastia pura y dura por parte de integrantes del clero, incrementado todo por el ánsia por taparlo todo con secretismo de las altas instancias que gobiernan la secta multinacional desde el Vaticano… y luego van de sobrados, hipócritamente, con lo de les dejemos a nuestros hijos, que les van a educar con sus dogmas y demás fantasías de querubines alados, asqueroso todo… prefiero mil veces los profesionales educadores sociales

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