Imaginación y compromiso para enfrentar el miedo, la inseguridad, la incertidumbre y la frustración generadas por la Covid-19, y la pandemia como oportunidad para repensar la manera de acompañar a las personas mayores en la última etapa de la vida. Estas serían las principales conclusiones de la mesa redonda “La gente mayor en el corazón del pueblo”, celebrada este fin de semana en el Pla de la Creu de Sant Lluís moderada por Margalida Masferrer.
Medio centenar de personas han asistido al primer encuentro de un ciclo impulsado por la Agenda Local 21 que se inició con la intervención de Jèssica Ametller quien reconoció que este año ha sido, y es, “un tiempo de emociones y sentimientos que están en lucha”, en el que ha vivido con tristeza la suerte de “criminalización” que sufrieron los geriátricos, sobre todo, en la primera ola de la pandemia.
Para la gerente de la Residencia Geriátrica y Centro de Día Sant Lluís, una vez superados los primeros momentos, los esfuerzos se centraron en averiguar qué se podía hacer diferente para conseguir que los residentes vivieran la situación sintiéndose como si estuvieran en su casa, procurando no sólo la seguridad sanitaria, sino también la calidad de vida, aspiración esta menudo olvidada cuando se habla de las personas mayores.
Por este motivo, usando la imaginación y con el apoyo de la gente del pueblo, se introdujeron cambios estructurales en el centro y se incidió más en la relación con las familias y la potenciación de las unidades de convivencia, profundizando en la filosofía de la atención centrada en la persona que aplica el centro de Sant Lluís, explicó Ametller.
Su compañera, Lucía Seguí, auxiliar de enfermería de la Residencia Geriátrica y del Centro de Día explicó cómo después de un momento inicial de miedo, incertidumbre y desconfianza, hubo un “cambio de mentalidad”, a fin de transmitir confianza y una actitud positiva, “porque la actitud es lo que tú transmites a los demás”.
También intervinieron Victòria Torrent y Carmen González. La primera, residente en el geriátrico, explicó que ha vivido esta situación con “resignación, armonía y hermandad”, haciendo cosas, como pasear, cambiando de espacios. Victoria no duda en afirmar que había estado “tan bé” durante la pandemia, pese a lo cual reconoció que el primer día que pudo salir pensó “somos libres”, una confesión que arrancó las risas de los asistentes.
Gonzálex, ex coordinadora de Cruz Roja, contó que tuvo que superar la “frustración por no poder hacer la tarea que habíamos hecho siempre” y tuvieron que buscar nuevas fórmulas para estar cerca de las personas que suelen
atender. “Hicimos muchas llamadas telefónicas, no es igual, pero así sabían que estábamos pensando en ellos”.
Sus intervenciones encontraron el complemento perfecto en las preguntas y las opiniones del público, que dejaron patente la preocupación por cómo queremos que sean los últimos años de vida de nuestros mayores, y la necesidad de continuar el debate en este sentido y empezar a apostar más por modelos como el de la atención centrada en la persona, a fin de avanzar hacia una vejez más plena.