Los seres humanos no elegimos ni la lotería genética, ni la familia en la que nos criamos, ni el sitio ni la ciudad ni por supuesto la comunidad donde nacemos, ¿porque entonces tanto conflicto y tanto farde sino es ningún mérito personal? No hemos hecho nada para merecerlo ni para tenerlo. Nos ha sido dado. Madurar es un proceso de desidealización personal y obliga a cuestionarse muchas de las creencias con las que nos acompañamos. Hay personas que se niegan a seguir entendiendo y creciendo humanamente, declinando las aportaciones constantes derivadas de la tarea que realizan, tanto como conceptuales, como experienciales. Como van a ejercer la pedagogía si ellos mismos son profesionales que se han fosilizado en sus conocimientos y sus creencias sin animarse a visualizarlo y comprobarlo por ellos mismos.
El burnout y el desgaste profesional esta subyacente en su fracaso profesional y en su inadecuación personal. Como no las victimas son los ciudadanos que precisan de sus servicios. El no contrastar sus teorías con la realidad profesional que viven hace que se trasmitan y se difundan mitos y embustes transgeneracionalmente, lo que supone un obstáculo para el conocimiento. Como dice el grupo analista José María Ayerra “Nada puede ser integrado por el ser humano desde el miedo o la violencia del sometimiento. Es necesario contextos fiables y calidos, para que exista intercambio creativo y para que se posibilite la apertura mental de los participantes “. Esto se puede aplicar tanto a la realidad clínica como a la realidad docente.¿Con cuantas creencias desadaptativas , derivadas de la programación familiar, social y cultural desde nuestra infancia, nos acompañamos , a pesar de lo que nos complican la vida?
Una creencia es el sentimiento de certeza sobre el significado de algo. Son esquemas cognitivos con un fuerte anclaje afectivos. Las creencias, que en muchos casos son subconscientes, afectan a la percepción que tenemos de nosotros mismos, de los demás y de las cosas y situaciones que nos rodean. Las creencias son una fuerza muy poderosa dentro de nuestra conducta. Todos tenemos creencias que nos sirven como recursos y también creencias que nos limitan. Nuestras creencias pueden moldear, influir e incluso determinar, nuestra salud, la manera en que nos relacionamos e incluso nuestro grado de felicidad y de éxito.
Las creencias se han ido formando, ocupando un espacio, una energía, se han ido materializando dentro de nuestros conceptos más arraigados. Vienen a partir de lo que nos han dicho, de lo que hemos vivido, son maneras que nosotros creemos tener y ser, y que vienen más de otras personas, educadores, padres, experiencias de nuestros padres, por los medios de comunicación o en el momento que algo nos ha sucedido muy fuerte y se ha producido una impregnación en nuestro consciente o en nuestro inconsciente. Las creencias tienen que ver con la educación y la primera infancia. Cuando una creencia se instala en nosotros de forma sólida y consistente, nuestra mente elimina o no tiene en cuenta las experiencias que no casan con ella. Como decía Marcel Proust, por la parte de Swann, ”los hechos no penetran en el mundo en el que viven nuestras creencias, no las han hecho nacer ni las destruyen, pueden infligirles los más constantes desmentidos sin debilitarlas”.
Cuantas creencias nos dificultan adaptarnos a la realidad y nos bloquean la necesaria reflexión deliberativa, que es la vacuna necesaria contra el adoctrinamiento sectario. El fanatismo ideológico excluye deliberadamente la praxis deliberativa. El fanático no sabe ni quiere deliberar. El es el poseedor de la verdad y la certeza apodíctica. Ciertas creencias nos ponen muy difícil ejercer la tolerancia, que debe de entenderse como la armonía en la diferencia. Sin tolerancia no es posible que el espacio social se humanice. Sin ella es imposible podamos adquirir Koinonia, concepto proveniente del griego cercano a la amistad y la solidaridad. En la xenofobia o en cualquier discriminación lo que se dilucida es la semejanza proyectada en el otro y no la diferencia. La realidad limita a la ficción aunque ahora nos encontremos una sociedad y algunos seudo líderes políticos instaurados en la ficción.”
Nos encontramos en el mundo del “como si” y en el que lo engañosos siempre es mas atractivo que lo autentico”, sostiene Ayerra . El marketing y los envoltorios son mucho más importantes que los productos. Como dice el prestigioso grupoanalista vasco hay “un sostenimiento global de lo falso, frecuente en los momentos de transición como en el que nos encontramos, pero por suerte, limitado en el tiempo”. Ante la impostura galopante en los seudo líderes políticos conviene recordar que somos lo que hacemos no lo que decimos que hacemos o somos. Ah y recuerden que no somos responsables de la cara que tenemos pero si de la cara que ponemos. No olviden que aun, aquí y ahora que estamos en derrota pero nunca en doma.
… las creencias se curan con información y conocimiento… y para ello INTERNET es una gran herramienta… por eso algunos siempre están abogando por su control