Las placas fotovoltáicas de última generación dan más energía, son más rentables y son mucho más baratas que antes. En todo producto de consumo hay una curva entre el coste y la rentabilidad que condiciona el consumo masivo o que sólo esté al alcance de unos pocos. En los últimos años se han dado pasos de gigante y ahora nos planteamos qué podríamos conseguir de energía por una placa. Los usos pueden sorprenderle.
Vamos a partir de la idea de que la energía del sol genera luz y calor. En el caso de la energía termosolar, el mejor aprovechamiento es claro; calentar. Normalmente utilizada para que se acumulen calorías en un circuito de agua. El agua sanitaria aumenta la temperatura gracias al sol y ésta se utiliza para la casa. Es fácil de obtener y barata, además de ecológica, claro.
En el caso de la obtención de energía eléctrica, la energía fotovoltaica transforma la luz en electricidad. El descubrimiento del efecto fotovoltaico, la base de las células solares que permite convertir la luz solar en electricidad, se atribuye al físico francés Alexandre-Edmond Becquerel en 1839. Cinco décadas después, en 1883, el inventor americano Charles Fritts creó la primera célula fotovoltaica. Para ello utilizó un semiconductor de selenio con una fina capa de oro.
Era un pequeño dispositivo con una eficiencia del 1%. En 1946, el ingeniero americano Russell Shoemaker Ohl patentó la célula solar moderna. El proceso representaba hasta hace pocos años un paso de gigante al compararlo con la potencia que podía obtenerse de la quema de combustibles fósiles en las centrales generadoras de electricidad. Por eso era una opción solo al alcance de unos pocos ecologistas idealistas y con recursos, puesto que la tecnología era tan cara como cualquier otra que empieza su camino. En 1977, el precio por la obtención de una unida watt (W) era de 64 euros. Hoy no es así.
Los expertos hablan de hasta cuatro generaciones para referirse a la evolución de los paneles solares fotovoltaicos. Las actuales células, basadas en silicio, podrían ser reemplazadas en unos años por otros materiales y tecnologías muy diversas. Sus responsables persiguen aumentar la eficiencia energética de estos dispositivos, abaratar sus costes de producción y lograr una gran variedad de aplicaciones que les permita competir con los combustibles fósiles o la energía nuclear.
Un panel solar típico puede proporcionar entre 250W y 300W de energía. Sin embargo, es cada vez más habitual ver paneles domésticos de potencia superior, como 500W y también algunos de menor capacidad (como pueden ser 150W). Esto nos puede servir para saber fácilmente los kWh que produce un panel solar cada día.
La batería de un teléfono móvil necesita una potencia media de 5 vatios (0,005 kW) y suele cargarse entre una y dos horas -en cargar un iPhone 5, por ejemplo, tardamos 1h y 50 min, es decir, se necesitan 0.0095 kWh para cargarlo (9,5 watts-hora).
Una bombilla LED de unos 14 W tiene una equivalencia con una incandescente de unos 100 W y una bajo consumo de unos 20 W. Además de la mayor eficiencia, la tecnología LED supone un aumento significativo de la vida útil de una bombilla, situándose de media en modelos de calidad por encima de las 40.000 horas.
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