Menorca vive una noche de Halloween diferente, muy especial. Las restricciones sanitarias impuestas por el avance de la Covid-19 han obligado a disfrutar de la fiesta de una forma muy distinta. Poca gente por las calles, pocos niños pidiendo caramelos por las casas. El coronavirus ha dejado a muchos pequeños sin el “truco o trato”, sin sus calabazas llenas de chucherías.