Con una emergencia climática en ciernes, los científicos les pidieron fijar metas elevadas para dar un giro de 180 grados en cuanto a reducción de emisiones de CO2. Eso se traduce en los objetivos muy ambiciosos de descarbonización de la economía europea como reducir, por ejemplo, un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 o bajar un 90% las emisiones de sectores tan complejos como el transporte para 2050.
Menorca quiere ser punta de lanza y el tiempo pasa. La movilidad es un factor clave y pasar de vehículos que queman combustibles fósiles a otros que consumen energía limpia (de generación limpia que aún no hay suficiente en la isla) se ve difícil. El precio de los vehículos eléctricos no está al alcance de la media de los consumidores. Pero quizás sí podría estarlo la moto o el patinete.
Una serie de expertos se ha puesto a trabajar con un modelo de simulación llamado MEDEAS World. Con él han concluido que el escenario que apuesta por una fuerte electrificación pero no cambia los patrones de movilidad sólo consigue reducir un 15% las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte. Esto está lejos del objetivo pero es notablemente mejor de lo que conseguiríamos si seguimos con las tendencias observadas, ya que, en ese caso, las emisiones mundiales no sólo no bajarían, sino que aumentarían un 20%. Hay que tener en cuenta que, en este estudio y con el objetivo de analizar mejor las dinámicas del sector transporte, se ha ignorado que el cambio climático pueda tener consecuencias negativas sobre la economía, a pesar de que éstas serían, sin duda, muy significativas en los escenarios con altas emisiones.
Un segundo escenario más ambicioso es el que propone un cambio radical en la movilidad donde que los coches son sustituidos por motos eléctricas (60%), bicicletas eléctricas (20%) y por modos no motorizados (8%). Sólo el 12% de los vehículos privados serían en 2050 vehículos de cuatro ruedas eléctricos. A pesar de estos ambiciosos cambios en la movilidad, la reducción de emisiones en 2050 es únicamente un 30% respecto a los valores actuales. Esto se debe, en parte, a las dificultades que tienen el transporte de mercancías, la aviación y los barcos para encontrar alternativas eléctricas, pero, sobre todo, al efecto rebote que causa la dinámica del crecimiento económico.
Para conseguir reducir un 80% las emisiones, se ha tenido que diseñar un escenario donde, además de las medidas anteriores, se añade una drástica reducción de la demanda de transporte, especialmente el aéreo, combinada con una estabilización del crecimiento económico mundial en un nivel un 23% menor de la media actual. Este tipo de escenarios de decrecimiento son los únicos que parecen compatibles con descarbonizaciones ambiciosas, ya que, si la actividad económica sigue creciendo y haciendo que aumente la demanda de energía, no es posible conseguir los objetivos de reducción de emisiones que se proponen (a no ser que se recurra a hipótesis muy irrealistas y alejadas de la realidad técnica actual o que el marco económico cambie completamente).
Dejando a un lado el transporte aéreo, a nivel terrestre se están popularizando los patinetes para diversos perfiles de edad. La normativa distingue patinetes de juguete o no según su potencia aunque aún falta un marco que determine mejor los usos y espacios donde se pueden utilizar.